Mikel Rico se ha despedido de la Sociedad Deportiva Huesca haciendo un recorrido por sus tres etapas con la camiseta altoaragonesa. Llegó al cuadro oscense cuando se encontraba en Segunda B, cuando ya tenía 23 años, aunque era propiedad del Poli Ejido. Ahí recuerda cómo entrenaban cada día en un sitio, y cuando tocaba llevar los balones, multaban al que se los olvidase. Con el paso de los años escaló hasta hacerse un fijo en el Athletic, pero volvió a Huesca para lograr el ascenso con ellos. Tras 184 partidos dice adiós al equipo.
Su llegada se fraguó en la temporada 2007/08, gracias a Lalo Arantegi, jugador entonces del Huesca y con quien había compartido vestuario en el Conquense. En ese momento tenía varios equipos detrás, pero la figura del ex director deportivo del Real Zaragoza pesó mucho. “Estaban el Poli Ejido, el Zamora… pero quería venir al Huesca. Lalo me dijo que era un club familiar, muy pequeño, que estaría muy bien, a gusto, con un proyecto chulo”, afirma en una entrevista del club.
Tras apañarse con el Poli Ejido, recaló en Huesca, ascendieron y supuso “un trampolín”, al igual que en su segunda etapa. Vino con la temporada empezada, pero jugadores como Chechu Dorado, Corona o el propio Lalo le hicieron la vida más fácil. Recuerda que se quedaron once partidos con uno menos y no perdieron uno solo. A la vista está que lograron ascender a Segunda División.
Desde ese momento todo a cambiado. “El estadio es precioso, hay una ciudad deportiva en marcha y dos campos de entrenamiento buenos”, señala. Al principio no era así. “Íbamos cada día a un sitio con la furgoneta de material, que la llevábamos los futbolistas, y cada 15 días había un grupo de material. Si se te olvidaban los balones y el agua te multaban”, rememora. Era familiar, “único en ese sentido”. Todos sumaban e iban en la misma dirección cuando eran “cuatro gatos”, y ahora sigue en el empeño de profesionalizarse.
Retorno tras el ascenso
Una vez logró el ansiado ascenso tocó agachar la cerviz y volver a Segunda B, algo que haría por última vez en su carrera. Porque el Huesca, otra vez en Segunda División le llamó para su segunda etapa con una sola temporada en medio. “Era donde quería estar por haberme dado esa confianza, pero tuve que jugar en Segunda B hasta que volví al año siguiente. Entonces no pensaba en Primera; Segunda era la élite para mí”, afirma. Esa temporada logró el gol de la permanencia en Vigo tras recibir un balón perfecto de Chechu Dorado.
Esa segunda etapa también fue de trampolín y, de hecho, el Granada, que ya le había tentado, ofrece una irrechazable cuantía tanto en lo personal como para el club. Tres años estuvo antes de pasar por el Athletic de Bilbao, el sueño hecho realidad. “Jugar en el Athletic lo es todo, y una vez acabo el contrato en el Athletic, le dije a mi mujer que si no salía el Huesca no iba a escuchar nada”. Así comenzó una tercera etapa que sirvió para ilusionarse otra vez por el fútbol.
Todo en el Huesca
De esta forma, Mikel Rico ha formado parte “de todas las etapas del club en diferentes años”. Ahora ha acabado una etapa, “no se si la carrera o no”, pero está “muy agradecido por estos cinco años”. La sensación es rara porque “nunca juegas pensando que se va a acabar”. Cuando entonces volvió sí que pensó que la capital oscense sería el punto y final, pero ahora no sabe qué decir.
Ese año fueron a Benasque con siete u ocho jugadores del primer equipo, en pleno estallido del caso Oikos, y los jugadores no querían ir a Huesca. “Hablaba con Pedro López y decíamos que parecía que iba a haber un buen proyecto, pero todo se estaba complicando. Tuvimos la suerte de tener un cuerpo técnico brillante y el trabajo de Rubén. Hizo una plantilla super competitiva cuando era muy difícil”, recuerda.
Los aficionados no pudieron disfrutar del año en Primera, y cree que plantaron cara en la categoría. Ahora, el vasco deja a su Huesca en Segunda División, pero feliz de haber disfrutado de todas las épocas del club. Y no duda de cuál fue su mejor momento: “El ascenso a Primera es especial, pero me quedo con el de Écija a Segunda”.
Es momento de despedirse con 184 partidos a la espalda. El centrocampista se ha dirigido al club y a la afición, recordándoles que el equipo les necesita. Y pide que estén siempre “sin reblar” a todos los que rodean a un club para el que solo tiene palabras de agradecimiento. Mikel Rico dice definitivamente adiós a un equipo que ha marcado su vida.