“Zaragoza no se rinde. La reducirán a polvo: de sus históricas casas no quedará ladrillo sobre ladrillo; caerán sus cien templos; su suelo abrirase vomitando llamas; y lanzados al aire los cimientos, caerán las tejas al fondo de los pozos; pero entre los escombros y entre los muertos habrá siempre una lengua viva para decir que Zaragoza no se rinde”. Con esta histórica frase resumía Benito Pérez Galdós en sus Episodios Nacionales lo vivido en la capital aragonesa durante los Sitios.
No lo dijo ni mucho menos por decir, reflejando así el espíritu que impregna la ciudad del Ebro por los cuatro costados. También en lo deportivo. El “Zaragoza nunca se rinde” se ha ido escuchando con cierta asiduidad en el Estadio Municipal de La Romareda, especialmente cuando el Real Zaragoza ha atravesado rachas negativas o muy negativas. Por desgracia, algo bastante habitual en la última década. Y uno de sus jugadores, cuatribarrada en brazo, capitán al mando, encarna mejor que nadie ese espíritu de supervivencia y lucha constante.
Alberto Zapater no puede disputar ni un solo minuto con la camiseta blanquilla, la de sus amores, desde la jornada 38 de la pasada campaña. Fueron 12, concretamente, en el triunfo del Real Zaragoza en el terreno de juego del Extremadura. Los de Víctor Fernández se imponían por 0-3 y, de paso, sentenciaban una más que sufrida permanencia en la segunda categoría del fútbol español. Llámese permanencia, llámese más bien supervivencia.
Entonces, objetivo logrado, el de las Cinco Villas decidió parar. Una tendinopatía en el tendón rotuliano le impedía jugar sin dolor y se abrazó a un tratamiento conservador con el que, en principio, en 50 días podía estar de nuevo en los terrenos de juego. Es decir, a tiempo para realizar la pretemporada con sus compañeros. Pero lo que le esperaba era más bien un auténtico calvario.
Un proceso doloroso
“Yo sabía soportar el dolor de esta lesión porque la había tenido ya en la otra pierna. Pero cuando en marzo me dio un latigazo diferente, no a los que estás acostumbrado, aguanté y me dejó sin poder doblar la rodilla prácticamente”. Palabras de un Alberto Zapater que sabe bien de soportar duras lesiones, de hecho se vio obligado a estar alejado del césped cerca de 3 años, y en Rusia, antes de regresar al Real Zaragoza.
En este sentido, también afirmaba que sus sensaciones eran de que “algo no estaba bien” porque incluso estando sentado “a los 15 minutos tenía un dolor interno en la rodilla que no era normal incluso para poder tener calidad de vida”. Eso sí, sin querer compararlo con su etapa en Rusia porque ahora lo vive en su casa, con su entorno y en el club que ama. Y, llegado un punto extremo, no le quedó otra solución que pasar por el quirófano para seguir persiguiendo su sueño: volver a jugar.
Operado en Londres
Zapater viajó a la capital inglesa el pasado 28 de octubre y, el 29, se puso en manos del doctor Hakan Alfredson, especialista en este tipo de dolencias. El ejeano manifestaba que fue Raúl Albiol, también Arbilla, los que le pusieron en la pista del médico porque habían pasado por las mismas manos. “Tras escucharles decidimos ir a este doctor, una eminencia en el tendón”, confirmaba.
También explicaba el proceso: “El tendón está seco, la sangre llega pero no hay retorno y entonces tira más de la cuenta y yo había provocado que la rótula estuviera afilada y provocaba que me pinzara”, indicaba, incidiendo en que Alfredson le dijo lo que le pasaba que no le dio otra opción que operarle.
Pese al riesgo que supone marcar plazos, un contento e ilusionado Zapater sí prefiere marcarse un reto para hacer más llevadera su ausencia. “Me están diciendo 3-4 meses y eso significa poder jugar este año y ayudar al equipo”, afirmaba, añadiendo que “el método conservador pudiera ser que permitiera recuperar sin operar, pero por lo menos ahora existe un plazo, un objetivo y eso ilusiona”.
En este sentido, reconocía que quizás lo fácil hubiera sido “irse a casa ya”, pero le hubiera removido las entrañas: “No puedo evitar ser como soy y eso significa pelear toda mi vida. Sigo teniendo ilusión y es lo que me muevo, me hubiera ido decepcionado conmigo mismo y arrepentido por si había una posibilidad de ponerme bien”. Además, dejaba una frase como clara muestra de su ambición: “No me he operado para poder jugar con mis hijos, me opero para volver a jugar al fútbol”.
Recuperación en Barcelona
Ya de regreso, y ayudado por muletas, Alberto Zapater empieza en unos días una nueva fase en su recuperación. Concretamente en Barcelona, a partir del día 20. “Me voy porque en España hay un doctor que aprendió de Alfredson y me recomendó tener un continuo seguimiento de la rodilla porque tienen contacto directo”, manifestaba.
Por ello, el capitán del Real Zaragoza permanecerá de lunes a viernes en Barcelona. “Mucha gente me dice que disfrute de mis hijos ahora, que luego crecen y es diferente, pero no puedo evitarlo porque el fútbol ha movido mi vida y tengo que hacerlo”, reconocía. Al respecto, otra frase para el recuerdo del de las Cinco Villas: “No pienso ni en Navidades ni en nada, sólo en hacer todo lo posible y estar allí”.
Momento también para que emergiera el Zapater más sincero, aunque siempre haga gala de esa impagable cualidad. “Si yo supiese que no voy a volver a jugar sería el primero que daría mi número y mi pasa, pero si hago esto es porque creo que puedo ayudar este año”, concluía sobre la posibilidad de haber abandonado el fútbol tras este prolongado y latoso contratiempo físico.
El equipo en su ausencia
A todo esto, la vida sigue para el Real Zaragoza. Sin su capitán, pero continúa. Los de Víctor Fernández han sufrido su primer bache de la temporada y, a pesar de todo, continúan en una situación ideal para alcanzar cualquier objetivo. “No nos pasa sólo a nosotros, en Segunda hay muchos equipos históricos que vivimos de una historia que no va de la mano de la realidad”, valoraba Zapater.
En este sentido, explicaba que “el equipo empezó muy bien y atravesó ahora un bache, pero en Segunda todos lo han tenido”. Por ello, recordaba que “en todos estos años en Segunda el equipo no ha estado a estas alturas a tiro de todo”, al menos desde que él regresó junto a Rubén Gracia Cani a la disciplina del escudo del león.
Por eso, Zapater es optimista, aseverando que “en los momentos que se pasa mal es cuando hay que estar todos juntos, unidos, y recuperar esa sensación tranquilamente del principio”. Y, de nuevo, un mensaje cargado de ilusión: “Estaremos arriba, peleando, pero habrá momentos difíciles. Deberíamos tener la experiencia todos en esta categoría después de 7 años”.
Si llega el ascenso ansiado o no, sólo el tiempo lo dirá. Pero sí parece meridianamente claro que será con Alberto Zapater sobre el terreno de juego. Porque si Zaragoza nunca se rinde, su capitán mucho menos lo hará.