Patricia Luquin: "Las confluencias deberíamos ser capaces de trabajar en lo que nos une y no en lo que nos diferencia"

Luquin ha pasado ocho años trabajando en el Grupo Parlamentario de IU
photo_camera Luquin ha pasado ocho años trabajando en el Grupo Parlamentario de IU

La cara visible de Izquierda Unida en el Parlamento autonómico se despide de la política activa después de ocho años como diputada. Estos últimos cuatro, siendo la única voz de la formación, lo que, asegura en esta entrevista, ha supuesto una carga de trabajo importante. Y es que esta legislatura ha sido especialmente activa.

Anunció su marcha antes de las elecciones andaluzas que dieron 12 diputados a Vox, lo que ha teñido de preocupación su despedida. “Creo que vienen tiempos muy muy muy complejos en los que se necesita altura de miras y no se está teniendo”, asegura.

Luquin se muestra convencida de que la negociaciones que en estos momentos se desarrollan en el seno de las confluencias llegarán a buen puerto. “La ciudadanía necesita proyectos que le hablen claro y le presenten alternativas para poder realmente cambiar, y desde la izquierda eso solo pasa con las confluencias”, añade. Para ello, da la fórmula del éxito: “Deberíamos ser más capaces de trabajar en aquello que nos une y no tanto en lo que nos diferencia”.

Pregunta.- ¿Patricia Luquin se despide de la política definitivamente?
Respuesta.- De la política activa, sí. siempre dije que estaría dos legislaturas y defiendo mucho la limitación de mandatos. 8 años es tiempo más que suficiente para poder poner tu impronta. Ahora es el momento para que otras personas lo hagan.

Eso sí, creo que todo lo que hacemos en esta vida es política, desde dónde compramos a qué tipo de educación elegimos para nuestros hijos e hijas. Dejar de poner la cara pública no quiere decir que vaya a abandonar la política.

P.- ¿A qué dedicará su vida?
R.- Primero voy a parar un tiempo porque esta última legislatura ha sido muy intensa. Al estar una persona sola, la carga de trabajo es considerable y además en una legislatura que ha tenido muchísimas ponencias, muchas comisiones de estudio y comisiones de investigación. Luego volveré a retomar mi profesión, que es la de abogada.

P.- ¿Que es lo que más y lo que menos echará de menos?
R.- Voy a echar mucho de menos la capacidad que se tiene desde el Parlamento de aprobar leyes que tienen mucha importancia para la ciudadanía, aunque agradeceré acabar con este nivel de tensión que tenemos a veces. Por eso tengo ganas de dar un paso atrás, pero también es verdad que me voy con una sensación absolutamente preocupante, de tiempos muy convulsos en los que se están normalizando cosas que jamás se deberían de normalizar. Se utiliza el lenguaje de una manera torticera para no llamar a las cosas por su nombre y eso es preocupante.

Como única diputada de IU, asegura que su labor ha sido muy intensa en una legislatura con mucha actividad

Me refiero a la entrada de Vox en el Parlamento Andaluz. Es muy grave que a un partido de extrema derecha se le intenté blanquear y normalizar que esté las instituciones, cuando ni cree en ellas ni en los valores democráticos. Creo que vienen tiempos muy muy muy complejos en los que se necesita altura de miras y no se está teniendo. Suecia llevan casi más de 6 meses sin un gobierno porque todas las fuerzas políticas se niegan a pactar con la extrema derecha, mientras que aquí han tardado 10 días.

P.- Pero detrás de Vox hay mucha gente…
R.- Este es un país que se acostó franquista y se levantó demócrata. Parte de este voto viene del descontento, pero mucho viene del voto al PP. Santiago Abascal ha bebido y comido del dinero público y de las subvenciones, y es uno de los cachorros de José María Aznar y de Esperanza Aguirre. En España no había un partido de extrema derecha porque esa gente se sentía reflejada en el PP. Otra cosa es que ahora, qué es lo que me preocupa, haya gente que se sienta con el orgullo de definirse así.

También es verdad que, frente a esos 400.000 votantes de Vox, hay más de 1.700.000 que han votado opciones demócratas. Igual estamos poniendo excesivamente el foco en Vox, y están marcando una agenda política que no deberían.

