El sirviente y Las chicas de juernes

El Teatro Principal y el Teatro del Mercado han sido los escenarios donde se han podido ver dos obras de signo distinto, la primera dramática, precedida de gran fama en su versión fílmica de hace más de medio siglo y la segunda de vestimenta cómica aunque con un trasfondo que induce a la reflexión sobre la modernidad.

EL SIRVIENTE

Se ofreció en el Teatro Principal la pasada semana una pieza de renombre, ‘El sirviente’, con cuatro puestas en escena. El gran problema de esta versión teatral de la novela de Robin Maugham, escrita en 1948, es que viene precedida de una obra magistral de la cinematografía que dirigió en 1963 Joseph Losey, sobre un guión escrito por Harold Pinter, a su vez excelente dramaturgo.

El drama se basa en el enfrentamiento entre un hombre servicial que, tras su aparente eficacia, oculta pasiones de dominación, posesión y degradación, con su empleador, un acomodado aristócrata. La postura sumisa del sirviente oculta deseos de revancha, resentimiento, afán de poder e inclinaciones sadomasoquistas. El arco dramático avanza desde la conquista de la confianza y el respeto de Tony, el alejamiento de su novia, la introducción de una criada en la casa para que le seduzca al patrón, la ocupación física de sus espacios, etc. La obra explora el alma humana, sugiriendo hipótesis sin formular juicios. Las cuestiones que se plantean quedan en suspenso, abiertas a la reflexión

En España tardó varios años en estrenarse la película porque no eran tiempos en los que las situaciones descritas superaran una censura rigurosa, pero finalmente lo hizo aportando aires de modernidad al cine caduco y casposo de aquella época. Ahora llega la versión teatral y, como siempre las comparaciones son odiosas, quienes vimos la cinta en su estreno o quienes la hayan visto después, aunque no se ha prodigado en las pantallas, nos sentimos un tanto defraudados por la dramatización que dirige Mireia Gabilondo sobre la versión de Álvaro del Amo. Y lo mismo ocurre con los intérpretes.

Eusebio Poncela, oscuro en su actuación e incluso en su voz, se halla muy lejos del Dick Bogarde protagonista de la historia filmada. Algo semejante puede decirse del resto de los actores, dos jóvenes desdibujados, además de una dama hierática y la joven sirvienta que representa dos personajes distintos que finalmente resultan idénticos.

Finalmente los elementos más valiosos de esta producción teatral son la ambientación musical, que crea ambiente, y la escenografía.

LAS CHICAS DE JUERNES

En el Teatro del Mercado se presentó esta producción de Babylon, escrita y dirigida por Hernán Brave, en la que tres amigas de siempre, Clara, Vicky y Mary vuelven a reunirse tras un año sin haberse visto. En ese tiempo han pasado muchas cosas. Antes se encontraban más a menudo y compartían sus experiencias, deseos, ilusiones e inquietudes, pero ahora han madurado y las cosas van cambiando.

La comedia se titula ‘Chicas de Juernes’ porque son los primeros jueves de cada mes de noviembre cuando se reúnen las tres. El planteamiento inicial es que la edad y las dificultades de la vida no son tan problemáticas si se pueden compartir.

La dramaturgia ofrece un claro desparpajo desde las primeras escenas, creando una historia que habla con naturalidad de asuntos cotidianos. Los personajes que interpretan Cecilia Cobos, Virginia Torrejón y Mercedes Ruiz representan tres estereotipos sociales: la artista bohemia, la señora tradicional y la mujer de barrio que ha llevado una vida dura al haberse quedado embarazada siendo adolescente, pero el texto de Brave les da un contexto particular a cada una que las dota de una personalidad definida.

Se trabaja con un realismo llevado al extremo, sin caer en la comedia redundante y ofreciendo buena dosis de humor con pinceladas de drama que equilibran la obra. El síndrome del nido vacío, la maternidad, las relaciones personales, el matrimonio, la amistad, e incluso el miedo al paso del tiempo van configurando una trama que va de menos a más, recalcando que a pesar de los desacuerdos puntuales hay una amistad de base que conforta a todas las protagonistas.

Entre las intérpretes hay que destacar a Mercedes Ruiz como Mary, sobre la que descansa el peso cómico y al mismo tiempo dramático y hasta problemático de la trama. Sus dos colegas están también integradas en sus papeles, sobre una escenografía que también contribuye a la comicidad.