El Real Zaragoza cae tras un atraco en Los Cármenes (1-0)

Grau pelea una pelota con un jugador del Granada
photo_camera Los maños lo intentarían hasta el final. Foto: Real Zaragoza

Más que digno partido del Real Zaragoza en Granada y, sin embargo, se marchaba de vacío tras caer por 1-0 ante uno de los favoritos de la categoría. Pero la noticia no sólo estuvo en lo futbolístico. González Francés, trencilla del partido, con la inestimable colaboración del VAR, empujaron y empujaron todo lo posible para que los pupilos de Carcedo acabaran cayendo. Una sucesión de jugadas polémicas, gol anulado incluido a Simeone, que evitaron que, al menos, los aragoneses puntuaran.

Jair en el centro de la zaga en sustitución de Francés, sorprendente ausencia, era la novedad del once junto a la de Larrazabal en el extremo derecho por delante de Gámez. El damnificado, Vada, Enfrente, un Granada con el hombre de moda Uzuni, un goleador contrastado como Callejón y la calidad de Melendo y Puertas. Pero la puesta en escena de los aragoneses era buena, logrando aplacar el en principio esperado inicio en tromba nazarí.

Apenas un centro de Quini, envenenado, era el bagaje local en el primer cuarto de hora. No es que el Real Zaragoza produjera mucho más, con un disparo de Bermejo que se marchaba al graderío, pero sí daba sensación de tener el partido controlado. Con Gueye como faro y con Bermejo tratando de conectar por dentro.

La moviola llegaba en el 16, con una gran arrancada de Larrazabal, derribado dentro del área por Quini. El colegiado consideraba que era hombro contra hombro. Cuanto menos, susceptible de dudar algo más o de ser revisado. Sería sólo la primera de sus graves decisiones.

La primera clara de los andaluces llegaba en el 20. Balón rechazado en la frontal del área para Uzuni, quien a la media vuelta lanzaba un latigazo que obligaba a Cristian a estirarse y despejar a córner. Pero no se amilanarían los maños, que seguirían dominando e incomodando al Granada. Sobre todo, con Manu Molina y Jaume Grau, certeros en la creación e inteligentes ocupando espacios para no dejar aparecer a Melendo. Eso sí, los de Karanka, por calidad, acababan creando peligro.

En el 32, Ricard Sánchez marchaba por banda derecha para ceder en la frontal a Callejón, golpeando de rosca cerca de la meta de Cristian. El Real Zaragoza seguía siendo mejor y tenía la opción de adelantarse gracias a la asociación Gueye-Bermejo. Balón al senegalés, gran dejada de cara y el mediapunta, sombrero incluido de cabeza, soltaba un zurdazo perfecto que repelía el poste izquierdo del arco de Raúl.

Hasta el descanso, doble “sustito”. Uno de Puertas y otro de Ricard, aprovechando la espalda de Fuentes, pero topándose con la solvencia de Cristian. Las estadísticas quizás señalaban al Granada como algo mejor, pero la primera parte zaragocista había sido notable. Y más por la entidad del rival.

SEGUNDA PARTE

Vada por Bermejo, cambio al descanso. Sorprendente, salvo que existan motivos físicos por medio. Como sorprendente fue la caraja inicial zaragocista para tirar a la basura todo el trabajo de la primera parte. Rechace de un córner, Quini golpea desde lejos, mal, pero le quedaba a Rubio completamente solo batiendo con comodidad a Cristian. Y al primero le pudo suceder el segundo, poco después, tras cortar con lo justo Lluís López un pase de la muerte en el que la diosa fortuna quiso que repeliera el poste para evitar el tanto.

Noqueado el Real Zaragoza y noqueado Carcedo, que volvía a mostrar su fobia a jugar con dos delanteros retirando a Gueye por Simeone. El Granada, sin necesidad de ofrecer fútbol, estaba mucho más metido que los maños. Rubio volvía a anotar, pero se anulaba con buen criterio por fuera de juego. No obstante, todo lo bueno que se había escrito durante la primera mitad, quedaba dilapidado por el momento en un inicio demoledor de la segunda.

Ni contundencia, ni salida de balón, y Cristian obligado a hacerle un paradón a Callejón. En el 62, Simeone llevaba la alegría a los aficionados zaragocistas batiendo a Raúl, pero el VAR lo anulaba por fuera de juego. Había que creérselo, cuestión de fe, aunque con el colectivo arbitral por medio cuesta pensar en justicia. Y más viendo la línea tirada para comprobar si era fuera de juego, más propia de un niño de Primaria que de un estamento supuestamente profesional.

El partido seguía, aunque ya parecía complicado extraer algo positivo. Luna y Mollejo entraban al césped en detrimento de Larra y Puche. Obviamente, con el Real Zaragoza volcado, el Granada tendría espacios para sentenciar, aunque los minutos pasaban y el partido seguía abierto. Carcedo quemaba los cambios utilizando el comodín Zapater, clave para vencer al filial del Villarreal unos días antes.

Con más corazón que cabe, el Real Zaragoza lo intentaría hasta el final. Aunque a decir verdad, el único tiro a puerta había sido el gol anulado a Simeone en toda la segunda parte. La más clara la tendría Mollejo con un disparo que lamería el poste izquierdo del guardameta local. Un portero que poco después cometería un más que posible penalti sobre Lluís López que ni árbitro ni VAR, por supuesto y para sorpresa de nadie, se dispondrían a señalar.

Cristian salvaría ya con el partido roto la sentencia de Rochina. Nada movería ya el marcador, con el 1-0 definitivo, en un final lleno de impotencia y rabia por haber tenido la oportunidad en la mano de puntuar en Los Cármenes. Eso sí, el mal arranque de segunda mitad y la inestimable y ya persistente desde hace años “colaboración arbitral” evitaría cualquier tipo de reacción. Hasta la derrota.