Francés, Francho, Iván y Puche: rasmia y sangre blanquilla para hacer soñar al Real Zaragoza

Esta explosión de la cantera no es casualidad, sino que lleva muchos años de esfuerzo y sacrificio en las deterioradas instalaciones de la carretera de Valencia. Foto: Real Zaragoza
photo_camera Esta explosión de la cantera no es casualidad, sino que lleva muchos años de esfuerzo y sacrificio en las deterioradas instalaciones de la carretera de Valencia. Foto: Real Zaragoza
11 de febrero. 22.50 horas. El Real Zaragoza salía de Leganés con el agua al cuello, en 18ª posición, marcando el límite entre la permanencia en Segunda y la caída a los infiernos, con apenas cuatro puntos de colchón con el desastre, y con JIM más cuestionado que nunca. A esa hora, Iván Azón anotaba un 2-1 totalmente intrascendente en ese momento, que solo maquillaba un pobre partido, pero que en realidad iba a despertar una bestia. Han pasado 28 días desde entonces. El equipo blanquillo tenía por delante a una UD Las Palmas siempre peligrosa, la complicada visita a El Molinón, un intratable Almería y una finalísima ante el Fuenlabrada. Los ha ganado a todos. 12 puntos de 12 posibles. Con más o menos fortuna, recordando los fallos de Hernani o de Berrocal, el Real Zaragoza se ha levantado del momento más complicado de la temporada y en unas semanas clave para definir el final de la temporada. Y lo ha hecho a base de trabajo, coraje, casta, fútbol y, sobre todo, rasmia. Definida por la RAE como el “empuje y tesón para acometer y continuar una empresa”, cuatro chavales, cuatro amigos, de apenas 20 años han inyectado toda su sangre aragonesa a un equipo alicaído que no quiere despertar del dulce sueño del último mes y pretende hacer soñar a toda una ciudad con un gran final de temporada y con cotas más altas que una permanencia en Segunda División. No en vano, de los últimos nueve goles, los de las cuatro victorias y el de Iván en Leganés, seis llevan el sello de la cantera aragonesa. Dos de ellos, Alejandro Francés y Francho Serrano, hace tiempo que son absolutamente indiscutibles. Crecen en cada minuto que juegan con un desparpajo, hambre y calidad impropios de una Segunda División, y que ya han encandilado a los técnicos de la selección española. Poca gente dudará de que el “6”, ese dorsal que ya han llevado Xavi Aguado o Gabi Milito, es uno de los mejores centrales, si no el mejor, de la categoría, mientras que solo una inoportuna lesión muscular ha sido capaz de frenar a un Francho que lidera el centro del campo blanquillo. Con ellos, fue clave también la pasada temporada un Iván Azón al que solo las cifras goleadoras le ponían un mínimo “pero” a su incansable trabajo. En 50 partidos con el primer equipo había anotado tres goles, uno menos que en los cuatro últimos, unas cifras pobres si se miran únicamente desde el frío e injusto prisma de las estadísticas, pero Iván no se iba a rendir, y ese gol aparentemente intrascendente en Butarque iba a despertar una bestia que estalló en aquel minuto 96 de El Molinón. Sus goles ante el Almería y el Fuenlabrada han terminado de encandilar a una Romareda que ya vibra coreando su nombre. [caption id="attachment_329274" align="alignnone" width="770"] El equipo celebró la victoria en el vestuario como una piña[/caption] El último en sumarse a este grupo es Miguel Puche. Turiasonense de 20 años, a mes y medio de cumplir 21, fue reclutado a la Ciudad Deportiva en 2018, tras forjarse en la cantera del Tudelano, y le bastó un año como blanquillo para escribir con letras de oro su nombre en la historia de la cantera blanquilla. Trabajador incansable, aporta intensidad, verticalidad, descaro e imprevisibilidad en todas sus acciones. Quizá no sea el mejor, pero siempre será útil para cualquier entrenador. “Casi me he puesto a llorar cuando he ido a la grada a celebrarlo. Me ha salido toda la emoción de tantos años entrenando y deseando marcar un gol en La Romareda. Es la sensación más increíble que he vivido en mi vida”, afirmaba ante los medios tras la remontada de este viernes ante el Fuenlabrada. Porque Puche ya sabe lo que es marcar goles decisivos. Un gol suyo en una mañana de domingo de abril de 2019 dio el triunfo al Juvenil de Iván Martínez en Reus y firmaba el título de Liga para aquella camada, que conquistó la División de Honor con solo una derrota en 30 partidos, frenando a los poderosos Barça de Ansu Fati y al Espanyol. Un mes después, esta “pandilla” se desplazó a Vigo. Era el tapado de la Copa de Campeones, pero aquel que hubiera visto a este grupo sabía que no iban a pasar el rato. Un cabezazo de Francés tumbó al vigente campeón, el Atlético de Madrid; un misil de Puche y un remate de Jaime Sancho derribaron al anfitrión, el Celta, en Balaídos; y los reflejos bajo palos de Carlos Azón levantaron el título de campeones de España. Francés y Puche, bajo la batuta de Francho, ya están en el primer equipo, y Sancho y Azón, junto a otros como Javi Hernández, Castillo o Borge siguen creciendo a la espera de que llegue su momento. Pero esta explosión de la cantera no es casualidad, sino que lleva muchos años de esfuerzo y sacrificio en las deterioradas instalaciones de la carretera de Valencia, viendo cómo otros clubes más poderosos económicamente pescaban en los ríos revueltos, pero dotando a los jóvenes de un gen competitivo impagable mientras se forjaba un amor de unos colores impropios de jóvenes que solo han visto deambular al Real Zaragoza por las sombras de Segunda División. Tras el título de campeones de España, llevaron su fútbol a la Youth League, donde solo el Olympique de Lyon, una de las mejores canteras de Europa, y una pandemia pudieron frenar al Real Zaragoza de pelear por revalidar el título nacional. Y el año pasado, de nuevo con Javier Garcés al frente del Juvenil, una nueva camada volvió a pelear de tú a tú, hasta el último minuto de la última jornada, ante un Barça liderado por Gavi, ya internacional absoluto. Jesús Vallejo, capitán a los 17 años, Raúl Guti o, más recientemente, Alberto Soro y Enrique Clemente, dos de la también prolífica generación del 99, llenaron el primer equipo de sangre y alma blanquilla. Algunos han tenido que marcharse para volver con más fuerza, como Marc Aguado, creciendo a pasos agigantados en su cesión al Andorra, y otros solo están esperando su oportunidad. El lateral internacional con la Sub19 Ángel López o el centrocampista Alberto Vaquero ya están llamado a la puerta de JIM, o directamente derribándola, como Raúl Rubio, killer del Deportivo Aragón con 15 goles en esta temporada. Con esa rasmia aragonesa, el futuro solo lo escribirán ellos.