P.- ¿Qué no se está haciendo para combatir a la extrema derecha?
R.- En la extrema derecha hay una parte de visceralidad y de sensación de desesperación. Las crisis económicas pasan brutalmente factura. En Estados Unidos Donald Trump gana, no por esas declaraciones absolutamente indecentes que hace respecto a las mujeres o a las personas Lgtb, sino porque hay una clase trabajadora blanca que se siente absolutamente golpeada por una crisis económica. Ese es el discurso que se ha perdido, en el que no hemos sabido centrarnos.

Desde luego, también se necesita mucha cultura, mucha educación, porque hay gente que se tiene que hacer mirar que le moleste tanto la libertad de los demás y garantizar derechos a las personas. Hay gente que lo diferente, la diversidad le ha molestado históricamente, y eso también hay que combatirlo.

En su despacho, un post-it recuerda los casi 34.000 votante que apoyaron su candidatura esta legislatura

P.- Posiblemente el primer día de esta legislatura ha sido uno de los días más duros. Estaba sola en su escaño, frente a 14 personas de una formación nueva de izquierdas ¿Cómo lo recuerda?
R.- Fue más dura la noche electoral. También es verdad que el resultado no lo podíamos aislar de lo que había pasado en el resto del Estado, y que incluso en otros parlamentos autonómicos mis compañeros desaparecieron. Fue un momento especialmente duro. Por ello, durante un tiempo mantuvimos en el despecho un post-it recordándonos las 33.895 personas que habían apostado por IU.

Vivimos unos tiempos muy rápidos y se necesitan revulsivos que permitan poder trabajar en leer bien lo que está pasando a la sociedad. Podemos leyó muy bien cuál era la realidad y el diagnóstico de este país. Lo que pasa es que luego hay que ponerse a trabajar el día a día y eso suele ser más complicado.

P.- Las elecciones se acercan y la izquierda aún no tiene muy claro cómo va a presentarse. ¿Qué lectura hace de ello?
R.- Históricamente la izquierda ha sido complicada para ser capaz de ponerse de acuerdo, mientras que las derechas no. Esto también tiene que ver con el nivel de tragaderas de algunos porque a algunos les vale todo. Creo que ni tanto ni tan poco. Las confluencias deberíamos ser más capaces de trabajar en aquello que nos une y no tanto en lo que nos diferencia. Estamos en un momento de tensiones lógicas previas de negociaciones, de listas, de programas, pero estoy convencida de que las confluencias van a ser la opción en la que se van a presentar, en este caso, Podemos e IU, junto a Equo y otras personas que trabajen fuera de los ámbitos políticos.

En el caso de los ayuntamientos del cambio creo que se van a repetir las confluencias en todos los espacios. Estoy convencida de que al final la izquierda, y más en estos tiempos, tenemos que ser capaces de levantar el vuelo y de presentar alternativas que puedan dar una alternativa real de cambio. Hacerlo por separado es muy complicado, y si queremos presentar alternativas solventes tienen que ser con la capacidad de poder sumar.

Como única diputada de IU, asegura que su labor ha sido muy intensa en una legislatura con mucha actividad

P.- Pero no es fácil que todos se sientan representados en una lista…
R.- La confluencia va mucho más allá que la suma de una siglas, pero también es importantes que el votante de cada opción se sienta reflejado en ella. Eso es complicado porque va mucho más allá de la suma de siglas y tiene que reflejarse en las caras y en los proyectos políticos.

Tenemos que ser suficientemente generosos y tener perspectivas corales para que el que vaya a coger esa papeleta sienta que es la que más le representa. Ahí es donde necesitamos inteligencia y eso nos ha fallado a veces porque no hemos sido capaces de dejar espacios a la otra parte para que mucha gente se pueda sentir reflejada. La confluencia es de todos y de nadie.

Al final seremos capaces de ponernos de acuerdo pero sobre todo por una cuestión de necesidad de presentar una alternativa. La ciudadanía necesita proyectos que le hablen claro y le presenten alternativas para poder realmente cambiar, y desde la izquierda eso solo pasa de las confluencias.