La belleza de la realidad que vemos: Antonio López y otros artistas llenan de realismo el Museo Goya

Infinita realidad se podrá ver hasta el 18 de septiembre en el Museo Goya. Fotos: Laura Trives
photo_camera Infinita realidad se podrá ver hasta el 18 de septiembre en el Museo Goya. Fotos: Laura Trives
Decía Aristóteles que el objetivo del arte es representar no la apariencia externa de las cosas, sino su significado interior. Quizás, Antonio López veía más allá de sus "Rosas rosas" y no buscaba pintar unas bonitas flores sino transmitir sensaciones a todos aquellos que las admiraran por primera vez. Algo que ya se puede hacer en el Museo Goya y es que estos dos lienzos inéditos del pintor realista forman parte de la exposición "Infinita Realidad", un recorrido a través de 47 piezas de pintura, escultura y dibujo de los llamados "realistas de Madrid" que se podrá ver hasta el 18 de septiembre. Antonio López, María Moreno, Cristóbal Toral, Carmen Laffón, Julio López, Esperanza Parada, Francisco López, Isabel Quintanilla, José Hernández y Amalia Avia representaron la realidad tal como la veían e hicieron arte y belleza de aquello que tenían cerca: su casa, su familia, los paisajes que admiraban, las flores... Lo hicieron siguiendo lo figurativo y contemporáneo, aunque se puede ver una evolución en su obra, pues la muestra hace un recorrido entre 1959 y 2021. [caption id="attachment_346246" align="alignnone" width="770"] En las obras también se pone de manifiesto la estrecha amistad y los lazos que unían a los artistas[/caption] "Las casi 50 obras que se pueden ver en Infinita Realidad ponen de manifiesto que el realismo sigue en boga y que es, efectivamente, infinito. La idea de la muestra es poner en valor esa evolución y ver las diferencias entre las obras que fueron pintadas en la década de los 60 o 70 y las de hoy", ha afirmado la comisaria de la exposición, María Toral. Así, abriendo la exposición se puede ver la luz, el brillo y los colores claros de "El campo del Moro" de Antonio López frente a la oscuridad de las decenas de maletas negras y marrones de "La llegada" de Cristóbal Toral. "Hay que tener en cuenta que muchos de esos artistas empezaron a pintar en el franquismo, una época oscura que también se refleja en el arte. Se ve una clara evolución de la oscuridad hacia la luz a través de los lienzos", ha reconocido la comisaria. Todos los artistas formaban parte de esos realistas de Madrid que plasmaban la realidad con los mismos ojos, los de la escuela figurativa, pero con técnicas y estilos diferentes que son los que dan la riqueza a esta exposición. [caption id="attachment_346247" align="alignnone" width="770"] En Infinita Realidad se pueden ver casi 50 obras[/caption] En las obras también se pone de manifiesto la estrecha amistad y los lazos que unían a los artistas. Por ejemplo, María Moreno plasma en "Jardín de Poniente" la bonita casa en la que compartía su vida con Antonio López o Isabel Quintanilla plasma en su lienzo a "Paco escribiendo", esto es, al escultor Francisco López redactando en la mesa de su casa. "A este grupo de artistas les unía una estrecha amistad y unos lazos que se pueden ver en todas las obras, muchos eran familia. Hay que destacar la presencia de mujeres dentro del grupo, lo que evidencia la modernidad, pues se juntaban a pintar con ellas en una época en la que no era común hacerlo", ha comentado la comisaria de la exposición. Decía Marcel Duchamp que el arte tiene la bonita costumbre de echar a perder todas las teorías artísticas. Y en el realismo de estos artistas se puede ver la manera en la que reinaba el informalismo y una manera de hacer las cosas que cambiaba tan abruptamente como la realidad. "Si infinita es la realidad, infinita es la maestría de estos diez relevantes artistas que han sido capaces de transformar la realidad en arte. Esta es una nueva apuesta de Fundación Ibercaja por acercar el arte a los ciudadanos en una exposición que muestra la realidad con otros ojos", ha relatado el director general de Fundación Ibercaja, José Luis Rodrigo. Así, las más bellas flores, bodegones de colores vivos y alegres, la pesadumbre de la oscuridad y el vacío, espectaculares paisajes, retratos, la estación de Atocha o escenas urbanas de París y Barcelona llenan el Museo Goya de una realidad que solo son capaces de transformar en arte aquellos que la ven bella.