La ayuda a domicilio rebosa solidaridad sin contacto físico

Los servicios sociales públicos, las entidades y las redes de apoyo vecinales no han parado de atender necesidades
photo_camera Los servicios sociales públicos, las entidades y las redes de apoyo vecinales no han parado de atender necesidades

La crisis pandémica ha creado una solidaridad sin contacto, pero con tacto. El coronavirus ha agravado la situación de muchas familias, aumentando el grueso de la vulnerabilidad del país. Los servicios sociales públicos, las entidades y las redes de apoyo vecinales no han parado de atender necesidades, pero ahora hay un gran cambio: todo ello debe ser con distancia, protección y sin contacto.

El Servicio de Base de Utebo (Zaragoza) es la “puerta de entrada” para las personas más vulnerables de la localidad. Desde su oficina, la coordinadora, Concha Vera, y su equipo gestionan la atención básica de las personas que más lo necesitan. Este servicio ha tenido que adaptarse de una manera rápida “de un día para otro” a la crisis de la pandemia.

El espectro de personas va desde “el camarero que vivía con 500 euros al mes, pero se mantenía con extras, hasta una chica que trabajaba en un club que ha tenido que cerrar”, ha afirmado la coordinadora. El servicio ha aumentado su trabajo un 200% comparado con la situación pre-Covid. La tardanza del cobro del ERTE al 10 de mayo, ha puesto entre las cuerdas a muchas familias de Utebo.

“Lo más urgente es atender la compra básica”, ha continuado Vera. Una compra que se mantiene gracias a las ayudas de Cruz Roja y a las donaciones de empresas de la zona. Las llamadas denotan urgencia, “cuando tienes a tu cargo niños, la urgencia y el agobio es por la compra de alimentos”. El servicio, desde que comenzó la crisis, reparte bonos de alimentos que deben canjear en los comercios. Afirman que su interés es que el consumo recaiga en comercios locales, pero la dificultad de encontrar en un mismo comercio toda la cantidad de alimentos básicos, acaba haciendo más sencillo que se compre en grandes superficies comerciales.

El proceso nace con la llamada de las personas más vulnerables, allí se les gestiona y se les crea una ficha con sus necesidades y situación. En una nave del Ayuntamiento preparan los lotes los trabajadores municipales, y allí se ponen con el reparto.

Concha Vera, en su despacho atendiendo llamadas

Rosa Caseras es peón del Ayuntamiento de Utebo y se encarga, junto a más compañeros, del reparto de alimentos en lotes y de la posterior entrega a domicilio. Antes de la crisis trabajaba como conserje en diferentes espacios públicos de la localidad, ahora su trabajo ha cambiado de forma radical. Los peones del Ayuntamiento se encargan del reparto de alimentos en lotes, según familia, y del posterior reparto. Rosa afirma que “el miedo es algo que todos tenemos, pero si no hablamos de él no existe”. El reparto es rápido, llaman a la puerta y la persona lo recoge, no hay casi contacto con la persona. Al día Utebo reparte más de 30 pedidos diarios.

A la hora de crear los lotes, Rosa y sus compañeros son muy exigentes al elegir los alimentos y otros productos. Por ejemplo, si un lote tiene que ir a una familia con un bebé, buscan y preguntan por la talla más acorde al niño o niña. Los lotes suelen llevar alimentos variados que circulan desde lentejas en bote y menestra a atún en conserva. Para los niños a veces se les “cuela” alguna natilla o mermelada.

Desde el Servicio Social de Base creen que la demanda variará al llegar el cobro del ERTE, donde la solicitud de compras bajará, pero crecerán otras necesidades como el pago de facturas o incluso el del alquiler. “Esta situación durará todo el año”, afirma Vera.

Utebo ha respondido a la crisis de una manera solidaria, los voluntarios llamaron en masa hasta llegar a un total de 180 desde los 14 hasta los 60 años. También, de esa necesidad de cooperación nació la red de apoyo “Utebo en Red sin Virus”, una plataforma en la que colaboran ciudadanos, asociaciones y el propio Ayuntamiento. El trabajo de esta red observa de cerca las necesidades reales de la población y llega donde no puede llegar la administración. Por ejemplo, las familias inmigrantes no regulares, que no pueden acceder a los servicio del Ayuntamiento, es esta plataforma la encargada de administrar y hacer donaciones para que puedan seguir alimentándose. La solidaridad no para, la teleasistencia está siendo fundamental también para no dejar a nadie de lado en Utebo.

