
Aunque Maru Díaz (Tarazona, 1990) ha centrado gran parte de su actividad académica en filósofos contemporáneos, fue un pensador griego, Heráclito, el que centró gran parte de su obra en una de las máximas que han definido su trayectoria en estos últimos años: el cambio. En menos de una década, Díaz ha pasado de la lucha universitaria contra el Plan Bolonia a convertirse en la máxima autoridad en Aragón en materia universitaria.
La consejera más joven de la historia del Gobierno de Aragón, una de las adversarias parlamentarias más duras de Javier Lambán la pasada legislatura desde la Portavocía del Grupo Parlamentario de Podemos en las Cortes de Aragón, dirige desde agosto la Consejería de Ciencia, Universidad y Sociedad del Conocimiento gracias al acuerdo de Gobierno firmado por PSOE, Podemos, CHA y el Partido Aragonés.
Pregunta.- ¿Qué balance hace de estos primeros 50 días al frente de la Consejería de Ciencia, Universidad y Sociedad del Conocimiento?
Respuesta.- El balance es bastante positivo. Fue difícil llegar a donde estamos, con un gran compromiso por parte de cuatro fuerzas muy distintas que entendieron la coyuntura y vieron que los aragoneses habían votado pluralidad pero que, además, querían estabilidad. Los cuatro nos hicimos corresponsables de ese mandato para conformar un Gobierno y ahora estamos viendo los frutos que está dando este pacto.
P.- Hace unos días el presidente Lambán afirmaba en el Comité Regional del PSOE que había conseguido un gran pacto de Gobierno haciendo “muy pocas renuncias ideológicas”. ¿Podrían afirmar lo mismo desde Podemos?
R.- Todos hemos tenido que hacer cesiones o postergar partes programáticas para otro momento. Yo comparto lo que dice el presidente porque aquí nadie ha renunciado a sus ideas, lo que hemos hecho es hacer un plan de Gobierno a cuatro años en el que algunas de nuestras propuestas programáticas se han quedado fuera. Aún así, hemos fijado 132 medidas urgentes en las que convergemos y creo que en eso consiste la política en el siglo XXI: tener objetivos claros y llevarlos a cabo.
P.- ¿Es el cese de Bruno Pérez Junca una de estas cesiones de las que usted habla?
R.- No. Bajo ningún concepto fue una cesión, no fue una presión por parte de algún otro miembro del Gobierno y no tuvo que ver con una cuestión ideológica de independentismo. La salida del señor Pérez Junca fue una simple cuestión de falta de confianza. Personalmente, gestiono mal la mentira porque creo que es lo que la gente más nos sanciona y la verdad tiene que ir por delante.
P.- Ustedes y el PSOE han logrado un pacto de Gobierno. Sin embargo, sus homólogos nacionales han fracasado en las negociaciones y nos encaminamos a unas nuevas elecciones en noviembre. Es posible que en un futuro escenario postelectoral PSOE y Unidas Podemos tengan que volver a intentar pactar. ¿Les daría algún consejo?
R.- El primer consejo que les daría es que las negociaciones las hagan con más calma y menos televisión y medios de comunicación. Flaco favor nos hacen cuando se mediatiza tanto una negociación, ya que hay que respetar los espacios de confianza y lo que allí se habla.
También les pediría tanto a los miembros de mi partido como a los del Partido Socialista que bajaran un poco los niveles de testosterona en los debates. Creo que España no está pidiendo grandes renuncias ni grandes odas heroicas y los ciudadanos ansían un gran acuerdo.
P.- Los retrasos en los ingresos a cuenta por parte del Gobierno Central comprometen tanto al Gobierno de Aragón como a la Consejería que usted comanda. Además, tienen ustedes que elaborar unos Presupuestos en una situación bastante revuelta…
R.- Lo que no es entendible es que haya un dinero que es de los aragoneses y esté secuestrado en Madrid. Sería incomprensible que en Aragón no se pudieran cumplir compromisos porque el Gobierno central ha retenido este dinero. Parece que ahora el Gobierno ha dicho que esto no va a pasar y que el dinero va a llegar cuando corresponde. Utilizar a la Comunidad como chivo para no acabar cerrando el negocio y poniendo estos 400 millones me parece un chantaje en toda regla.
Con respecto a las elecciones, ¿estas van a dificultar el trabajo estos meses? Lógicamente. Yo lo que les he pedido a los otros miembros del Gobierno es poner un muro donde acaba Aragón y luchar por la creación de unos Presupuestos, que es algo que necesitan los aragoneses. Esa ha de ser nuestra prioridad, al margen de lo que pase en Madrid.
P.- Entrando de forma más concreta en sus atribuciones como consejera, ¿cuánta tranquilidad le da que la Ley de Ciencia fije un presupuesto claro?
