El presidente interino del Tribunal Supremo (TS), Francisco Marín Castán, ha manifestado en la Apertura del Año Judicial ante el rey Felipe VI que “el buen funcionamiento de la Justicia debe ser un asunto de Estado” y ha pedido el fin de la “polarización” política.
En su discurso ha afirmado que “cuando ese buen funcionamiento está en entredicho, todos los actores políticos deben ser conscientes de que las altas responsabilidades que el pueblo soberano les ha confiado están por encima de los intereses partidarios”.
Tras reconocer que “aunque la separación de poderes es clave para el funcionamiento de cualquier democracia”, esto no debe dar lugar a una “compartimentación totalmente estanca de poderes sin comunicación” entre ellos y se ha mostrado convencido de que “la cooperación y la colaboración responsable entre poderes, sin interferirse, resulten un elemento imprescindible, no solo para el funcionamiento del Estado, sino también para la preservación de la propia calidad democrática del sistema”.
Esa “cooperación leal” entre instituciones es una exigencia del propio Tratado de la Unión Europea, aunque “la evolución reciente de no pocos sistemas democráticos, incluso de algunos de los considerados como más perfectos, no va precisamente en ese sentido, sino en el de la polarización y la radicalización de los comportamientos”.
En nuestros días, “la democracia ya no muere necesariamente por un acto violento o dramático, esto es, con un golpe militar o una revolución, sino con un lamento prolongado: el lento y progresivo debilitamiento de las instituciones esenciales, como son el Poder Judicial y la prensa, y la erosión global de las normas políticas tradicionales”.
Por ello, ha insistido en que “en un contexto fuertemente polarizado decae la visión de Estado y se impone con radicalidad la de partido. La destrucción del adversario, como objetivo político, es la antesala de un proceso de degradación democrática. Así lo constató 500 años antes de Cristo el historiador ateniense Tucídides, para quien la descomposición de la sociedad derivaba de ridiculizar la moderación, considerándola un disfraz de cobardía”.
COMPROMISO DEMOCRÁTICO
El presidente del Tribunal Supremo ha reclamado “un verdadero compromiso democrático de cooperación leal entre los diferentes actores políticos” y que los partidos se abstengan “de todo comportamiento que de alguna manera pueda erosionar” el objetivo porque, de otro modo, “la democracia, y en consecuencia el Estado de Derecho, corren un serio riesgo”. “El buen funcionamiento de la Justicia debe ser un asunto de Estado”.
También ha dedicado su discurso a hablar de la “desoladora” situación en la que se encuentra el TS y el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) que va camino de doblar su mandado por falta de renovación. El Supremo, con el 30% de sus plazas vacantes, está en situación de “respiración asistida”, ha señalado.
“La primera víctima de esta situación es sin duda el justiciable: ciudadanos y ciudadanas, empresas e instituciones públicas y privadas que están viendo cómo la tutela de sus derechos consagrados en la Constitución se ve mermada de forma inadmisible”, ha dicho antes de señalar que los representantes políticos elegidos en las urnas, se muestran “incapaces de alcanzar los acuerdos necesarios para poner fin a esta situación”.