César Bona: “La sociedad necesita diálogo y escuchar es la llave para abrirlo”

El maestro aragonés presenta su nuevo libro “Humanizar la educación”
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César Bona (Ainzón, 1972), reconocido maestro aragonés, ha publicado “Humanizar la educación” con el que aborda la necesidad de una revisión educativa urgente. Cuando se cumple un año del inicio del confinamiento en nuestro país, durante el cual se ha tambaleado el sistema tradicional de enseñanza, el nominado al Global Teacher Prize en 2015 pone de manifiesto las carencias del sistema educativo, que se han visto agravadas por la situación actual.

Pregunta.- Al leer su último libro “Humanizar la educación” lo primero con lo que chocas es con la profunda crisis que ha generado la Covid en el sistema educativo. ¿Hasta qué punto ha afectado el cierre de las escuelas?
Respuesta.- Todo esto que nos hemos encontrado, que nos ha venido de repente, no solo ha afectado al sistema educativo. La pandemia ha afectado a todos los ámbitos posibles, a nuestras relaciones sociales, laborales, a la economía… Se ha preguntado a expertos sobre medicina, microbiología, virología, geopolítica, antropología… Todos han dado respuestas de qué ha pasado y qué convendría cambiar. Sin embargo, en educación parece que la sociedad ha tendido a cerrar los ojos, cerrar los puños y desear que sea un paréntesis para volver. Si todo cambia y todo empieza en la educación, la enseñanza debería hacerlo también, pero me da la impresión de que no ha cambiado realmente, y eso es una paradoja.

P.- En tan solo un año, ¿es demasiado pronto para evaluar los daños?
R.- Pronto no lo sé, pero el tiempo vuela. La vida nos está dando una oportunidad, lo digo porque toda crisis conlleva una oportunidad, para repensar la educación, saber que herramientas tenemos y cuáles no. Es el tronco de donde salen el resto de las ramas. Imagina una vida sin pandemia, necesitaríamos ya saber convivir, relacionarnos con nosotros mismos, con los demás, respetarnos a nosotros mismos, a otras culturas, opiniones, al medioambiente… Construir un pensamiento crítico, reflexionar, ver cuanto lo hacemos, si lo tenemos adquirido o nos hace falta. Es un buen punto de partida.

César Bona ha formado parte del Jurado de los Premios Princesa de Asturias, en la categoría de Comunicación y Humanidades, en mayo de 2017 y 2018

P.- Una de las más graves consecuencias ha sido el aumento de la brecha digital. ¿Qué supone y cómo puede frenarse?
R.- Siempre hablamos desde el yoísmo, este soy yo, esta es mi circunstancia y esta es mi opinión. Pero en educación, no todos tienen los mismos medios, no todos viven en el mismo contexto, y es importante que la educación iguale a la sociedad o al menos que nos dote de esas herramientas. No solo a aquellos que tienen dos o tres ordenadores en casa siendo tres miembros.

Muchas familias sufren la brecha digital y han vivido circunstancias difíciles. Es algo que tenemos que pensar y no depende de los docentes exclusivamente. Depende de la mirada de la sociedad y de que haya inversiones para que lo digital llegue a todos los sitios y a todas personas.

P.- ¿Cómo puede ayudar la política a la educación y cómo la educación puede ayudar a la política?
R.- Hablar de educación sin política es difícil y hablar de política sin educación más aún, aunque ahora sea algo dominante en la política, que no haya educación. Para hablar de los dos conceptos hay que remontarse al origen. La parte positiva de política representa preocuparse por la polis, formar parte de ella; es decir, ser ciudadano y ser consciente de que tus decisiones y acciones repercuten en los demás y en el medio. Intentemos conseguir esto, que las escuelas sean lugares donde te enseñen a mirar alrededor y que lo intentes mejorar. ¿Que la política ayude a la educación ahora mismo? Lo veo difícil. A las élites políticas me refiero, cada vez que abren la boca es para alejarse más unos de otros y con eso alejan más a las personas que se supone que representan. La expresión diálogo político hoy en día es un oxímoron, parecen incompatibles y es una pena porque ellos dan ejemplo y también educan.

