Café 1885
El Café 1885 ha reabierto tras nueve meses cerrado. Foto: Laura Trives

El salón Luis XVI con su artesonado en blanco y sus toques dorados hacen viajar a los visitantes a un auténtico café parisino, pero nada más lejos de la realidad y es que el emblemático Café 1885 se encuentra en una vía todavía más emblemática: la calle Alfonso de Zaragoza. Y allí, en el número 25 de un centro neurálgico tan bello como bullicioso, y tras nueve largos meses cerrado, ha reabierto sus puertas con una imagen renovada, pero manteniendo esa esencia de finales del siglo XIX y esa fachada que fue objeto de tantos deseos durante cien años.

Foto: Laura Trives

Y es que en 1885, las damas y los varones más refinados acudían a la prestigiosa Joyería Aladrén, ubicada en este mismo número, para hacerse con las mejores piezas. De hecho, la reina Fabiola de Bélgica o el Papa Juan Pablo II vistieron joyas de este negocio del que también salió el óculo de la columna de la Basílica del Pilar.

Foto: Laura Trives

Con asientos aterciopelados en colores azules, mesas de mármol y baños modernos y estéticos, pero con un toque casi medieval gracias a su pared empedrada componen un renovado café en el que se ha conseguido respetar hasta el 90% de lo que fue el edificio de finales del siglo XIX. «Hemos querido respetar al máximo la esencia de este edificio histórico, pero también traerlo a la actualidad y darle un aspecto más moderno y atractivo. Hemos jugado con los contrastes e incorporado elementos más sorprendentes», ha asegurado Santiago Baselga, actual propietario del local.

Foto: Laura Trives

Alguno de esos elementos más sorprendentes es la impresionante lampara, digna del Palacio de Versalles, que pende del artesonado en madera original del edificio histórico. Y, justo debajo de ella, unas escaleras llevan hasta una zona más tranquila dentro del local con unos butacones en colores claros que contrastan con la pared de ladrillo.

Este viernes el bullicio en el Café 1885 a primera hora de la mañana demostraba que el emblemático local no ha perdido fuelle a pesar de haber estado nueve meses cerrado. Así, ha demostrado que los toques parisinos, el ambiente clásico y majestuoso y la modernidad contrastan a la perfección en una calle Alfonso que destila aroma del siglo XIX.

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