La colaboración en una estafa a 228 personas podría llevar a una joven a pasar seis años en prisión

La acusada, N. K., ha declarado desconocer que la actividad que realizaba con Carlos S. era ilícita. Foto: Elena Albiac
photo_camera La acusada, N. K., ha declarado desconocer que la actividad que realizaba con Carlos S. era ilícita. Foto: Elena Albiac

Más de 200.000 euros en micropréstamos online y 228 identidades suplantadas para obtenerlos. Este es el reguero que dejó el falso empresario Carlos S. y su supuesta trabajadora N. K., una joven de 19 años cuando ocurrieron las estafas. Esta última se enfrenta a seis años y tres meses de prisión como presunta autora de un delito de estafa al haber sido, según defiende la Fiscalía y la acusación particular, conocedora de las transacciones ilegales. Carlos S., cerebro de la trama y con antecedentes por delitos similares, está en paradero desconocido.

La acusada, N. K., ha declarado desconocer que la actividad que realizaba con Carlos S. era ilícita. Esta llegó a abrir doce o catorce cuentas donde recibía, según le prometía el otro acusado, “inversiones extranjeras”. Pero, en realidad, este dinero provenía de multitud de empresas de microcréditos online. N. K. ha asegurado este lunes en el juicio que ella pensaba que era una trabajadora más y que no sospechó nada debido a los conocimientos fiscales que el otro acusado afirmaba tener. La joven ha declarado también que recibía dinero por ello y que le fue prometido el 10% de cada transacción, algo que ha asegurado que finalmente no recibió, teniendo problemas incluso para pagar su alquiler.

“Me dio explicaciones fiscales. Todo es legal, me decía. Me lo creí, sino no hubiera metido a familia y amigos”, ha declarado la acusada. Esta semana, la defensa de la joven, ejercida por el letrado Rubén Cobo, entregó a la sala unas conversaciones de Whastapp que, según ha afirmado Cobo, probaban la inocencia de N. Tras esto, varias acusaciones ejercidas por entidades bancarias y víctimas de la suplantación retiraron su acusación a la joven, manteniendo la de Carlos. Sin embargo, la Fiscalía ha decidido mantener la pena de seis años y tres meses para la joven y siete para Carlos S., en paradero desconocido tras pagar la fianza que el Juzgado zaragozano le impuso hace un par de años.

Tal era su confianza en Carlos que metió también a una amiga y a su hermano y los puso a crear cuentas bancarias con sus nombres, en las que ella, según defienden las acusaciones, era parte intermediaria de las transferencias. N. también ha declarado que solo vio a Carlos una vez en un hotel de Burriana (Castellón) y que se comunicaba con él por Whatsapp. La acusada también ha expresado en el juicio que le requería su contrato de trabajo y este respondía que “lo tenían en la gestoría”.

Modus operandi

El cerebro de la trama y fugado, Carlos S., edificó un sistema de estafas en los que llegó a robar la identidad de hasta 228 personas para poder acceder a microcréditos. La forma en la que se apropiaba de las identidades de estas personas era a través de entrevistas falsas de empleo en las que solicitaba documentos inusuales como nóminas, extractos del banco e incluso facturas de luz y agua. También fotografías del DNI, que les abría las puertas a obtener estos pequeños créditos, normalmente de entre 300 a 500 euros, aunque en algunos casos llegaba a obtener 2.000 euros. Para estas entrevistas alquilaba despachos en el paseo Independencia o en el World Trade Center de Zaragoza. En la capital aragonesa se han visto afectadas por esta suplantación hasta 60 personas.

Como defienden las acusaciones y Fiscalía, Carlos S., con la documentación adquirida sin el permiso de su propietario, pedía a N. K. la creación de estas cuentas bancarias, dándole todas las instrucciones. “Me explicó cómo sacarlas. Todas las explicaciones que me dio eran convincentes”, ha relatado la acusada. Tras esto, recibía la cantidad de dinero y ella se la pasaba a otra cuenta de su supuesto jefe. La joven también metió dentro a su hermano y a una amiga, y también crearon cuentas para la realización de estas transacciones. Este lunes han declarado que tampoco conocían que lo que realizaban ellos ni N. era una actividad ilegal. Con estas operaciones, el ahora fugado se llegó a embolsar 200.000 euros.