P.- Ha habido mucha polémica con la Ley Celaá, ¿simboliza realmente un cambio en la enseñanza?
R.- El binomio educación y política va siempre unido y debemos cuestionarlo. Me da igual que se llame Ley Celaá o Ley Z, cuando aparece la educación en los medios hablamos de polémica. ¿Por qué? Si en educación tenemos que ir todos juntos, es lo que tienen que aprender los políticos. Deben sentarse y dialogar y dejar de proyectar sus ideales políticos en leyes para cambiarlas cada cuatro años. En España se habla de educación una media de diez veces cada ocho años, dos de ellas cuando cambian la ley, las otras ocho cuando salen los informes PISA que convierten a la educación en una especie de competición. Salimos a las calles a protestar y a pedir cosas que solo nos atañen a los adultos, cuando son los niños, niñas y adolescentes los que están en las escuelas. Eso es en sí es otra de las paradojas, que son los grandes olvidados.

Bona señala que muchas familias sufren la brecha digital y han vivido circunstancias difíciles

P.- El libro consta de pequeños enunciados intercalados en los capítulos, ¿son breves lecciones del librillo del maestro?
R.- Lo realizo en todas las ediciones porque me apetece que cuando la gente abra el libro y eche un vistazo rápido, se encuentre con estos mensajes y, si le provocan suficiente curiosidad, lea el resto. Igual que la frase que aparece al principio: “Ser adulto implica llevar contigo al niño o a la niña que fuiste”. Yo le añadiría, “y que sigues siendo”.

P.- Ha rescatado a Tolstoi para contextualizar la educación: “Para actuar con eficacia sobre cualquier objeto es necesario estudiarlo, y en la educación, ese objeto es el niño libre”. ¿Son los niños libres en la escuela de hoy?
R.- Podría decir sí o no y ya estaría siendo injusto de alguna manera, generalizar lo es. Hay muchas escuelas que tienen en cuenta la opinión de los niños y no están a miles de kilómetros, están en España. Hay muchas que tienen en cuenta el medio ambiente, están aquí. Hay muchas que invitan al dialogo, y están aquí. El reto está en que la gente entienda que el camino hacia una sociedad mejor está en las escuelas. Trabajar por esto es absolutamente fundamental porque el adulto reside en el niño que fuiste.

P.- ¿Ha llegado el momento de impartir asignaturas de inteligencia emocional en el colegio?
R.- Creo que ya es el momento de que entendamos que el ser humano está formado también por emociones. Salud física y salud mental y, si no sabes gestionarlas, sales por donde primero se te ocurre. Si sabes gestionarlas eso te lleva a estar a gusto contigo mismo y con los demás, pero para eso nos debemos formar también. Hay familias que tienen esas herramientas y otras no. La escuela debe ser el lugar donde se les ayude a obtener esos mecanismos. Y sí, es una parte esencial.

P.- Eduard Punset valoraba la “intuición” como nuestra primera fuente de conocimiento. ¿Existe un manual de instrucciones para llegar a ser un buen maestro o un profesor debe guiarse por su instinto?
R.- Hay respuestas que se requieren al instante, especialmente en infantil, una etapa que no tiene el suficiente reconocimiento. Allí con un sí o un no, forjas caracteres. Sucede igual en primaria o en secundaria, la intuición está ahí, pero también está el saber cómo es el ser humano con su idiosincrasia y en su ámbito social. Parece obvio, pero los docentes siempre estamos gestionando grupos y de psicología sabemos muy poquito. Implica saber cómo reacciona un grupo ante un individuo o como lo hace un individuo ante el resto. Durante mucho tiempo se ha considerado un buen maestro a aquel que mantenía la clase en silencio. Si miras a la sociedad en la que vivimos, lo que más se necesita es diálogo, escuchar es la llave para abrir el diálogo, y el diálogo es la llave para la convivencia. Todo el mundo quiere sentirse escuchado.

P.- ¿Qué ha podido aprender de este libro?
R.- De cada libro sacas algo nuevo. Te sumerges o bien en tus propias historias y reflexionas sobre ellas, o bien en lo que surge alrededor y meditas sobre ello, eso te hace crecer. Yo hablo muy poco, escucho a las personas y me doy cuenta de todo lo que puedo aprender de cada una de ellas.