Europa Cabaret y Próximo

Europa Cabaret

El teatro experimental de vanguardia suele asumir riesgos, y no otra cosa es la obra estrenada por primera vez en España, la pasada semana, en nuestro Teatro Principal titulada ‘Europa cabaret’. Es una coproducción internacional entre el italiano Teatro Stabile di Bolzano, el grupo Vereinigte Rünen Bozen y el aragonés Teatro del Temple, con  la colaboración del Patronato de las Artes Escénicas y la Imagen de Zaragoza, que enfocan la intento de explorar el origen, el concepto y el contexto de Europa de una forma múltiple, quizá excesivamente abigarrada.

Dos directores, Serena Sinigaglia y Carlos Martín, dos autores, Roberto Cavosi y Michele De Vita Conti, así como un elenco multilingüe, son los ingredientes de este nuevo y polifónico espectáculo. Sobre dos textos diferentes: ‘Europa en Marte’, del primer dramaturgo, y ‘La Diva Europa’, del segundo, los directores trabajan con un reparto internacional en el que figuran los actores zaragozanos María Pilar Pérez Aspa y Balbino Lacosta.

La obra se divide en dos partes, prolija y un tanto confusa la primera, por las inevitables alteraciones espacio-temporales y la frecuente alusión a nombres propios no siempre fáciles de identificar –caso del poeta André Chénier–, mientras que la segunda se inicia de una forma más diáfana, aunque también deriva hacia la concepción simbólica que predomina en todo el espectáculo, un modelo de ensayo escénico positivo en sí mismo, pero que puede producir cierta confusión en algunos los espectadores.

La traducción y adaptación de los textos, de María Pilar Pérez y Alfonso Plou, facilitan el entendimiento del mensaje, siendo también valuables el esfuerzo lingüístico que realizan el resto de los actores extranjeros que en la mayoría de los casos no plantean excesivos problemas de comprensión. Siempre es positivo salir de los cauces trillados de la comedia o el drama para abrir horizontes que transmitan aspectos de la realidad presente que suelen obviarse en las puestas en escena convencionales.

El caos en el que hoy se vive, gracias al desaforado afán de crecimiento que nos condiciona y a veces nos aplasta, evidente a poca sutileza de que se disponga para captarlo, convierten a esta obra en una especie de pórtico de la realidad en que vivimos y de las dificultades que la historia ha planteado para conseguir unificar ideas y tendencias en el continente europeo que habitamos.

Próximo

Residir a 17.000 kilómetros de distancia y, sin embargo, poderse ver y oírse al instante es una de las maravillas tecnológicas que ya a nadie extraña. Sobre esta premisa está construida la pieza teatral ‘Próximo’, de Claudio Tolcachir, que se ha representado el pasado fin de semana en el Teatro del Mercado.

Santi Martín y Lautaro Perotti representan a dos individuos que hace algún tiempo no se conocían, y que tampoco se han visto nunca en realidad, aunque proyectan hacerlo pronto. De momento, su relación es solo telemática.

El primero es un actor de series televisivas en España, y el segundo un inmigrante argentino en Australia, que trabaja de lo que encuentra. La comunicación entre ambos es una de las tantas que se establecen entre desconocidos a través de Skype o de otras plataformas interactivas. Ellos se conectan y se cuentan las menudencias del día, combinando las 10 horas de diferencia horaria que hay entre sus dos ubicaciones.

Todo ello mostrado sobre un mismo escenario, en el que se cruzan compartiendo espacio físico sin tropezarse ni dirigirse una sola mirada, salvo la que refleja la pantalla del respectivo ordenador, es una novedad relativa que el autor y director de la obra aprovecha para mostrar la proximidad a la que nos ha conducido la referida tecnología, manteniendo al mismo tiempo una distancia física que empieza a ser un lastre para los protagonistas. Ambos planean un encuentro que tendrá lugar en un punto intermedio, como la ciudad de Buenos Aires. Esa experiencia superará las deficiencias de la relación virtual.

La tesis de la obra recoge la necesidad innata en el ser humano de relacionarse a través de sus sentidos, de su mirada, de su palabra viva, de su piel. La actuación de los intérpretes es impecable, porque la trayectoria de cada uno no está condicionada por la del otro, salvo en los momentos en que han acordado ponerse en relación, bien sea para despertar, bien para solucionar algunos de los conflictos y dificultades que les surgen en sus respectivas vidas.

El fondo de la propuesta escénica es una llamada de atención sobre esta fórmula comunicativa que consideramos progreso, pero que al mismo tiempo deposita en nosotros un déficit de vínculo corporal, ese código inscrito en nuestra naturaleza al que no podemos renunciar.