Los informes psicológicos de Lanza no coinciden, así ha quedado latente en la quinta sesión del juicio del conocido “Crimen de los tirantes”. Las discrepancias han sido constantes en todo momento, la primera sobre la afección del alcohol en el acusado y su efecto en la agresión y la última si tiene tendencias psicológicas impulsivas. Una sesión complicada en la que no han faltado las acusaciones constantes entre acusación y defensa.
Los primeros en presentar su análisis han sido dos médicos forenses del del Instituto de Medicina Legal de Aragón (IMLA), la doctora Del Ruste y el doctor Cobo. En su exposición, a través del análisis de varios documentos y estudios, y en concreto del auto, han llegado a la conclusión que Lanza, por un supuesto consumo de alcohol, “disminuyó su capacidad volitiva”, es decir, intervino en su voluntad, una “afectación para realizar un acto”. Pero no en la cognitiva.
Sobre el alcohol va la cosa. El doctor Cobo, médico forense del IMLA en sustitución a otra especialista que se encontraba de baja, ha mostrado una metáfora sobre el consumo de alcohol al jurado con una cebolla. En esta, ha explicado que la “pulsión” de cada uno era la capa más interna de la cebolla y que el alcohol “disminuía” esas capas y sacaban las verdaderas pulsiones de cada uno. En relación a las tendencias impulsivas y agresivas de Lanza, antes descrita por las especialistas basadas en los informes.
El abogado de Lanza, Endika Zulueta, ha mostrado su disconformidad con esta teoría haciendo ver al doctor Cobo que hay más teorías sobre el consumo de alcohol, que, por ejemplo, “si alguien es tímido, de repente liga”. A lo que el doctor ha admitido que existen más teorías y que el ejemplo de la cebolla solo ha sido un efecto “practico y sencillo”.
Más tarde ha sido el turno de las psicólogas del IMLA, Cristina Andreu y Victoria Domínguez, ambas han dado una valoración psicológica de aspectos de la personalidad a través de tres procesos de evaluación en los años 2018, 2019 y 2020. Las dos psicólogas han defendido que a través de un informe psicométrico realizado a Lanza demuestran que es una persona “impulsiva” y que “tiene la piel muy fina” lo que le produce una reacción “altamente reactiva” ante una hostilidad.
Las psicólogas han afirmado entonces que Lanza “no estaba bloqueado” por el miedo en el momento de la agresión. Ambas profesionales han señalado, según ellas, que su capacidad cognitiva no se vio afectada pero sí la volitiva. Algo que modificaría una de las principales líneas de la defensa, en la que se achaca la agresión a una disminución de la capacidad cognitiva de Lanza y que fue una reacción a la respuesta al miedo.
Han terminado afirmando que su “alta impulsividad junto al alcohol – si de verdad se demuestra- pudo disminuir su capacidad de autocontrolarse”. Un argumento que ha sido rebatido después por los peritos de la defensa, los psicólogos Andrea Galán y Pau Pérez, que han buscado desmontar los informes psicológicos antes expuestos por las psicólogas del IMLA, en los que también han coincidido en muchos datos.
Galán ha afirmado que uno de las escalas que muestran las psicólogas del IMLA son del 2001 y no son como las usadas por los peritos de la defensa, que usan una muestra del 2018 más actualizada. Por lo que ha considerado que sus resultados “son más fiables que los del IMLA”. Lo que, para estos, demostraría que Lanza no es impulsivo. Su compañero Pau Pérez ha querido demostrar al jurado que el acusado sí que había bebido y que su capacidad cognitiva, es decir conocer lo que estaba haciendo, se vio afectada. Pérez ha explicado que Lanza “había bebido bastante” algo que se puede demostrar con “la pobreza del relato” que aportó.