España registró el año pasado un exceso de mortalidad de 84.100 personas debido a la pandemia de la Covid-19, con lo que es uno de los países más afectados en cuanto al número absoluto de muertes adicionales, es decir, la cifra de defunciones por encima de la esperada durante un periodo de tiempo determinado.
Así se explica en un estudio realizado por un equipo de 13 investigadores pertenecientes a instituciones de Alemania, Estados Unidos, Italia, Reino Unido y Rusia. El trabajo, dirigido por Nazrul Islam, del Departamento de Salud de la Población en el Nuffield College de la Universidad de Oxford (Reino Unido), analiza el exceso de mortalidad en 27 países de ingresos altos durante 2020.
Los 27 países ricos analizados en el estudio aglutinan un exceso de 979.000 muertes de personas y en todos ellos se produjo un aumento excepto en tres: Nueva Zelanda (-2.500), Dinamarca (-160) y Noruega (-70).
Según el análisis, España tuvo 84.100 muertes adicionales y se sitúa cuarta, por detrás de Estados Unidos (458.000), Reino Unido (94.400) e Italia (89.100), y por delante de Polonia (60.100), Francia (43.500) y Alemania (25.900). En muchos de esos países, el número estimado de muertes en exceso superó sustancialmente al de fallecimientos notificados por Covid-19, lo que indica que para determinar el impacto total de la pandemia en la mortalidad es necesario evaluar el exceso de defunciones.
En la mayoría de los países, las tasas de exceso de mortalidad por edad eran más altas en los hombres que en las mujeres, y la diferencia absoluta en las tasas entre los sexos tendía a aumentar con la edad.
Las tasas de exceso de mortalidad más altas (por cada 100.000 personas) en hombres se registraron en Lituania (285), Polonia (191), España (179), Hungría (174) e Italia (168), y en mujeres se dieron más en Lituania (210), España (180), Hungría (169), Eslovenia (158) y Bélgica (151).
El exceso de muertes se concentró en gran medida entre las personas de 75 años o más, seguido del de las de 65 a 74 años, mientras que las de menores de 15 años fueron similares a los niveles esperados en la mayoría de los países o menores de lo esperado en algunos de ellos.