Los maños, obligados a remontar otra vez. Foto: Real Zaragoza (Tino Gil)

Por séptima jornada consecutiva, el Real Zaragoza, y ya a nadie sorprende, finalizaba con empate en el marcador (1-1). En esta ocasión ante la Ponferradina, un rival que llegó a adelantarse en el luminoso y que obligó a Vada a igualar desde el punto de penalti. Los maños fueron mejores en la segunda parte, pero de nuevo no lograron romper la cadena de igualadas.

JIM comenzaba con menos cambios de los quizá previstos: Nieto por Chavarría y Borja por Bermejo. Más rotaba la Ponferradina, con Erik Morán o Yuri desde el banquillo, siete cambios en total. El primer golpe se lo llevaría el Real Zaragoza con una pronta amarilla a Eguaras, en el minuto 2, protestada por la permisividad anterior al visitante. Los de Bolo, por cierto, empezaron mejor, con hasta seis o siete futbolistas ahogando la salida de balón aragonesa.

Una disposición que los rivales empiezan a conocer para hacer daño. El segundo golpe lo recibía antes del 10: Narváez daba el susto, pidiendo en principio el cambio por un percance muscular, pero trató de seguir.

Por lo demás, los minutos pasaban y ningún equipo encontraba la forma humana de hacer daño al otro. Se veía al Real Zaragoza más impreciso y sus únicas bazas pasaban por el balón parado. El ritmo de ambos bordeaba finamente el bostezo, ayudados por un colegiado poco amigo de la ley de la ventaja y con un criterio nefasto. Lo más peligroso en media hora fue una internada de Nieto sin rematador en su balón al corazón del área. Y otro centro-chut del canterano dos minutos después. Sin intervenciones de los guardametas en ningún caso.

Si algo quedó evidenciado es que el Real Zaragoza necesitaba algo, necesitaba mucho para imponerse a la Ponferradina. Y viceversa. Los de JIM debían mejorar absolutamente todo y encontrar una alternativa a su fútbol, romo, sin acierto, y sin espacios. Representados por Eguaras o Vada, dos de los más inspirados de la temporada pero ofreciendo una imagen de desacierto evidente. Al descanso, un 0-0 insulso.

Segunda parte

JIM no movió el banquillo en el paso por los vestuarios. Y el equipo lo pagó. Contraataque de la Ponferradina tras córner a favor del Real Zaragoza, Eguaras no corta la jugada para no acabar expulsado y, finalmente, Cristian hacía el 0-1 en el 47 aprovechándose de un lanzamiento previo al larguero. Pudo igualar el conjunto maño por medio de Francés, pero su disparo lejano se marchaba pegada al palo derecho de la meta defendida por Amir. También la Ponfe con Saberio como protagonista, levantando los primeros pitos de impaciencia en La Romareda.

Se animó el Real Zaragoza, con más orgullo que fútbol. La más clara la tuvo Narváez en un centro-chut que Amir acertaba a despejar, con el guion ya claro: los maños volcados y los visitantes buscando robar y salir rápido. Poco después, en el 59, una jugada en ataque zaragocista finalizaba con Fran Gámez lanzando un latigazo que se iba por centímetros arriba de la portería. Otra más de Gámez en el 62, pero de nuevo Amir se hacía gigante. Eran los mejores minutos blanquillos. Y JIM movía el banquillo con Petrovic, Nano Mesa y Azón en detrimento de Eguaras, Zapater y Borja. Toda la carne en el asador. En medio, un agarrón a Jair dentro del área que mínimo merecía un VAR que nunca se produjo.

Sí lo señalaría en el minuto 73 en una gran contra zaragocista en la que Amo llegaba tardísimo ante Narváez. Penalti claro. A los mandos Vada, engañando a Amir con maestría y poniendo las tablas en el marcador. Al poco, Álvaro Giménez dejaba su sitio a Adrián, colocando un once más equilibrado JIM para protegerse algo más. Y con Yuri en el césped parecía lógico. Por cierto, notables minutos de Petrovic.

Por entonces, el Real Zaragoza ya apostaba desde hace rato por un fútbol más directo. Se agradecía. El propio Petrovic tuvo de cabeza el 2-1, pero mandó su testarazo a la estratosfera. Con el paso de los minutos, el punto se empezaba a hacer mucho más factible. Cuatro de descuento por delante. Y dio tiempo a que Nano Mesa perdonara lo imperdonable, con una pared de cabeza con Azón que remataba a las manos. Y así moriría el partido, con un conjunto aragonés pujando con todo por un botín que se queda escaso.

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