Zaragocismo en vena, emoción hasta el llanto y un señorío de pies a cabeza han marcado la última comparecencia de Alberto Zapater como futbolista del Real Zaragoza. El eterno capitán ha sido todo agradecimiento, sin una sola mala palabra a quienes decidieron prescindir de él. Después de doce temporadas siendo ejemplo de zaragocismo, ha llegado el momento de decir adiós a un jugador que conquistó el corazón. Compañeros, cuerpo técnico, directivos – encabezados por Sanllehí – exdirectivos como Cuartero y Forcén y Llop, miembros del Consejo, le han acompañado.
Como no podía ser de otra manera, su mujer, María; y sus hijos, Óliver y Alejandra, han sido los primeros en copar las declaraciones del emocionado capitán. Se echarán mucho de menos esas ruedas de prensa donde les recordaba, junto sus clásicos amigos de Ejea que, como debe ser, también han sido hilo conductor en su adiós. Los dibujos de los Zapater junior con leones y escudos zaragocistas han representado a la perfección la vida de Zapater: su familia y su Real Zaragoza.
Con la fecha límite del viernes como última ocasión en que vestirá la elástica del Real Zaragoza, ha dado paso a unas disculpas que no hacían falta, al menos ahora. Pero la elegancia de Zapater es la que es. Por ello, ha pedido perdón por las veces que no ha estado “a la altura”. Y también ha dado las gracias a quienes forman parte “del sueño de un chico de Ejea”, entre ellos sus amigos (no solo los de las Cinco Villas, aquí estaban incluidos los de Zaragoza). Sus colegios, compañeros, rivales, médicos, fisios, entrenadores, prensa, representante, afición y todos los que se deja han copado su adiós.

El llanto quebraba la voz de Zapater antes de reconocerse “un privilegiado”. Y ha recordado a su hermano, que le quiere “como a nada”; a sus tíos, que son casi sus padres; y a su madre, que sufrió no tenerle en casa. Es su mujer quien le ha brindado compañía y ha llevado eso de anteponer el equipo de su vida. Y su padre, que murió no sin antes enseñarle “cómo se ganaba la vida, el esfuerzo y poner la huella”. Como sucedía en “El Viaje de Arlo”.
“Soy lo que soy gracias al Real Zaragoza. Me ha permitido sentirme respetado, ir a un colegio y me miren diferente, ser pregonero de las fiestas de mi pueblo, representar a mi país, cumplir un sueño. Me ha formado como persona, poder hacer lo que me gusta, sentirlo. Que pueda hacer reír y llorar a la gente”, ha destacado en su despedida. En el momento que, ha reconocido, “nunca quieres que llegue”, se va “feliz” por haberlo dado todo y sin querer que sea triste. “Nunca imaginé lo que he vivido y quería daros las gracias. Aúpa Zaragoza”, ha terminado su emocionada intervención.
EL FINAL Y EL FUTURO DE ZAPATER
Sí, los finales “son difíciles”. Zapater habló con el club “y ya está”; ha pasado “lo que ha pasado”. Lo que ya se sabe. Pero en esa elegancia propia de un capitán eterno, ve que la entidad “está por encima de cualquiera”. “Si ha pasado así es porque es lo mejor y tenía que pasar. La vida sigue. Estoy en proceso de asimilar todo. He pasado días difíciles. Es una pasada lo que están haciendo por mí y solo puedo dar gracias. Si no lo hiciese, sería un desagradecido y no me lo permitiría”, ha sostenido.
Qué va a ser de Zapater es algo que no se sabe, más allá de que quiere vencer al Tenerife. “En el Real Zaragoza cada partido cuenta y tenemos que ganar como toca”, ha advertido. Después, pensar que no se va a poner más las botas, no lo acepta. Sin embargo, también es consciente de que, para él, “jugar a fútbol tiene sentido en el Real Zaragoza”. Superar adversidades, lesiones, perderse vida familiar… todo era por lo mismo. Y quizá sea el momento de verlo desde la grada, porque se ve yendo al fútbol, e incluso ha pedido el cambio de abono para estar “más cerquica”.
Más allá de eso, igual hasta pide entrenar en la Ciudad Deportiva. Zapater sabe que su vida es el fútbol, el Real Zaragoza, pero todo se verá. Hay que airearse, tener ganas, hacerlo convencido. No vale “cualquier cosa”, sino algo que llene. “Igual te digo de probar a ver lo que haces”, ha afirmado con cierto miedo a tener exceso de tiempo, porque quiere hacer cosas.
EL ASCENSO DEL REAL ZARAGOZA
Bajo la bandera de la tranquilidad y de la unión, Zapater ha llamado a ir “paso a paso” en el camino al ascenso. Primero son los 50 puntos, y después estará más cerca. “Ascendí y decían que no hacía falta celebrarlo. Imagínate ahora cómo lo celebraríamos”, ha comparado. “Hay una exigencia que tiene que haberla, pero medida. Si la jornada 4 hemos empatado cuatro veces, el equipo no pierde. La exigencia está bien, pero la diferencia entre estar entre los 50 y los 70 puntos no es tanta”, ha recalcado. Doloroso repaso el que ha dado a continuación al año de Natxo González y al de Víctor Fernández, cuando parecía que sí.
Finalizando con una llamada a comerse el césped a los canteranos y con la confianza de que se hará un equipo competitivo, Zapater ha seguido pidiendo calma. Toca pensar en la jornada 1 y saber que el camino es muy largo para llegar a Primera División. El proceso es difícil, pero también posible para devolver al Real Zaragoza a donde merece estar.
Zapater quiere que se le recuerde como un aficionado más que pudo jugar en el Real Zaragoza. Y así será. Porque el eterno capitán lo ha dado todo por este equipo. El niño que salió de Ejea se hizo mayor y pudo cumplir el sueño que ahora termina. Y en la memoria de la afición siempre estará presente Alberto Zapater, aquel que representó de la forma más fiel posible los valores del zaragocismo.