Lluís López pelea por un balón.
Los maños tampoco podían con un quinta división. Foto: Atzeneta

Se pueden poner muchos apelativos, y ninguno bonito, a lo sucedido con el Real Zaragoza en Copa del Rey. Los de Escribá caían por 2-1 ante el Atzeneta, rival de Tercera RFEF (lo que viene siendo una quinta categoría) y la situación se complica todavía más. Un gravísimo error de Poussin en la segunda parte, uno más del francés, desembocaba en un ridículo histórico y, por segunda vez consecutiva, en quedar eliminados a las primeras de cambio.

Rotaciones al máximo en la escuadra de Escribá sobre el césped artificial. Poussin en portería; Luna y Juan Sebastián en laterales, con Lluís López y Mouriño completando la zaga; en la sala de máquinas, Toni Moya con Vaquero, dejando las alas para Bermejo y Valera; arriba, en punta con 4-4-2, Mollejo y Enrich. El único que repetía era Valera y, precisamente, fue protagonista de la primera clara. Se quedó mano a mano con Ferri tras un disparo fallido, mordido, pero le salió el tiro centrado y tampoco anduvo fino en el rechace para adelantar a los maños.

No estuvo mejor el colegiado en la siguiente acción. Bermejo cogía la moto, driblaba, se internaba en el área y era claramente derribado. Balón, decía el árbitro, con un más que discutible criterio. Evidentemente el Real Zaragoza dominaba, no se esperaba otro guion, y el Atzeneta sí trataba de estirarse cuando podía. Toni Moya sería el siguiente en probar a Ferri, de nuevo sin exigirle en exceso en un chut con buena intención pero demasiado lejano para sorprender.

Era cuestión de tiempo y el cántaro se rompió. Valera aparecía por el centro, Bermejo encontraba espacio en la banda y también un pase de la muerte a Mollejo. El pichichi zaragocista no fallaba y el 0-1 subía al marcador en el 20. Quien pensara ya en partido fácil, probablemente todos, se equivocaban. Verbena defensiva en un centro al área que Lluís López no acertaba a despejar, tampoco Mouriño a cortar ni Poussin a atajar y Brandon, casi sin saber cómo, llevaba las tablas al luminoso tres minutos después.

Pudo ser mayor el jarro de agua fría. Gorxa encontraba espacio entre Juan Sebastián y Mouriño, muy descolocado, y su disparo se estrellaba en el poste. Susto gordo. Los minutos pasaban y el ritmo se pausaba, demasiado incluso, siendo Bermejo el único que parecía de una categoría superior al rival. También Valera, a tenor de la verdad, lo intentaba pero no era su día de cara a puerta. O el del central uruguayo, con dos cabezazos consecutivos a balón parado que no encontraban mallas. Y con el 1-1, y una sensación de desazón, el choque se encaminaba a los vestuarios.

SEGUNDA PARTE

Dominaba, pero sin encontrar la vía de la portería el Real Zaragoza. Aunque sí estuvo muy cerca Juan Sebastián. Jugadón del canterano, en su debut, marchándose de hasta tres rivales y poniendo un gran disparo que se estrellaba en el larguero cuando ya cantaba gol. Sin ser un asedio pero empezaban a merecer el segundo los de Escribá. Cerca estuvo Valera con un centro-chut que se envenenaba, reaccionando a última hora con acierto Ferri. Tampoco pudo Mollejo batirle en el rechace tras una buena acción defensiva.

El gol no llegaba y Escribá metía sus primeros dos cambios: Azón y Grau al campo, con Enrich y Vaquero (con amarilla) como damnificados. Era el minuto 66 y, segundos antes, casi se repite la jugada del tanto con Bermejo buscando el regalo para Mollejo, quien remató forzado fuera. Lo que sí se repitió fue otro regalo, valga la doble redundancia, con Poussin como protagonista. En una jugada no tan cómica como la de Gijón pero cargada de culpabilidad, el francés fallaba en el despeje y le concedía el tanto a Uclés. 2-1, minuto 70, y un mundo por remar.

Como en la primera parte, el colegiado tampoco quiso ver un clarísimo penalti sobre Mollejo tras un golpe fuerte en la cara. Las cosas no salen, pero lo ajeno no ayuda. Con todo, Francho y Vallejo al césped, teniendo que tirar Escribá de titulares para salvar el ridículo, por Toni Moya y Mollejo. También poco después Maikel Mesa por Juan Sebastián, acabando el partido con tres defensas y un mar de atacantes con dificultad para encontrar espacios.

El plan ya era asediar con centros al Atzeneta. Azón lo intentaba con un tiro “a la remanguillé” que se marchaba alto. O Mouriño, en el 91, con un fallo difícilmente explicable en un jugador profesional, a un escaso metro de la portería y sin oposición. Era la última de un equipo sin vida, eliminado de la Copa del Rey ante un rival de quinta categoría. Si ya existían dudas sobre plantilla y sobre todo entrenador, que te gane el Atzeneta no ayudará a calmar los ánimos en una semana cada vez más complicada.

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