“Hambre”, “El cielo sobre Berlín” y “Las Princesas del Pacífico”

La Semana Teatral nº 19
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La semana ha contado con la expresión cruda y dura, teñida de comicidad, de David García-Intriago, la arriesgada apuesta de la compañía Che y Moche, y los experimentos de La Estampida, con una doble propuesta en nuestros escenarios.

Hambre

La tercera sesión del ciclo Teatro Rebelde tuvo como protagonistas a un cómico multidisciplinar, David García- Intriago, emblema de la compañía La Líquida, y a un violonchelista, Mauricio Gómez Yamamoto, que intentaron ahondar, desde la comicidad crítica, en una de las razones más poderosas para movilizar al ser humano: el hambre.

Así se titula la obra pensada, creada, dirigida e interpretada por el primero, a quien da réplica el músico siempre dispuesto a refrendar, subrayar o contradecir las palabras del infatigable actor. El Teatro de las Esquinas los presentó el pasado 15 de mayo ante un público sorprendido por la locuacidad de quien repasaba no solo las palabras sino también el espíritu de Cervantes en su ‘Quijote’.

Espectáculo  de gran originalidad, rompedor, interactivo, que invita a implicarse a los espectadores y a veces les propone asumir en escena personalidades supuestas que el mismo artista introduce con un dinamismo imparable, invadiendo el patio de butacas y eligiendo aleatoriamente a sus partícipes.

Comicidad a raudales, juicios atinados y afilados, alusiones contemporáneas y, sobre todo, un encumbramiento del teatro por el teatro, sin artificios, sin escenografía, sin otro recurso que unos cuantos cachivaches de los que el actor hace uso esporádico. David García utiliza la música a veces como recurso para el descanso, para la pausa, para el sosiego en su atropellada y frenética actuación.

Y como de hambre se trata, aparece la alforja llena de viandas que el vocero de Cervantes reparte entre los asistentes: jamón, pan y queso. En otras actuaciones, cuentan las crónicas que el espectáculo incluía un auténtico festín, una participación gastronómica a la que estaban invitados todos los espectadores.

El teatro rebelde es así: ruptura de los moldes, de las formas, del lenguaje sin estrépito, de la caracterización sin excesivos artificios. Bastan unos bigotes, una golilla y un delantal para que el mendigo se convierta en caballero, y la dama en tabernera. El caballero de la triste figura, que tan bien ha retratado la realidad que fue España y que en cierto modo todavía se mantiene, y la tabernera que, sin distinción de sexo, pulula en todos los ámbitos.

El cielo sobre Berlín

Producciones Cheymoche ha puesto toda la carne en el asador con su nueva producción ‘El cielo sobre Berlín’, que fue presentada el jueves día 16 en el Teatro Principal, donde están previstas doce funciones en dos fines de semana consecutivos. Es un tributo a la película del mismo título de Win Wenders, rodada hace más de cuatro décadas y basada en la novela del inconformista autor austriaco Peter Handke.

El filme fue recibido con alborozo por un sector del público, consciente de que el arte cinematográfico estaba cambiando de rumbo a marchas forzadas. Las miradas tradicionales pusieron pegas o la rechazaron abiertamente. También la puesta en escena que propone y dirige Joaquín Murillo en esta ocasión nos plantea un giro espectacular mostrando una simbiosis entre el texto, la imagen, la escenografía, la interpretación y la música.

Se consolida en ella el espíritu expresionista cuya síntesis argumental podría ser la siguiente: Dos ángeles sobrevuelan Berlín, ciudad dividida por el ‘muro de la vergüenza’. Solo son visibles para los niños y los hombres de corazón limpio. Concientes de que no pueden cambiar el curso de los acontecimientos, sienten una gran compasión por los humanos. Uno de ellos, decidido a compartir los sentimientos de los mortales, se enamora de una joven trapecista. Los avatares de la acción conducen a un final feliz, donde triunfa el amor.

Kike Lera, Saúl Blasco, Luisa Hernández, Elia Lozano, Alberto Salvador, Raquel Anadón, Rosa Lasierra, Elisa Forcano, Alfredo Abadía y Pablo Lagartos adoptan y aceptan una multitud de personajes, contando con un vestuario muy expresivo elaborado por Arantxa Ezquerro, deambulando por la poliédrica escenografía de Tomás Ruata, cobijados por la música incidental de Víctor Rebullida y envueltos en los sugestivos escenarios virtuales de Pedro Santero, que ganan dimensión con la luminotecnia de Tatoño.

Marián Pueo, responsable de producción, señala la complejidad del espectáculo con el permanente trasiego de unos personajes que retratan la tensión del momento histórico que precedió a la caída del muro.

Obra compleja, donde el cine, la literatura, la música y la dramaturgia se hermanan en un intento de avanzar sobre la reflexión del presente a partir de un tiempo pasado, no tan lejano y, sobre todo, no tan distante de la cotidianidad.

Las Princesas del Pacífico

En el Teatro del Mercado se presentó durante el pasado fin de semana la compañía sevillana La Estampida con las obras ‘Las princesas del Pacífico’ y ‘Lo nunca visto’. Solo pude asistir a la primera de ellas. Bajo la dirección de José Troncoso, se desarrolla una comedia en la que predomina todo lo contrario a lo que el título pudiera dar a entender. Nada de glamour, ningún lujo convencional, todo al margen de cualquier sofisticación. Es una comedia de la ‘tristura’, esa tristeza resignada en la que sobreviven las protagonistas.

Alicia Rodríguez y Belén Ponce de León dan vida a una señora viuda y a su sobrina huérfana que vegetan en un barrio humilde, refugiadas en su casa y en conexión con el mundo a través de la televisión. Su precariedad se manifiesta en todos los órdenes. De forma inesperada llega la suerte en forma de un viaje de lujo en un crucero, durante las navidades y el fin de año.

Lo que parece una fortuna será un infortunio, porque a la pareja de Agustina y Lidia no les ha bendecido la vida precisamente. Seguirán observando su entorno en el barco, sintiéndose aún más extrañas que en el marco conventual de su tugurio. El mundo exterior, al que se asomaban a través de la pantalla, es mucho más cruel, insolidario, caótico y falso de lo que ellas hubieran podido suponer.

La puesta en escena es sencilla pero altamente expresiva. Todo está calculado para despertar en el espectador más sentimientos de compasión que de jolgorio. Más sonrisas amables que carcajadas desternillantes. Las fiestas de Navidad y Año Nuevo que celebran tía y sobrina les marcarán para toda la vida. Amargura añadida, pero sin perder el sentido del humor. Actuaciones matizadas, movimientos precisos, interacción continua, sinergia manifiesta y dicción impecable, con el gracejo andaluz como vehículo conductor.

La trama es un retrato de lo que cotidianamente se esconde tras las puertas y ventanas de un mundo con el que compartimos el día y la noche, pero sin conocer en profundidad la soledad y el desasosiego en el que muchas personas sobreviven. ‘Las princesas del Pacífico’ es el resultado de un proceso laborioso de construcción, dirección e interpretación que avala la categoría artística de La Estampida.