Ricardo III, 24 horas en la vida de una mujer y La Tuerta

Tres fueron las piezas teatrales, todas de signo dramático, que ocuparon los escenarios municipales durante la pasada semana.

La controvertida historia de Ricardo III, rey de Inglaterra, último vestigio de la etapa medieval, se representó el martes, día 11, en el Teatro Principal por el taller del tercer curso de la Escuela Municipal de Teatro. Un verdadero logro, porque la pieza es de armas tomar. Parece ser que la historia real dulcifica la imagen del monarca, pero Shakespeare se basó en testimonios y leyendas de la época para presentarnos un personaje despiadado, cruel, ambicioso y villano que ha producido siempre honda huella entre los espectadores.

La puesta en escena, dirigida por Blanca Resano, resultó muy imaginativa, con buenas dosis de modernidad, introduciendo diálogos y canciones, así como artilugios de comunicación contemporáneos, lo que actualiza el fondo de la cuestión, porque hoy en día sigue habiendo en las altas esferas del poder frecuentes crueldades y villanías de las que no siempre dan cuenta los medios de comunicación.

El desdoblamiento del personaje principal que se repartieron Álex Aldea, Rubi Fernández y Xavi Caudevilla, es el eje del significado trascendente del que se quiso dotar a la obra, dando entender esa multiplicidad de malos espíritus que con rostro semejante pueden desarrollar acciones fatales.

Todo el elenco de este alumnado que pronto saldrá de las aulas camino de la profesión actoral, se desenvolvió con soltura, con las naturales diferencias de personalidad de cada cual, pero en conjunto lograron una obra de gran impacto, de desarrollo ágil y declamación precisa, habida cuenta de la dificultad conceptual y lingüística que plantean estas figuraciones dramáticas  de Shakespeare.

En el 75 aniversario de la muerte de Stefan Zweig, se ha rescatado una de sus mejores novelas breves, 24 horas en la vida de una mujer, y se ha convertido en un musical de cámara intimista protagonizado por Silvia Marsó, que tras ver el montaje original de Christine Khandjian y Stéphane Ly-Coug en París, se hizo cargo de la producción del espectáculo en España. El Teatro Principal ha ofrecido la obra, bajo la dirección de Ignacio García, el pasado fin de semana, tras un exitoso recorrido por Madrid y otros escenarios del país.

Una aristócrata, acostumbrada a una vida plácida y estable, al mismo tiempo que agobiante, sufre una súbita contrariedad y tiene una experiencia única, absolutamente inesperada, que le lleva a enfrentarse a todos sus principios vitales y morales. La protagonista, que acaba de enviudar, observa en el Casino de Montecarlo a un joven que pierde todo su dinero en la ruleta. Desesperado, el hombre abandona el local dispuesto a suicidarse. Ella lo sigue y consigue evitarlo. Ese acto, entre solidario, instintivo e interesado, transforma su vida para siempre.

La autora reflexiona sobre los misterios de la naturaleza humana y nos muestra cómo el destino puede convertirse en catalizador de un profundo debate moral. La presión social, las normas, el estatus y la religión condicionan cada uno de los actos del ser humano. Reprimimos nuestros deseos más profundos para no entrar en conflicto con lo establecido. Pero cuando el destino nos empuja a una situación límite, cuando las pasiones se escapan a nuestro control, ya no somos capaces de romper esas barreras para conquistar la libertad.

Con música en directo de Sergei Dreznin y dirección musical de Josep Ferré, con el protagonismo estelar de Silvia Marsó, que confesó en la sesión del estreno zaragozano, el viernes 13, sentir nostalgia por el escenario del Teatro Principal que no había pisado desde hacía al menos siete años, la obra fue calurosamente recibida, inaugurando una etapa de musicales de cámara que se irán sucediendo a lo largo de la programación. Bien el dúo actoral que secundó a la protagonista, convincente Marc Parejo y versátil Gonzalo Trujillo.

Sorprendente el texto de Jorge Usón titulado La Tuerta, que él mismo ha dirigido a María Jáimez en el Teatro del Mercado la semana pasada. Un prodigio de filigrana y minucia interpretativa basado en un episodio que arranca con el conocido y legendario reto de Guillermo Tell y su preciso arco que, en un fallo inexplicable, deja tuerta a una joven dama. El espíritu de la herida jura vengarse del amor que siente alejarse de su vida, dado su aspecto repulsivo, poseyendo las almas de las jovencitas que se vayan enamorando en el futuro.

Una fábula sobre la desgracia sufrida, que la actriz delinea gestualmente con una precisión sorprendente, para enseguida trasladarla a la época contemporánea. Es un momento clave de la representación. El tránsito corporal y temporal mantiene el nivel artístico de María Jáimez que desarrolla esta producción de Nueve De Nueve Teatro con una exquisitez y un rigor sorprendentes.

La mímica, el desarrollo de la movilidad al modo mecánico de los títeres o las muñecas articuladas, la iluminación con su juego de sombras chinescas, aportación fundamental de Juan Gómez-Cornejo, la selección de los fondos musicales, gran parte de ellos de carácter clásico y sumamente adecuados a los episodios representados, con selección de Torsten Weber, suman una serie de atractivos que hacen que esta obra, aparentemente pequeña, adquiera una altura que sobrepasa las expectativas de los espectadores, sorprendidos  por un texto, una actuación y un montaje de dimensiones inesperadas.

La ópera prima de Jorge Usón como autor y director, respaldado por un equipo de profesionales de gran prestigio, añade un hito más a la exitosa y exigente trayectoria de los dramaturgos surgidos en este territorio. Como señala la presentación del espectáculo, La Tuerta es un esperpento poético, en clave de comedia y terror, donde el amor lucha contra la rabia por hacerse con el trono de la eternidad.