Giuliano fue el mayor peligro del Real Zaragoza en ataque. Foto: @RealZaragoza

Punto insuficiente del Real Zaragoza ante el Mirandés en el Estadio Municipal de La Romareda. Empate justo ante un cuadro burgalés que, probablemente, salga más contento de la capital aragonesa, pero no por ello merecieron más los de Escribá. Tuvieron sus ocasiones, especialmente una última de Azón, pero igual que unos visitantes que coronaron por momentos a otro de quienes se echaba de menos: Cristian Álvarez. Partido soso, punto que no sirve para esas aspiraciones que todavía se mencionan de playoff y momento de centrarse ya en el Villarreal B.

Volvía el cuadro blanquillo a competir con novedades interesantes. Cristian regresaba a la portería, con línea de cuatro compuesta por Fran Gámez, Lluís López, Jair y Nieto, otra cara poco habitual, en el costado izquierdo. En la sala de máquinas debutaba Tomás Alarcón junto a Francho. Las bandas eran para Larra y Eugeni. Arriba, como tenía acostumbrados Escribá, Guiliano y Mollejo. Por parte del Mirandés había que tener cuidado con Raúl García.

Una pérdida de Alarcón nada más comenzar, con posible falta previa, estuvo a punto de costar el 0-1, pero ahí estaba Cristian para enviar a córner el disparo de Raúl García. Y antes del cuatro, era Pinchi quien remataba al lateral de la red para avisar de nuevo. Turno para el Real Zaragoza ya en el 11, con Eugeni que no llegaba a rematar un centro y, en el rechace, Nieto cometía falta. Y la respuesta al instante llegaría por medio de Raúl Navas, con un disparo lejano que repelía Cristian.

Con la lluvia asolando La Romareda, parecía que el día gris se había contagiado sobre el césped. Poca cosa cuando se habían cumplido los primeros 25 minutos de juego, con ninguna ocasión clara y varios miles de héroes que resistían en las gradas. Un balón raso que se paseó recién cumplida la media hora despertaba un “uy” entre la afición blanquilla y lo repetiría Simeone pescando un cuero que rechazaría la zaga visitante.

La más clara llegaría por medio de Eugeni, obligando a estirarse a Herrero tras un zapatazo desde fuera del área que pudo haber supuesto el 1-0. Sin embargo, y aunque el Real Zaragoza mejoraba con el paso de los minutos, el Mirandés no perdía la cara al encuentro. De hecho, sería Cristian quien salvaría otra vez al equipo tras un disparo de falta de Pinchi. Sin un claro dominador, sin merecimiento de ninguno para ponerse por delante, los jugadores se iban a los vestuarios.

SEGUNDA MITAD

A pesar de que el primer lanzamiento era jabato, parecía que el Real Zaragoza se animaba en la segunda mitad. Sin éxito, pero los centros se iban sucediendo y no era descabellado pensar que por ahí podría llegar el primer tanto. Jair dejaba a Lluís López un balón en el área y, como un delantero, recortaba antes de rematar, pero el cuero se iba al lateral de la red. Corría el minuto 60 y los de Fran Escribá, con Larra y Gámez más activos, se acercaban al gol.

La siguiente sería de Simeone a pase de Eugeni, pero el cuero se marchaba a la derecha de Herrero, que suspiraba aliviado en el 66. A todo esto, Eugeni y Larra dejaban su sitio a Azón -gran noticia su vuelta- y Grau, que podían aprovechar su oportunidad para desatascar un partido que había que ganar. Cuidado a la contra, porque Cristian volvía a salvar ante Pinchi en lo que hubiese supuesto un auténtico descosido. Francho también la tendría en un contragolpe, justo cuando el Mirandés evidenciaba que no estaba muerto.

Cristian, Cristian y otra vez Cristian. Había tenido que intervenir en tres ocasiones consecutivas el arquero argentino y siempre con solvencia, volviendo como un héroe a la meta zaragocista. Raúl García no podía con él, y eso que los jabatos querían su gol. Puche y Manu Molina buscarían a falta de cinco minutos dar la estabilidad necesaria para aspirar a algo más que un punto. Simeone otra vez, tras un túnel, estuvo rozando un gol de bella factura dando la oportunidad de brillar también a Herrero en el 87.

Y aquí llegaría el momento de Azón, aunque el canterano se quedó con la miel en los labios; era la última y la más clara del duelo para los de Escribá. En el área pequeña, ante Herrero, el delantero se encontró un balón que paró el arquero confirmando que no habría forma de pasar del empate. Punto final al choque para lograr un punto que no saca de pobre al Real Zaragoza. No es suficiente y obliga a vencer al Villarreal B.

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