Los jóvenes músicos dicen "basta" a utilizar baños como aulas de ensayo

Alumnos, padres y profesores se han concentrado en diversas ocasiones
photo_camera Alumnos, padres y profesores se han concentrado en diversas ocasiones

Cuando un niño zaragozano demuestra tempranas dotes como músico ni él ni sus padres son conscientes de las dificultades que supondrá recurrir a la vía pública para realizar estos estudios. Sin embargo, bien lo saben en la Ampa Pilar Bayona, que cansados de reclamar mejores condiciones a la DGA, han optado por salir con fuerza en la calle y explicar ante las instituciones su situación y al de sus hijos.

Como “insostenible” califica el presidente de la asociación, Félix Peláez, las condiciones que sufren día a día los menores, principalmente por las clamorosas “deficiencias” del edificio Palafox, en el que se encuentra el Conservatorio Profesional de Música, en la calle San Vicente de Paúl de la capital aragonesa, a donde acuden jóvenes de toda la provincia. Tanto es así que el Justicia de Aragón ha respaldado sus reclamaciones.

¡No cabemos!, reza la pancarta con la que han salido a la calle en varias ocasiones para denunciar su situación. Y es que en este lugar se concentran los cuatro niveles de los estudios elementales, más otros seis de los profesionales. Son en total 689 alumnos -en un edificio diseñado para 300-, en edades comprendidas entre los seis y los veinte años.

Recientemente llevaron sus reivindicaciones al Parlamento autonómico

Entre sus principales denuncias, que en ocasiones es necesario utilizar los baños y los pasillos para ensayar, o que los horarios para aprender las lecciones de los instrumentos más voluminosos, que no se pueden comprar los alumnos, se tienen que extender hasta los sábados. Y tampoco es mejor la situación de los profesores. Son alrededor de 80, quienes comparten una sala de profesores de 15 metros cuadrados.

En cuanto a las clases colectivas, el edificio es tan insuficiente que ha sido necesario habilitar aulas en el Instituto Don Pedro de Luna, junto a la Iglesia de la Magdalena. Tanto alumnos como profesores se ven obligados a peregrinar de un edificio a otro con los instrumentos a cuestas. Y la concentración de clases por la tarde es tal que algunos deben salir a toda prisa de uno para llegar al otro.

Este caos supone un auténtico quebradero de cabeza a la Jefatura de Estudios del centro a la hora de componer un puzzle casi imposible. Tanto es así que se ven obligado a que los más jóvenes tengan en ocasiones que acabar sus clases más tarde de las nueve de la noche.

Sin luz natural

Este edificio singular, aunque cuenta con nada menos que 60 grandes ventanales, no permite prácticamente la entrada de la luz natural, ya que todos están cubiertos por un estrecho enrejado de madera. De esta forma, los alumnos, que pasan allí 10 años con un carga lectiva creciente que va desde las 5 a las 11 horas semanales según avanzan los estudios, se ven obligados a dar las clases con luz artificial, por mucho que haya en la calle un día soleado.

Y para los profesores es aún peor, porque pasan allí toda su jornada laboral. A esta situación hay que añadir que el edificio no cuenta con aire acondicionado, lo que dificulta dar clases por el calor a partir de mayo.

Almacenes improvisados

Un lugar con este cuenta con una gran cantidad de material necesario para desarrollar la enseñanza de música. Grandes instrumentos, sus fundas, atriles, sillas,… que tampoco cuenta con el espacio adecuado para su almacenaje.

La luz artificial es necesaria durante todas las horas del día

Todo ello se acumula en lugares como la sala de tutorías, de apenas 10 metros cuadrados, que a su vez hace de sede de la Asociación Pilar Bayona. Los padres y madres que la componen se refieren a ella como “el camarote de los hermanos Marx”. También se utiliza de almacén el camerino del auditorio, de apenas 5 metros cuadrados, así como el propio escenario del citado auditorio, que apenas cuenta con 139 plazas para el público.

Talento perdido

La limitación de espacio no solo provoca que todos ellos lleven a cabo su pasión en malas condiciones, sino que obliga a que muchos con aptitudes se queden fuera. Este año se presentaron 1159 solicitudes para acceder, de los que 528 fueron aptos, sin embargo solo 123 de ellos pudieron acceder, lo que obliga al resto a pagarse estudios privados o desistir de desarrollar su incipiente interés musical.

Desde la Ampa Pilar Bayona creen que ha llegado el momento de cambiar esta situación. Y se han cansado de hacer llegar sus denuncias ante la DGA. Tras escuchar a la consejera de Educación, Mayte Pérez, refiriéndose a la situación del centro, “ha demostrado un evidente desconocimiento de la problemática” lo cual se debe a que “o no hay dinero o no está entre sus prioridades”.