Escenas de la vida conyugal y Buñuel, el león de Calanda

Escenas de la vida conyugal

La aparición de Ricardo Darín en la pantalla cinematográfica no es novedad, pues su prolífica dedicación al séptimo arte ha dado frutos tan extraordinarios que resulta difícil resumir los premios obtenidos. Siempre destacará el Óscar conseguido por la película ‘El secreto de sus ojos’ de la que es protagonista. También pudiéramos citar los Goya recibidos, así como otros galardones. El que aparezca en persona en un escenario zaragozano es ya otra dimensión.

La pasada semana presentó en el Palacio de Congresos de la Expo la comedia dramática ‘Escenas de la vida conyugal’, original de Ingmar Bergman, en versión de Fernando Masllorens y Federico González del Pino, acompañado de la también inmensa actriz Andrea Pietra, bajo la dirección de Norma Aleandro, otra de los iconos de la escena y la pantalla en Argentina.

Conocida en España la película del realizador sueco como ‘Secretos de un matrimonio’, de 1974, el argumento recupera la versión teatral que el propio cineasta presentó en 1981, siete años después de haber triunfado en la pantalla. En la versión que pudo contemplarse la pasada semana, los dos protagonistas, Juan y Mariana, relatan en una sucesión de escenas perfectamente concatenadas varias de las situaciones que se desarrollan durante la vida de un matrimonio burgués, con sus encuentros y desencuentros.

Son asuntos de la cotidianidad, de manera que no resulta difícil aproximarse a esas situaciones; incluso el espectador puede identificarse con algunos de los aspectos, sentimientos, reacciones y sensaciones que se expresan. El texto tiene la capacidad de separar en sucesivos componentes muchas de las cosas que se aceptan sin pensar en una pareja al uso. Es, sobre todo, un estudio exhaustivo de la duda, la desesperación, la confusión y la soledad experimentada por una mujer.

La expresión artística de estas situaciones se consigue mediante una extraordinaria adecuación de ambos actores a sus papeles. La misma estructura de la dramedia es un acierto, con mínimas pausas entre los episodios, que son anunciados y titulados por uno de los miembros de la pareja, estableciendo un proceso de continuidad a pesar de los márgenes temporales transcurridos en la relación.

La escenografía es discretamente alusiva y contribuye a la diafanidad de la representación, lo mismo que la luminotecnia. Apenas hay una ilustración musical que se desarrolla en un momento muy oportuno, cuando ya se resuelve el enfrentamiento y se ofrece un final planteado de una forma simbólica y convincente.

Buñuel, el león de Calanda.

La figura de Luis Buñuel es poliédrica. Ha transcurrido un siglo desde que su figura comenzó a ser conocida, primero en Madrid y posteriormente en París. Su pensamiento, sus relaciones amistosas con la intelectualidad, el mundo artístico del momento y, sobre todo, su obra cinematográfica, aspecto en el que más ha destacado, han merecido estudios y comentarios sin fin.

Buñuel tiene una rica personalidad, a veces extravagante y exagerada, que se ha querido trasladar a la escena del Teatro del Mercado la pasada semana para poner de relieve algunos de los episodios de su vida. Si su filmografía es excepcional en la mayor parte de los casos, los avatares de su existencia no son generalmente conocidos, salvo por los expertos.

De modo que la compañía Escuela Cómica Suicida ha montado el espectáculo ‘Buñuel, el león de Calanda’ representando parte de los sucesos de mayor significación, todos desde una óptica cómica y surrealista, que definen bien el espíritu del protagonista.

David Diestre, Irene Alquézar, Vicente Velázquez, Alberto Salvador, Miguel Cabrejas, Paco Bruna, Javier Ercilla y Laura Tejero, con dramaturgia y bajo la dirección del propio Javier Ercilla, han logrado reflejar con desparpajo y desenfado lo que pretendían, ofreciendo de este modo una visión panorámica de lo que fue la agitada vida creativa de este calandino singular.