El Real Zaragoza choca contra el muro burgalés y sigue en peligro (0-0)

Zapater da un pase con la derecha en el césped de La Romareda
photo_camera Zapater volvía a la titularidad en la medular. Foto: Real Zaragoza

La mayoría que haya participado este domingo en una porra del Real Zaragoza – Burgos, viendo la ineficacia ofensiva de unos y el armazón defensivo de otros, hubiera apostado 0-0. Y sí, hay veces que en el fútbol la lógica también se cumple. Ni maños ni burgaleses eran capaces de generar el suficiente peligro como para derribarse, y aunque los aragoneses lo intentarían con todo (más corazón que fútbol), el resultado gafas no se movería del luminoso. Ni tampoco le saca de pobre.

Escribá devolvía a la medular a Zapater junto a Francho, pero la principal apuesta se hallaba en el lateral derecho con el debut como titular de Marcos Luna. Arriba, Simeone y Puche. Blanquillos y burgaleses protagonizaban un inicio de partido igualado, con respeto excesivo quizás. Le costaba encontrar a los maños conexiones interiores, por lo que la amenaza desde fuera de Bebé era su principal arma.

El Burgos, con un cabezazo de Álex Bermejo, ponía el primer intento con peligro del choque. También Bebé respondería al rato con un fuerte latigazo desde fuera, marca de la casa, encontrándose con Caro. Ambas escuadras tuvieron sus momentos de lucidez, el Burgos especialmente con Curro, aunque sin hacer daño a Cristian. Y el Real Zaragoza, con Francho.

Tras un inicio dubitativo en el pase del canterano, pronto se erigiría como el encargado de hacer volar al equipo tratando de hacer sangre en el mismo momento que el Burgos, difícil, se desordenara. Eso sí, la constante búsqueda de Simeone al espacio no estaba dando sus frutos. Sí la tuvo el ariete zaragocista remachando con acierto, desde dentro del área con la derecha, pero Caro, el mejor portero de la temporada en Segunda, desbarataba la clara oportunidad.

Era la más clara y la última de una recta final de la primera mitad en la que el Real Zaragoza acabó mejor que su rival y quedó con la sensación de que, pese a no brillar, sí estaba a la altura de las circunstancias.

SEGUNDA PARTE

Idéntico guion. El Real Zaragoza, sin imaginación con pelota, sí era capaz de correr por medio de Bermejo o Simeone pero fallaba el último pase para generar la mejor alternativa posible. Sí recurría al misil de Bebé, marchando alguno dirección a la grada. Eso sí, había arrancado mejor el cuadro de Escribá, aunque el Burgos no se marchaba del partido y se barruntaba peligro en cada salida a la contra. Un centro con el exterior del caboverdiana levantaba al público de sus asientos, pero no la cazaba Puche por poco tras un gran salto.

En el 63, buscando más mordiente, Vada por Bermejo y Pau Sans por precisamente Puche. Levantaba expectación la entrada del jovencísimo canterano. Bajaba el ritmo, disminuía el fútbol y la intensidad, y debía seguir moviendo el banco Escribá: Luna al banco y Gámez al verde. El peligro lo puso en el 74 Curro, con un disparo lejanísimo, envenenado por el viento y el sol de cara, pero reaccionaba a tiempo para despejar, no sin apuros. Como poco después Goldar tras un centro al área de Nieto.

Lo que crecía era la impotencia local. Caían los de Escribá en constantes envíos directos al área, sólo con Simeone y Pau Sans, ninguno con excesiva altura, ante la inexpugnable defensa burgalesa. Gámez, a todo esto, cartulina vista y no estará en la siguiente jornada. Pedía penalti Simeone en la jugada previa, insuficiente para el colegiado.

Precipitación y ansiedad, a partes iguales, impregnaban el sistema nervioso del conjunto maño, mientras que el Burgos se mantenía cómodo en el 0-0. Para esa tranquilidad entraba Grau, que vive un notable ostraciscmo desde la llegada de Escribá. Eso sí, no había mayor recurso futbolístico que el envío largo tanto a Simeone como a Pau Sans, más fresco, pero en constante lucha contra un muro.

En una de esas, le ganaba la partida a la defensa, también a Caro, pero el guardameta reaccionaba a tiempo y le quitaba el caramelo de la boca al joven jugador. Era la última de un partido que acababa con silbidos del respetable tras el 0-0 vivido en La Romareda, en una tarde de cierzo y frío en la que tampoco se calentaría el alma. Y otro choque de 2023 donde no se triunfa ante la afición.