El hallazgo de un dedo en las Cinco Villas confirma la realización de un raro ritual romano

Se trata de un hallazgo que confirmaría la realización de un “rito funerario oscuro y muy poco conocido que consiste en cortar un dedo del difunto antes de su cremación y enterrarlo después"
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La excavación en el yacimiento cincovillés, situado junto a Sofuentes, confirma un curioso caso de realización del rito funerario llamado ‘os resectum’, del que prácticamente no se conservan ejemplos en España y Europa. El yacimiento arqueológico de Cabeza Ladrero, situado cerca de Sofuentes, en la Comarca de Cinco Villas, no deja de dar sorpresas. Acaban de encontrar un resto “raro y muy atractivo, desde el punto de vista científico”, precisa el director de la excavación, Ángel Jordán. "Hasta donde nosotros sabemos es el primer caso atestiguado en la Península del rito del os resectum”, confirma el experto. Se trata de un hallazgo que confirmaría la realización de un “rito funerario oscuro y muy poco conocido que, en esencia, consiste en cortar un dedo del difunto antes de su cremación y enterrarlo después. Un fragmento así es el que hemos encontrado”, puntualiza Jordán. Según los estudios realizados, la inhumación o enterramiento era la práctica más antigua para los romanos. Aunque, posteriormente, se generalizó la cremación o incineración de los cadáveres, al entrar en contacto tal vez con los griegos y, especialmente, por motivos higiénicos, era ceremonialmente necesario que una pequeña parte de los restos, por lo general el hueso de un dedo, debía ser enterrado en la tierra junto con las cenizas en una urna. Como este tipo de resto es pequeño, resulta muy complicado encontrarlo en una excavación, “lo que incrementa su desconocimiento y, de hecho, no conocemos ninguno en España y, en Europa occidental, que sepamos, sólo se han encontrado dos posibles casos, uno en Inglaterra y otro en Francia”, afirma el arqueólogo. La metodología de trabajo que siguen en la necrópolis de Cabeza Ladrero (Sofuentes), que es muy lenta por lo minuciosa, ha propiciado “que hayamos descubierto este fragmento de dedo”, afirma el experto. Para Jordán, “la dificultad de identificación” de este tipo de restos y del propio rito, por la ausencia de ellos, “genera cantidad de interpretaciones sobre él, habiéndose vinculado tanto a ritos de purificación, como de enterramientos simbólicos, como una forma metafórica de cubrir con tierra un cadáver que ya no existe, porque se ha quemado”, apunta. Igualmente, su desarrollo cronológico es muy complicado de establecer, “aunque se tiende a pensar que se realizó más o menos hasta finales de la República, periodo en el que se adscribe el que hemos identificamos en la necrópolis de Cabeza Ladrero (Sofuentes)”, apunta el arqueólogo. Más allá de los aspectos propios de este rito tan extraño, desde un punto de vista social su presencia “nos está marcando la existencia en la ciudad de Cabeza Ladrero en un momento muy temprano de individuos, que estaban muy imbuidos por los ritos y prácticas romanos”, indica el director de la excavación. De ellos, “desconocemos si eran originarios o inmigrantes, pero nos está presentando una ciudad que estaba muy integrada en los parámetros culturales romanos desde tiempos tempranos”, concluye el experto. Ritual romano Los romanos tenían, al igual que hoy en día, sus propios rituales mortuorios. Algunas cosas curiosas eran la colocación de monedas en los ojos o en la boca: era el pago al barquero Caronte para que los trasladara por la laguna Estigia hasta la entrada al Hades. También era costumbre llamar por tres veces al difunto para verificar que realmente estaba muerto. Tras la cremación del cuerpo, y una vez que el fuego se hubiera extinguido -para ello se utilizaba vino-, se procedía a la recogida de las cenizas y los restos y se depositaban en el interior de urnas funerarias y sarcófagos, de mayor o menos lujo, en función del poder económico del difunto y su familia. Incluso, en los funerales de familias más adinerabas se contrataban organizadores que se encargaban de organizar el cortejo, con música, plañideras, incluso con escritores profesionales que elaboraban elogios fúnebres del difunto.