R.- De la Ley de Ciencia lo que me da tranquilidad es que se aprobó por una mayoría aplastante y el Pacto por la Ciencia por unanimidad. Esto significa que la oposición poco va a replicarme respecto al aumento de la inversión en investigación. Todas las fuerzas que conformamos el Gobierno estamos de acuerdo en que el presupuesto en este aspecto tiene que ser expansivo y que nos tenemos que creer de una vez que la Ciencia tiene que ser un motor para la economía aragonesa. Esto, por lo tanto, me tranquiliza.

P.- Usted hablaba en la Comisión de las Cortes de su ramo de que van a impulsar las becas-salario. ¿En qué consisten estas becas?
R.- Es pagar un salario a la gente para que pueda estudiar. Esto es un modelo que ya se desarrolla en toda Europa y la verdad es que en España vamos muy retrasados en este sentido. Admiramos a otros países europeos pero no nos damos cuenta de que a la gente la Universidad no solo le es gratuita sino que además a muchos de ellos se les paga por estudiar.
Tenemos que tener en cuenta que formar talento es una responsabilidad pública y que tener gente formada y talentosa nos permitirá tener economías más estables. Lo que yo propongo es seguir la estela de lo hecho en la Comunidad Valenciana y que, a la vez que bajamos las tasas para democratizar el acceso a la Universidad, apostemos porque la gente más excelente no tenga que compatibilizar trabajos precarios o acabar siendo falsos autónomos para poder finalizar sus estudios. Si tú eres brillante, las condiciones económicas no van a ser un hándicap para que puedas estudiar.
P.- ¿Es el principal objetivo de la legislatura que la Universidad siga siendo un “ascensor social”?
R.- Totalmente. Yo vengo de estar en la Universidad en los años más duros de la crisis económica, con un PP que decidió que la Universidad era algo de lo que se podía prescindir, en los años en los que la gente no acababa la carrera porque se tenía que ir por la subida de las tasas, con los másteres que se triplicaron de precio… y al final lo que hicieron es convertir la Universidad en un espacio elitista. Yo estoy completamente en contra de eso porque creo que la educación tiene que ser universal. La Universidad, en un país democrático, ha de ser un elemento que garantice que vengas de donde vengas, nazcas donde nazcas, vas a poder llegar a ser lo que quieras ser.
P.- Pareciera que tiene marcado a fuego el discurso de la Universidad como espacio de precariedad. De hecho, se podría decir que es algo generacional esta preocupación…
R.- Para la gente de una generación superior a la mía, que hoy puede tener 50 o 60 años, la Universidad era una cosa y para los que vivimos la Universidad desde 2005 en adelante fue otra. Mi generación fue la que vio en primera persona cómo se desmantelaba el Estado de Bienestar y los Servicios Públicos también en la Universidad.
Para mí, la experiencia universitaria ha sido la experiencia con la precariedad, con unos jóvenes a los que se les ha robado el futuro y con una promoción entera exiliada al extranjero. Gran parte de mis amigos viven fuera y sé que va a ser muy difícil que vuelvan porque el talento allí se paga y aquí lo hemos expulsado.
P.- El Plan de Financiación de la Universidad de Zaragoza con el Gobierno de Aragón caduca el próximo año y se tiene que negociar para que el nuevo entre en los Presupuestos de 2021. ¿Cómo se va a negociar?
R.- Algo que defendí en campaña y sigo afirmando ahora como consejera es que nadie concibe que a un hospital el Gobierno de Aragón le pagase el 80% del presupuesto y el otro 20% se lo tuviesen que buscar con financiación privada. Sin embargo, con la Universidad de Zaragoza esto está pasando porque no cubrimos los gastos básicos de subir la persiana de la Universidad. No cubrimos ni los salarios ni los gastos corrientes y eso no puede ser porque convierte a la Universidad casi en un servicio público de segunda. Tenemos que pensar una senda de varios años de ir asumiendo paulatinamente la responsabilidad del Gobierno para sufragar la Universidad Pública.
P.- ¿Cómo va a ser la relación con la Universidad San Jorge?
R.- Mi prioridad es la universidad pública pero entiendo y comprendo que hay una coyuntura concreta en Aragón que hace que haya una universidad privada como es la San Jorge. Con esta universidad, sobre la que rige la Ley de Universidades, tendremos que dialogar sin que esto signifique un menoscabo a la universidad pública y a los campus periféricos, porque yo defiendo que la Universidad ha de estar también en el medio rural.

P.- Hablaba usted antes de los investigadores que se han marchado fuera por la falta de oportunidades. ¿Cómo puede competir la universidad aragonesa con las extranjeras, que tienen presupuestos que son infinitamente mayores?
