Los candidatos jóvenes tendrán mucho que decir este 28-M. Entre las papeletas, podrían aparecer nombres como el de Darío Villagrasa (1992), que afrontaría su tercera legislatura antes de cumplir los 40. En Vox, el candidato Alejandro Nolasco (1991) es otro de los que apuntan a bajar la media de edad de las Cortes y tampoco convendría perder de vista a Teruel Existe para la gobernabilidad, ni a Ainhoa Gascón, integrada en la Ejecutiva con 22 años. Sin dejar de lado la cantera de CHA, el PAR o Izquierda Unida, a falta de concretar las listas.
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Los nuevos piden paso, aunque algunos ya copan los distintos niveles de la escena política desde hace un tiempo. La actual consejera de Ciencia del Gobierno de Aragón y líder autonómica de Podemos, Maru Díaz (1990), tenía 21 años cuando en 2011 el 15-M irrumpió en la vida política española. El alcalde de Monzón por el PP, Isaac Claver (1989), rondaba los 22 en la toma de posesión de Luisa Fernanda Rudi, la última presidenta popular de la Comunidad. También montisonense pero desde Madrid, el senador socialista Gonzalo Palacín (1984) era un adolescente de quince años en 1999, cuando Marcelino Iglesias arrancó la primera de sus tres legislaturas al frente de la DGA. Mientras, la alcaldesa de Alberite de San Juan, Alicia Ballesta (1996), apenas tenía tres años.
Cuatro voces, entre otras tantas, para atisbar ese relevo generacional, pese a que las reacciones de los demás no siempre son positivas. Si bien se termina por imponer el pensamiento de que no importa la edad, o que en ocasiones es incluso un valor, como recalca Claver; los prejuicios siguen allí.
Los ha sufrido Alicia Ballesta y además añade el esfuerzo adicional que supone demostrar tu valía siendo mujer. “Cuando ha habido problemas llamaban a los concejales y no a mí. Al final era una tontería porque me lo terminaban diciendo”, explica. En 2019, asumió la Alcaldía representando al PAR con 22 años para 23 y al término de la legislatura tendrá 26 para 27. No fue la más votada pero sí tuvo la confianza del Pleno y el antiguo alcalde. Tras buscar puerta por puerta otro candidato, el apoyo de las mujeres de su casa le sirvió para dar el paso.
ALCALDESA CON 22 AÑOS
Compagina sus labores como primera edil con ser trabajadora social. Hay jornadas, eso sí, en las que la política no se puede dejar a un lado, como los miércoles, cuando viene el secretario. “Ser alcaldesa es un trabajo pero no te supone tanto como uno normal. Si lo haces porque quieres, como un voluntariado, es más una responsabilidad”, explica. El día a día exige estar ahí, “desde ir a la Diputación Provincial hasta recoger la leña de los árboles”.
De entrada, uno no se imaginaría a Jorge Azcón, Luis Felipe o Emma Buj cargando troncos. Es la peculiaridad de la política rural, que aunque suene más sacrificada, también tiene ventajas. “Vi noticias de alcaldes jóvenes pero en pueblos pequeños. Es más fácil que en la ciudad”, reconoce Alicia. Cuatro años de “madurez” después, no sabe qué le deparará el futuro, aunque no ve con malos ojos continuar, sea liderando el consistorio o como concejal de Cultura, lo que quiso en un primer momento. “Si el pueblo te da la oportunidad, aprovéchala, pero nunca por un fin personal”, resume, sobre su experiencia.
EL ALCALDE MÁS JOVEN DE MONZÓN
Fuera de las capitales de provincia, Monzón es una de las ciudades más pobladas de la Comunidad. Ya no se puede hablar por tanto de política rural, pero a juicio de su alcalde, Isaac Claver, se conserva esa cercanía que caracteriza al municipalismo. “Debería ser una vía previa necesaria”, subraya, y como su homóloga en Alberite cree que los jóvenes pueden abrir una vía cuando “no es tan sencillo encontrar a personas que quieran involucrarse”.
Frente a las urnas, no todo el mundo lo conocía, pues había vivido y trabajado fuera de la ciudad. Pese al desconocimiento, logró tomar el bastón de mando con 30 años, hace ya cuatro, convirtiéndose en el alcalde más joven en la historia de las grandes urbes aragonesas. “La juventud es un valor pero que hay que ponerlo juego con otros, como la actitud de cada uno, aprender, trabajar o comprometerme con mi ciudad”, asegura.
Juventud o no, su mandato ha estado marcado, como no podía ser de otra manera, por la pandemia. La señala como la principal dificultad de este tiempo, en el que pese a todo cree haber dejado “un aire diferente” en el consistorio. Confirmó que se presentará a los comicios del 28-M y hasta Jorge Azcón le ha lanzado algún guiño alabando su gestión, pero prefiere ir “partido a partido”.
«DEMOSTRAR EL DOBLE»
Otra de las protagonistas de la legislatura ha sido Maru Díaz. A sus 32 años, representa desde Podemos la pata más joven del cuatripartito. Tras nueve años en política, desde el 15-M hasta la Portavocía en las Cortes y después como líder autonómica y consejera, el paternalismo por ser “mujer y joven” se ha difuminado. “Cuando entré sí era la tónica general el no tomarte en serio y tener que demostrar el doble que un compañero de tu misma edad”, recuerda.
En el que califica como uno de los mandatos “más difíciles de toda la democracia”, con la Covid y los efectos de la guerra en Ucrania, considera que ha estado a la altura, aportando desde la óptica de la juventud “respuestas más atrevidas y que a la hora de la verdad han funcionado”. Echando la vista atrás, siente que su partido sí ha propiciado una entrada en política “de tú a tú”, algo que va unido a los movimientos sociales de la década pasada y choca con la filosofía del bipartidismo, que a su juicio tiende a la militancia desde los órganos de juventudes.
“Es importante que haya gente con futuro, si no, las dinámicas tienden a ser más conservadoras por la propia edad. Sería bueno que en todas las generaciones se diera ese relevo generacional, pero en algunas se da y en otras no”, reflexiona Díaz. En esto, las instituciones pueden jugar un papel determinante. Se trata de explicarlo, “entender que si no haces política, te la hacen”.
“EL SENADO YA NO ES UN CEMENTERIO DE ELEFANTES”
El socialista Gonzalo Palacín, portavoz de su grupo en la Cámara Alta, es claro: “Antes se decía que el Senado era un cementerio de elefantes, ahora ha cambiado, hay gente incluso más joven que yo”. A los 38 años, su experiencia se remonta primero al Ayuntamiento de Monzón, donde sigue siendo secretario general del PSOE y co-portavoz de la oposición y fue escogido concejal en 2015, para después dar el salto al Congreso. Entre repeticiones electorales, fue reelegido en 2016, la última legislatura de Rajoy, y pasó al Senado en 2019.
“El primer paso es acercarse a la política, porque en esos años tenemos muchas inquietudes y no todas pasan por eso. Otras generaciones sí lo hicieron masivamente a las instituciones y coparon los primeros años de la democracia, quizá ahora no es tan atractiva, por el desgaste que conlleva”, comenta Palacín. No obstante, cree que la tendencia se está revirtiendo.
Desde la capital, no pierde de vista Aragón ni tampoco su “contrato social” con las instituciones y sus votantes, que lo ata a Madrid, salvo sorpresas, hasta las generales de final de año. “Sin haberme ido, sería un placer echar una mano”, añade, sobre la posibilidad de regresar, aunque como tantas otras cosas en política estará en manos de su partido.