Algunas cuadrillas vestidas de blanco y azul se reunían esta mañana en terrazas y bares para disfrutar del tradicional almuerzo del Cipotegato y es que hoy un colorido arlequín bañado por una lluvia de tomates se subiría a la estatua que hay en su honor en el municipio desatando la locura y dando comienzo a las fiestas grandes de Tarazona. La diferencia es que hoy los ropajes de los turiasonenses estaban limpios y no había ningún rastro de tomate en sus calles, el ambiente estaba demasiado tranquilo y sin las aglomeraciones de años atrás. También había algo de melancolía ya que Tarazona afronta su segundo año consecutivo sin Cipotegato.
Sin ningún tipo de acto y con el lema de las “No Fiestas” por bandera, “hay una sensación triste y un poco rara. El primer año fue de incertidumbre y este no nos queda otra que la resignación y la confianza de que en 2022 estemos celebrándolos por todo lo alto”, ha asegurado la concejal de Festejos del Ayuntamiento de Tarazona, Eva Calvo, quien tiene “plena confianza” en que los turiasonenses se juntarán y celebrarán de manera comedida y respetando las medidas sanitarias. “El año pasado no tuvimos ningún repunte de contagios por estas fechas y confiamos en que este ocurra lo mismo por el bienestar de todos”, ha reconocido.
Las terrazas, los bares y las huertas privadas serán los únicos lugares donde puedan reunirse los turiasonenses ya que los cuartos y las peñas están cerrados al igual que las asociaciones gastronómicas y demás colectivos. Esto forma parte de las medidas de seguridad que se han impuesto desde el Ayuntamiento del municipio y que se basan en un mayor control policial sobre todo en el horario nocturno.
“Los aforos y el horario de cierre de los bares son los mismos que dictan las medidas vigentes en Aragón, es decir, máximo diez personas en reuniones sociales (seis en el interior de los bares) y cierre a las 0.30 horas, porque no creímos necesario hacerlas más restrictivas viendo la evolución de la pandemia”, ha reconocido Diego Cobos, concejal de Seguridad Ciudadana. Tarazona es el municipio de más de 10.000 habitantes que menos incidencia acumulada presenta en los últimos catorce días, siendo de 151.1.
Todos aquellos que paseen frente al Ayuntamiento verán la estatua del Cipotegato vallada y es que es una de las medidas que se han tomado para evitar aglomeraciones en ella y que la gente se suba. Además, hay más dispositivo de Guardia Civil, Bomberos y Policía Local que vigilará las calles. “Controlar el ámbito privado es complicado y a no ser que sea evidente una gran aglomeración de coches o algo así no se puede saber cuánta gente se reúne o no en una casa, así que solo queda confiar en que las cosas se hacen bien”, afirma Cobos.
La gente tiene ganas de salir y de celebrar y los vermús durante los días grandes de Tarazona son sagrados, por lo que se espera que el municipio se llene de vida durante esta semana. “Con la vacunación tan avanzada hay mas sensación de seguridad y es normal que los vecinos se quieran reunir con sus familiares, amigos y cuadrillas para comer, cenar o tomarse un vermú, sí que se ve un poco más de vida en las calles, pero todo está muy tranquilo”, asegura la concejal de Festejos.
San Atilano, todavía en duda
El Cipotegato representa las fiestas más grandes de Tarazona, sin embargo el municipio cuenta también con los festejos en honor a San Atilano, su patrón. Estos se celebran el primer fin de semana de octubre cuando suelen sucederse conciertos, eventos y actos solemnes en la catedral. Este año todavía están en el aire ya que el decreto vigente del Gobierno de Aragón suspende las fiestas patronales hasta el 30 de septiembre, por lo que “habría poco margen para plantearlas y tendríamos que valorar cómo y en qué condiciones hacer los actos”, ha relatado la concejal de Festejos.
Por el momento, en Tarazona hoy no hay tomates ni camisas manchadas pero si ilusión de que el año que viene puedan volver con más fuerza y más ilusión que nunca.