Esta vez, en el recrudecimiento de las relaciones entre Partido Popular y Vox tras las elecciones generales, Aragón no es Ohio. Y es que mientras Santiago Abascal y Alberto Núñez Feijóo buscan ponerse de acuerdo en Madrid y cerrar las brechas abiertas en las últimas semanas, la coalición recién llegada al Pignatelli lo pone todo a punto para trabajar juntos. Sin muestras de fragilidad y, sobre todo, desde el silencio.
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En el encaje político nacional, la investidura de Jorge Azcón hace ya dos semanas marca la última vez que PP y Vox se pusieron de acuerdo. Desde la votación, el 10 de agosto, quedaban siete días para la constitución del Congreso y el líder popular se aseguró el apoyo de Vox, su socio, y el PAR, la tercera pata del Gobierno “de amplia base” que buscaba Azcón. Cuando tocó escoger la Mesa del parlamento, esa sintonía desapareció y los de Abascal votaron a su propio candidato en lugar de a Cuca Gamarra, acusándoles de no querer incluirles en este órgano. Para entonces, el pacto por la DGA ya estaba cerrado y Aragón pudo permanecer ajeno a una polémica que podría haber enredado las negociaciones. No así Murcia, donde habrá repetición electoral si nada cambia antes del 7 de septiembre.
Al final de la semana pasada, el consejero de Hacienda, Roberto Bermúdez de Castro, dejó la única declaración pública de un miembro del nuevo Ejecutivo hasta la fecha, si bien es cierto que no ha tenido lugar ni siquiera el primer Consejo de Gobierno ordinario, cuyas declaraciones posteriores sirven de termómetro. “No hay ningún problema”, aseguró, valorando negativamente que la socialista Francina Armengol fuese nombrada presidenta de la cámara baja.
Del otro lado del Gobierno, solo el portavoz adjunto de Vox en las Cortes, David Arranz, se ha hecho eco de las discrepancias nacionales del PP y los suyos en las redes sociales. Del resto, como el vicepresidente Alejandro Nolasco, no ha salido ni una palabra. Esto contrasta, por ejemplo, con Valencia, donde su homólogo Vicente Barrera cargó contra Feijóo en Twitter para después borrar el mensaje. “Escupes en la cara de quien es generoso, te tiende la mano y colabora contigo”, publicó.
EL “CORDÓN SANITARIO”
En la misma línea, el secretario general, Ignacio Garriga, instó al PP este lunes desde la Generalitat a “aclarar” si tenían un pacto previo con el PNV, cuyo apoyo han tratado de sumar para la investidura sin éxito. Sus palabras se han llegado a interpretar incluso como la retirada del apoyo incondicional a Feijóo para la investidura, algo que ha matizado Abascal tras reunirse con Felipe VI en la ronda de contactos este martes. Los 33 votos para el PP siguen ahí para que Feijóo se postule a la investidura después del batacazo del pasado jueves. Gratis, o casi.
El que fuera candidato a la Presidencia, que se ha marchado de la sala de prensa sin responder preguntas, les ha pedido “respeto” para sus votantes y poner en valor públicamente los cinco acuerdos autonómicos entre ambas formaciones. En última instancia, todo tiene que ver según Abascal con que los populares les quieren imponer un “cordón sanitario”. “Apartheid”, ha llegado a decir, antes de marcharse.
En Aragón, las cosas están más calmadas, pero las primeras comparecencias de la coalición dejaron claro que hay puntos y preguntas por las que deben pasar con pies de plomo. La política hidráulica y el trasvase del Ebro, la reforma de la Ley trans, que el PP apoyó junto al cuatripartito y Vox votó en contra; o las políticas de igualdad, con un Instituto Aragonés de la Mujer que seguirá adelante bajo una Consejería popular y que sus socios criticaron la pasada legislatura; marcan ese camino espinoso. Sea como fuere, todavía no han empezado a recorrerlo.