Cara y cruz en el empate que diluye los cantos de sirena del Real Zaragoza

El Real Zaragoza puntuó en casa del líder, acumuló 9 jornadas sin perder y encajó un gol en superioridad que costó dos puntos
Simeone celebra el gol del Real Zaragoza ante el Eibar
photo_camera El cuadro zaragozano confía una vez más en que el año que viene sea el del ascenso. Foto: LaLiga

No pudo ser. El Real Zaragoza se quedó cerca de vencer en casa del líder y la ley del ex – esta vez personificada en Tejero - privó a los maños de tres puntos de oro. El cuadro blanquillo deja la balanza equilibrada; pone cara y cruz a la moneda tras el 1-1 en Eibar. Por un lado, se puntuó en casa del líder y se acumulan nueve jornadas sin conocer la derrota; por otro, se encajó un gol en superioridad numérica que costó dos puntos. Se acaban, además, los cantos de sirena y las teorías porcentuales imposibles.

Hay un matiz que está teniendo a favor esta temporada el Real Zaragoza, el de la pizquita de suerte imprescindible en Segunda, para sumar sus puntos. El monólogo del Eibar en el primer asalto dio paso a una única acción zaragocista comandada por Bebé que terminó en gol. Los de Fran Escribá se habían acercado con peligro una vez a la meta vasca, habían disparado una vez a puerta en una carambola y se iban ganando por 0-1.

Las cosas mejoraban con una expulsión corregida por el VAR y, por tercera vez en cuatro partidos, tocaba verse con uno más en el campo. La balanza apuntaba a ponerse de forma definitiva en el lado de los maños. Todo estaba encaminado para ponerse a cinco del playoff, para sumar la tercera victoria consecutiva y el noveno partido sin conocer la derrota. Y en casa de un Eibar líder, equipo puntero, fiel aspirante al ascenso a Primera División.

Cuando más estaba todo de cara fue cuando se torció. Llegó un clamoroso fallo defensivo de Bermejo, una marca mal hecha de Bebé y un lateral que remató con todo al fondo de la portería. El Real Zaragoza desperdició su ventaja con Tejero como ejecutor de la faena en Eibar, donde todo se había quedado muy plácido. Quizá demasiado, porque Escribá tardó en cambiar y llegó ese 1-1 que dejó un sabor agridulce. La victoria estuvo muy cerca, tanto que da rabia lograr un resultado que se hubiese firmado antes del pitido inicial.

LA DECEPCIÓN DE ESCRIBÁ

El míster aseguró que debían irse “decepcionados” tras el resultado. Se encontraron con un gol que era “un tesoro”, aunque considera que la primera parte fue igualada, pero que llegó en el único acercamiento maño. Y ya en superioridad, “tendría que haberse notado” el hecho de jugar con uno más, algo que no sucedió a pesar de entrar en fases con el choque “controlado”.

Satisfecho por el esfuerzo, aunque con cierta insatisfacción por no haber dado más esta temporada a la afición, el técnico se centra en el choque ante Las Palmas. Ahí está en juego el nombre del Real Zaragoza, que es muchísimo, por lo que no se puede salir más que a ganar, aunque haya poco en juego para los maños. Es momento de coger carrerilla de cara a la próxima temporada que, una vez más, tiene que ser la del ascenso.