Guerra al cáncer infantil

En ciencia es prácticamente imposible decir a ciencia cierta –valga la redundancia– que se ha descubierto la cura de una enfermedad. Pero cada paso que se da significa mucho para descartar métodos, optimizar otros y encontrar herramientas cada vez más eficaces con las que enfrentarse a ellas. Cada avance es un pequeño triunfo porque se está más cerca de conocer las variables que condicionan el desarrollo de una enfermedad. Y en ese “ir delimitando el perímetro” está la clave para mantenerla a raya.

¿Cómo hacerlo? Aplicando las últimas tecnologías a la medicina. Eso es lo que van a hacer ahora unos científicos aragoneses. Concretamente, los miembros del grupo Modelado Multiescala e Ingeniería Biológica (M2BE) del Instituto de Investigación en Ingeniería de Aragón (I3A). Detrás de un nombre que puede resultar harto complicado de entender por su nivel técnico, se esconde un equipo de profesionales dispuestos a combatir con las mejores armas el cáncer infantil.

Las cifras

Cada año, 15 de cada 100.000 menores de 14 años son diagnosticados con esta enfermedad, según la Sociedad Española de Hematología y Oncología Pediátricas (SEHOP). Los más frecuentes son las leucemias, linfomas y tumores de sistema nervioso central.

En el extremo opuesto se encuentran aquellos considerados “raros” por su baja incidencia porcentual. Tal vez por esto se destinan menos recursos a investigarlos, porque en la estadística figuran a la cola. Es el caso del glioma difuso, que solo representa un 2,5% de los cánceres diagnosticados a menores. Pero ojo, porque posee uno de los índices de mortalidad más altos: desgraciadamente, solo el 10% de los niños que lo sufran sobrevivirán a su enfermedad.

Se trata de un proyecto de excelencia que desarrollarán científicos del Instituto de Investigación en Ingeniería de Aragón (I3A)

Proyecto Primage

Es en este momento en el que entra en escena la Universidad de Zaragoza y su grupo de científicos del Modelado Multiescala e Ingeniería Biológica (M2BE). La UZ se reparte, junto a otros 15 socios, 10 millones de euros del programa europeo Horizonte 2020. El objetivo es que las universidades y empresas adheridas al convenio investiguen en el marco del proyecto “Primage”, que lidera el Instituto de Investigación Sanitaria La Fe de Valencia. A la Universidad de Zaragoza le corresponde un 8% de la financiación total, que destinará al estudio del glioma difuso y al neuroblastoma.

Con ese 8% harán maravillas: “Es un proyecto tremendamente estratégico en cuantía y calidad. De los mejor pagados de Europa y también de los más competitivos”, explica el vicerrector de Política Científica de la UZ, Luis Miguel García Vinuesa. Y añade que hay que tener en cuenta que se trata de “ingenieros llevando a cabo su experiencia en inteligencia artificial y análisis computacional, para acabar en cáncer infantil. Es una investigación moderna y transversal”.

Este proyecto de excelencia se puede llevar a cabo gracias a la colaboración público-privada de varias instituciones europeas y de él se sienten tremendamente orgullosos: “No se me ocurre mayor retorno social que la salud y, en particular, el cáncer infantil. Tenemos el optimismo de poder dedicarnos, como investigadores que somos, a un tema tan relevante como este”, expone Vinuesa.

Predecir un tumor

Los instrumentos de los que van a hacer uso los científicos son las simulaciones virtuales hechas a ordenador. Los hospitales disponen de bancos de datos de pacientes que han sufrido cáncer infantil antes. Las biopsias, imágenes médicas y datos genéticos recopilados en estos ayudan a los médicos a establecer tratamientos, comparando los historiales antiguos con los historiales de los nuevos pacientes.

Miembros del M2BE el pasado septiembre en el Congreso VPH

Pero además, ahora, gracias a la biomecánica computacional y la inteligencia artificial, se crearán a ordenador modelos de comportamiento de un tumor. Los científicos conocerán con más exactitud cuál es la posible evolución de un tumor concreto, una información fundamental para que el clínico pueda adecuar los tratamientos a cada caso particular.

Pinta bien. Aunque parece inevitable preguntarse ¿y cuál es la fiabilidad de todo esto?, ¿cuál es la probabilidad de que, efectivamente, el tumor se comporte como esos modelos han pronosticado? El profesor José Manuel García Aznar responde: “No lo sabemos. Es difícil adivinar. Probablemente iremos escasos porque entiendo que es un problema complejo, pero la cuestión es que demos un pasito adelante. Es muy difícil que podamos coger todas las tendencias, pero sí creemos que esta línea de trabajo va a ser novedosa y va a suponer posicionar la tecnología cerca de la medicina”.

Él mismo reconoce que esto no será suficiente. Son enfermedades muy complicadas pero lo importante, siempre, es avanzar. Al menos con simulaciones estudiadas y virtualizadas es mucho más sencillo tratarlos. Y ese es un buen punto de partida.

Por qué el glioma difuso y el neuroblastoma

La investigación se dedicará en exclusiva al glioma difuso y al neuroblastoma. Partimos de que ambos entran dentro del rango de “enfermedades raras”, ya que el cáncer infantil es “residual” en la población. No obstante, el neuroblastoma es el tumor extracraneal más habitual en niños y representa casi el 10% de todos los casos de cáncer pediátrico. El principal problema es su alto grado de metástasis. Aunque se origina en las glándulas suprarrenales, pronto puede propagarse a hígado, huesos o sistema nervioso.

El glioma difuso aún presenta peor diagnóstico. La mortalidad alcanza el 90% y no tiene cura. La radioterapia solo se aplica como tratamiento paliativo para mejorar la calidad de vida del paciente.

Avanzar en el conocimiento de estos tipos de cáncer es avanzar en la ciencia y son con pequeños triunfos con los que se consiguen grandes éxitos.

De momento, cuatro investigadores pre doctorales y post doctorales serán contratados y se incorporarán al grupo Modelado Multiescala e Ingeniería Biológica (M2BE) del I3A. Actualmente lo componen 24 profesionales, a cuya cabeza se sitúan los investigadores senior José Manuel García Aznar, María Ángeles Pérez Ansón y María José Gómez Benito. De esta manera redoblan esfuerzos para llevar a cabo una investigación profunda y esperamos que fructífera.