R.- Siempre he dicho que si no podemos pagar como Cambridge o Harvard, tenemos que competir dando estabilidad. Cuando a un joven investigador que está fuera de España se le dice “vuélvete a casa”, además de aprovechar la parte emocional tienes que poder garantizarle una carrera estable para poder hacer ciencia. Deberíamos poder ofrecerles buenos laboratorios, un grupo de investigación estable y una carrera clara para poder investigar aquí.
P.- ¿Cómo va a mejorar la empleabilidad de la Universidad de Zaragoza?
R.- Es algo a discutir con la universidad porque aquí entra la autonomía universitaria pero sí que vamos a dialogar en la Comisión Mixta apostando por estudios que tienen alta empleabilidad y en los que igual se podría apostar por aumentar el número de plazas o por que los másteres fuesen más especializados. Hay un nicho de mercado y de empleo alrededor de las nuevas tecnologías en Aragón y ahí tenemos que ser capaces de que muchos estudiantes se interesen por estas iniciativas.
P.- En la Comisión también afirmaba que iba a poner institutos como el Centro de Investigación y Tecnología de Aragón (CITA) o el Instituto de la Tecnología de Aragón (ITA) “al servicio de los ciudadanos”. ¿Qué quiere decir con eso?
R.- Hasta ahora la innovación estaba pensada de una manera en la que “este objeto o este sector vamos a llevarlos al Siglo XXI”. Yo lo que defiendo es que no tenemos que poner objetos o sectores en el foco de la innovación, lo que tenemos que poner son necesidades. ¿Cuál es la necesidad que va a tener Aragón en 20 años? Pues probablemente de envejecimiento o de baja natalidad.
Con esto quiero decir que la innovación ha de estar siempre en primer término al servicio de las personas y luego en las empresas que pueden resolver estas necesidades. Si ponemos solamente el foco en los objetos o los sectores sin ver las necesidades hay, mucho vacío sobre el que no se está innovando. Por ejemplo, la innovación social es uno de esos vacíos que hay que llenar.
P.- Con respecto al plan de extensión de la banda ancha por el territorio. En el acuerdo de Gobierno pone 2020 como límite y usted en la Comisión el otro día habló de 2021.
R.- El Plan Conecta Aragón finalizaba este verano y lo que se ha hecho es una prórroga de dos años más con la misma empresa que lo estaba desarrollando. Con este esperamos llegar a todo lo que el contrato contemplaba que era una gran extensión del territorio aragonés. Con este plan no solo queremos llevar la banda ancha a los núcleos poblaciones, sino a los polígonos industriales dentro de los pueblos y conseguir recuperar esas “zonas negras” que no están en el contrato. De momento la prórroga está para dos años y yo espero poder renegociar este contrato para que los polígonos tengan banda ancha y para que dentro de los pueblos se pueda llegar a todos los núcleos de población porque tener acceso a Internet es un derecho humano y hay que garantizarlo.

P.- Su antecesora, Pilar Alegría, tuvo ciertos problemas en la extensión de este plan con la Diputación de Teruel. ¿Cómo está siendo la relación con las diputaciones?
R.- De momento y a priori, está siendo buena. La de Huesca va algo más avanzada pero me consta la disposición de las diputaciones de Zaragoza y Teruel de ponerse a trabajar ya que es muy necesario que se impliquen todas las instituciones. Es vital mapear el territorio y ser capaces de llevar Internet a todo el territorio.
P.- Para el común de la población, el tercer de los apellidos de su Consejería, “Sociedad del Conocimiento”, es algo que probablemente suene a chino. ¿Podría aclararnos en qué consiste?
R.- En la época agraria, el valor estaba en la tierra; en la era industrial, en las horas de trabajo, y en esta fase del sistema capitalista, el valor reside en la información y el conocimiento. Vivimos en una sociedad en la que estamos continuamente conectados, las aplicaciones nos han convertido en sujetos de compra y estamos inmersos en una revolución digital que ha cambiado el sistema de la economía actual. A todo esto es a lo que se le ha llamado Sociedad del Conocimiento.
A partir de aquí, el reto es que las administraciones públicas sean las que controlen este conocimiento y las que lo pongan al servicio del interés general. A mí no me gustaría que se repitiesen casos como el de Estados Unidos en el que se filtran datos de Facebook o que se venden a partidos políticos para que hagan campañas, tenemos que ser capaces de controlar este valor.
Por ello, la Administración ha de ser capaz de poner en marcha programas de ciberseguridad, de protección de datos o de gestión de la información. Esta ha de ser la que vigile y vele por la seguridad de los ciudadanos en un mundo en el que vivir conectado a Internet es una realidad.