La catástrofe natural que arrasó el camping Las Nieves de Biescas cumple 25 años

Del Camping Las Nieves solo se conserva el edificio de servicios
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Camping Las Nieves. Biescas. Comarca del Alto Gállego. Tarde del 7 de agosto de 1996. Ya ha transcurrido un cuarto de siglo desde que el mayor desastre natural que se recuerda en Aragón terminara con la vida de 87 personas y devastara vehículos, tiendas, árboles, puentes y presas. La fuerza del agua no hizo prisioneros, llegando a acumularse en tan solo una hora hasta 200 litros por metro cuadrado en la cabecera del barranco de Arás. Hace justo 25 años, el cielo se tiñó de un color negro como el tizón apenas visto en anteriores ocasiones y la tormenta perfecta arruinó por completo aquel más que visitado emplazamiento inserto en el Pirineo aragonés.

El principal motivo de que ocurriera la tragedia fue la ubicación del propio camping, localizado en un cono de deyección, que condensa el escurrimiento proveniente de las montañas más cercanas. De hecho, de producirse una fuerte tromba de agua, existe el grave peligro de desbordamiento. Aquel sitio vacacional no debería haberse emplazado en ese punto concreto a merced de una posible riada como la que tuvo lugar. “Fue el resultado de una combinación explosiva de diferentes factores porque no había percepción del riesgo. La lección aprendida fue que se debe ser más riguroso a la hora de analizar en qué zona se puede instalar o no un camping”, expone el por aquel entonces alcalde al frente del Ayuntamiento biesquense, Luis Estaún. Precisamente este altercado revolucionó la protección civil, creando ese mismo año los parques comarcales de bomberos y estableciendo durante 1997 el teléfono único del 112.

La ola de agua arrasó con todo a su paso 

La enorme ola de agua que surgió a raíz del aguacero arrasó con todo a su paso montaña abajo. Nadie se lo esperaba, pero en cuestión de minutos esta especie de tsunami engulló la totalidad del camping. Aquella tarde todavía resuena en la cabeza de muchos. Y es que como el incidente se produjo alrededor de las 19.30 horas, la llegada de la noche supuso un gran problema en las labores de búsqueda, además de que imposibilitó percibir la dimensión real de la hecatombe. El amanecer dibujó una imagen imborrable de una planicie de barro con múltiples cuerpos enterrados. Otros habían sido arrastrados hasta el pantano de Sabiñánigo, quedando sumergidos bajo la superficie.

“Yo acababa de volver a Biescas cuando recibí la llamada del gobernador civil. Es cierto que ese día ya se hacía complicado avanzar por las carreteras, pero nunca te esperas un incidente de semejante calado”, expone Estaún. “Enseguida vi a gente mojada y desnuda deambular por las proximidades del camping”, rememora. Tan solo había pasado un año desde que el exalcalde había comenzado su andadura en el cargo, y en este sentido todavía agradece la colaboración de los vecinos del pueblo, que se volcaron desde el primer instante para ayudar y socorrer a las personas que así lo requerían. “Creo que es lógico que un hecho así te sobrepase, y por eso la solidaridad del vecindario resultó crucial para intentar atajar una situación que se había desbordado”, reconoce.

A pesar de la dificultad en las comunicaciones, el arribo de medios y recursos desde Aragón y España para solucionar aquel problema logístico y humanitario no se demoró en exceso, ya que la noticia corrió como la pólvora. “Pasamos a otra escala para valorar, con los pocos datos de los que disponíamos, el número de afectados, heridos y fallecidos. Fue a medianoche cuando nos hicimos una primera idea de la verdadera magnitud del desastre”, explica. Posteriormente, el operativo se tuvo que desplazar hasta Jaca porque el estado de emergencia sobrepasaba los pronósticos establecidos.

Un punto de inflexión en la percepción del riesgo

A juicio del entonces primer edil, esta desgracia supuso un punto de inflexión para cambiar la noción de contar con un material más eficaz y con capacidad de despliegue rápido. “La UME no se creó hasta octubre de 2005, pero vino motivada en gran parte por lo sucedido en Biescas años antes. Había una clara carencia de recursos ante una emergencia de nivel nacional”, manifiesta Estaún. Además, considera que también favoreció la puesta en marcha de protocolos de atención psicológica a víctimas, heridos y familiares. Y, en última instancia, derivó en una mejor planificación y una modificación de la normativa en lo relativo al uso del suelo, los estudios hidrológicos y la distribución geográfica estratégica.

Aparte de las 87 muertes, más de 180 personas resultaron heridas. Consciente de los posteriores roces judiciales y administrativos, el exalcalde prefiere quedarse con las buenas relaciones que todavía perduran tras aquel suceso, así como los estrechos vínculos que brotaron entre turistas y vecinos. “Fue algo muy duro y triste, pero había que hacer todo lo posible para gestionarlo y que Biescas no quedara señalado negativamente. Intentamos buscar siempre el lado positivo, y la imagen de solidaridad con el pueblo fue increíble”, matiza Estaún.

En una especie de reflejo ligado a la actualidad, las fuertes inundaciones acontecidas en Alemania durante este mes de julio hicieron –desafortunadamente- que algunos de los implicados rememoraran un amargo y doloroso capítulo marcado a fuego en la historia reciente de la Comunidad.

Inauguración del parque memorial en 2016

Cuando en 2016 se cumplió el 20 aniversario de la riada, el Consistorio decidió inaugurar el Parque Memorial del Camping Las Nieves en recuerdo de las víctimas, momento en el que los familiares recibieron el primer homenaje oficial por los afectados. “Hay que dar las gracias a Oriol Espinosa, hijo de una de las mujeres fallecidas. Fue el responsable de la conmemoración de la tragedia a través de un llamamiento para juntar a las familias en un encuentro de reconciliación”, puntualiza Estaún. La escultura instalada consta de tres monolitos de piedra verticales que representan la memoria de los fallecidos, la solidaridad de los que ayudaron y los sentimientos de quienes sobrevivieron.

El acto, al que asistieron cerca de 200 personas procedentes de diferentes partes de España, fue un reencuentro que sirvió para cerrar heridas, pasar página, compartir recuerdos y aliviar penas y angustia. Se clausuró con la suelta al cielo del Pirineo de 87 globos, uno por cada vida truncada aquel fatídico 7 de agosto de 1996. Además, este año el Ayuntamiento pelaire ha procedido a colocar un centro floral para conmemorar el 25 aniversario.

El Ayuntamiento inauguró un monumento en recuerdo de las víctimas