Revivía Alfonso visiblemente emocionado algunos de los capítulos de su etapa como trabajador de Schindler en Zaragoza. Recuerda exactamente el tiempo. Fueron 47 años y 50 días. “Toda una vida”, dice. Hoy, evoca cada segundo en aquella planta con más dolor y rabia que nunca por la dureza de la situación a la que se enfrentan 119 de sus compañeros. Las negociaciones parecen estar paralizadas. En un delicado punto muerto del que tan solo se devendrá lo que muchos califican de “desastre”. Lo asegura también el presidente del Comité de Empresa, José Antonio Dieste, después de que la empresa fijara su posición en cuanto al cierre de la planta zaragozana, sin siquiera posar sobre la mesa “una sola propuesta en firme” en defensa de los empleados que tienen irremediablemente a estas alturas un pie en la calle.
No hay pancarta o cántico que exprese la exasperación de los trabajadores afectados. Sin embargo, este lunes, todos ellos -acompañados de familiares, ex colegas de planta y vecinos que han querido sumarse a la causa- se han concentrado en pleno centro de la capital aragonesa para luchar por su futuro. El apoyo se ha hecho extensible incluso a las principales instituciones de la capital (Ayuntamiento y Gobierno de Aragón, en concreto), que asimismo han mostrado disposición para “hacer todo lo posible” por el “no cierre”. Precisamente, ha anunciado Dieste, las Cortes de Aragón emitirán próximamente un comunicado “en apoyo a los trabajadores”.
Por el momento, la negociación está envuelta en un clima “etéreo”, cuenta Dieste, porque tan solo se han mencionado por encima posibles movimientos post-cierre. La empresa ha hablado de unas 25 recolocaciones “pero seguimos sin saber ni a qué personas incluirá, ni a qué departamentos afectaría”. También ha dejado caer la empresa la posibilidad de abrir una vía a la prejubilación, aunque no acogería a la división actualmente afectada. Al parecer, el planteamiento de Schindler es que una veintena de trabajadores de otras divisiones -como la de Madrid o Eslovaquia- llegaran a prejubilarse, y, entonces, dichos puestos pudieran ser ocupados por el personal afectado por el ERE. Sin embargo, todavía “todo son previsiones e indeterminado”, lamenta.
Mientras, el contador sigue su curso hacia la fecha prevista para el cierre unilateral de la planta: el 21 de febrero. Apenas un puñado de días para tratar de encontrar “soluciones” para esos trabajadores. A pesar de la incertidumbre, y ante los micrófonos de los medios, Dieste sigue sosteniendo que “si hay negociación, hay esperanza”. Es la forma de transmitir el inquebrantable afán de la plantilla por seguir “luchando” por obtener, de darse definitivamente el cierre, “las mejores condiciones de salida posibles”.