Mauthausen, la voz de mi abuelo y Mongolia sobre hielo

Mauthausen, la voz de mi abuelo

El ciclo Mujeres a Escena, que programa el Teatro de las Esquinas, está desarrollándose con un enorme éxito de público y crítica. Superado ya el ecuador con la tercera de las propuestas, titulada ‘Mauthausen, la voz de mi abuelo’, que se ofreció el pasado miércoles, día 4, hay que desearle larga vida y una penetración cada vez mayor en el tejido social, porque es una forma de apoyar el trabajo creativo de la mujer, no solo desde el punto de vista actoral, sino desde otros muchos que no han sido tan frecuentes en el mundo escénico.

En esta ocasión, la obra ofrecía alicientes fuera de lo común. En primer lugar, la intérprete, Inma González, dirigida por Pilar G. Almansa, hablaba por boca de su abuelo Manolo, que fue uno de los republicanos españoles que huyeron a Francia tras la guerra civil, soportaron los campos de acogida, se incorporaron a la resistencia frente a los nazis y acabaron internados en los campos de concentración.

La narración en primera persona por su nieta recuerda en cierto modo la transposición de papeles masculinos en algunas obras dramáticas y musicales del renacimiento y el barroco, pero en este caso está muy por encima del significado de la transversalidad, al reencarnar la actriz la personalidad de su abuelo. Ello proporciona a la obra un cierto hálito poético porque lo que se cuenta es tremendo, pero aparece como dulcificado por la voz de una mujer, que no adopta un tono trágico sino que en todo momento manifiesta un trasfondo de comprensión y de ternura, que queda explícito cuando pone en boca de su abuelo algo poco frecuente en quien ha sufrido tanto: “No odio a nadie ni guardo rencor por lo que pasé”.

Los recursos escénicos son significativos, con la utilización de una escalera que sirve como elemento de sometimiento y también de triunfo final, cuando la actriz trepa a lo alto de la torre ondeando la bandera blanca de la libertad. La utilización de calzados, ropajes y otros elementos propios de los presos, su estudiada distribución por el pavimento y el uso preciso de su cambiante significado es uno de los aciertos de la puesta en escena. Hay que señalar también la calidad de la banda sonora que acompaña de forma elocuente los episodios narrados.

Más allá de la descripción del horror, la obra deja un poso de esperanza en que situaciones parecidas no vuelvan a ocurrir no solo en nuestra órbita cultural, sino en ninguna parte del mundo.

Mongolia sobre hielo

La situación política del país ha motivado siempre al dúo formado por Darío Adanti y Edu Galán para organizar los espectáculos a partir de su revista Mongolia. La semana pasada presentaron en el Teatro de las Esquinas su espectáculo ‘Mongolia sobre hielo’ partiendo de dos personajes que se duplican.

Por una parte, son empresarios de izquierdas que tienen montado un circo sobre hielo, y por la otra, trabajadores de derechas, empleados en la limpieza de su presunto circo –presunto porque no cuentan con las condiciones técnicas necesarias para ponerlo en marcha– sobre el que pensaban interpretar sus acrobacias.

Edu y Darío se alternan como personajes reales en sucesivos monólogos, y hacen también algunos diálogos, todo impregnado de trasfondo político, utilizando un lenguaje dicharachero, a veces desabrido y un tanto grueso. Una de las cuestiones claves es determinar hasta dónde llega el límite del humor en una publicación satírica como la que gestionan, en cuya lectura reinciden con frecuencia.

Su nivel de comicidad es suficiente y está respaldado por su larga trayectoria escénica y sus creaciones textuales al frente de la publicación en que se fundamenta su temática y que define su estilo de expresión. No aplican ningún recurso artístico de cuño ajeno, sino que se interpretan a sí mismos en la mayor parte del espectáculo.

El único punto de reserva, a mi entender, reside en la referencia a ciertos personajes televisivos, citados por su nombre propio, lo cual podría obviarse con alusiones sutiles porque son suficientemente conocidos como para que puedan ser identificados por el público sin problema.