El espectro de personas que piden estas ayudas va, por ejemplo, desde un camarero que vivía con 500 euros al mes

Cruz Roja Zaragoza ha aumentado su labor social debido a la pandemia. Por ello, han creado el plan “Cruz Roja Responde” que busca llegar a los hogares más vulnerables y tratar de atender la mayoría de necesidades. Con su plantilla laboral en su mayoría desde casa, al teléfono atienden las llamadas de las personas que lo necesitan. Como en Utebo, dos veces a la semana, multitud de familias zaragozanas acuden a recargar su tarjeta para poder gastar en diversos establecimientos.

En una nave de avenida Cataluña de Zaragoza se reparten los alimentos que serán llevados a los domicilios de las personas que o bien, por impedimentos de la edad o por población de riesgo como una persona inmunodeficiente, no puede realizar la compra por su propio pie. No solo se reparte la compra, también se reparten enseres entre familias o conocidos. Todo ello con el fin de ayudar, acción que se suma al histórico asistencialismo de la Cruz Roja.

Dora Miguel, “Dorita”, de 62 años lleva año y medio como voluntaria en Cruz Roja. Actualmente ejerce su voluntariado en el Fondo de Ayuda Europea para los Más Desfavorecidos (FEAD), sito en la avenida Cataluña.

Entre los repartos que ha hecho como voluntaria, el de objetos de higiene e incluso, meriendas para los más pequeños. Los alimentos también llegan de donaciones de empresas. “En cuanto la situación era normal, la gente acudía a la nave. Cuando se complico un poco más la cosa, es cuando hemos empezado a llevar los alimentos a sus casas”. Las personas que reciben los alimentos, son “familias desestructuradas, que están en la cuerda floja” afirma Dora. Los alimentos también siguen las estipulaciones de una trabajadora social, según personas de la familia. En el reparto, los alimentos se depositan en la puerta, los receptores deben bajar a recoger su pedido y firmar un recibí. “A mí no me cuesta nada y tengo mucho tiempo libre; lo que recibes es mucho más de lo que das”, termina Dora hablando de su labor como voluntaria. “La gente te lo agradece”, concluye.

Cruz Roja Zaragoza ha aumentado su labor social debido a la pandemia

No solo son alimentos, diversas farmacias de Zaragoza reparten los medicamentos a domicilio, para evitar la exposición de personas mayores al salir de casa. Leticia Afán, auxiliar de Farmacia en la calle San Juan Bosco, reparte de tres a cuatro veces medicamentos desde su establecimiento a domicilios cercanos de forma gratuita. “El servicio ya se hacía pero ahora ha aumentado mucho más”, afirma. No hubo dudas para seguir haciendo este servicio a los más vulnerables por la pandemia. La mayoría de clientes son ancianos asiduos se ponen en contacto con ellas a través de una llamada. Leticia no pasa miedo en el reparto, y ella ha insistido mucho a sus clientes más vulnerables que no vengan a comprar físicamente.

Como en “Utebo en Red Sin Virus”, Zaragoza ha generado multitud de redes de apoyo en diversos barrios. Redes autogestionadas civiles y vecinales que buscan llegar a aquellos espacios donde la administración no llega.

Las personas demandantes se ponen en contacto con la red a través de un número de teléfono, después los datos son entregados a los servicios sociales, que analizan su situación y determinan si pueden obtener una tarjeta de alimentos. En este periodo de espera trabaja la red. El aviso de familia vulnerable es recibido por un voluntario que accede a comprar y llevarla al domicilio de las personas, al terminar con su acción cae sobre cada uno la opción de pagar o que te sea reembolsado la compra por la denominada “caja de resistencia”. La “caja de resistencia” es una cuenta donada por la Asociación Vecinal Manuel Viola para suministrar y atesorar las donaciones de voluntarios.

Según responsables de la Red de Apoyo Delicias, 474 domicilios (303 adultos y 171 niños) han recibido un pedido de alimentos o medicamentos. No solo se han repartido alimentos, también mascarillas, ropa y enseres de bebé. También se ha repartido a 250 niños y adolescentes material escolar diverso.

Las diferentes personas que trabajan en “el puerta a puerta” afirman que los miedos están presentes, pero esos miedos son superados por la situación de pobreza. El hambre continúa pese al confinamiento, que poco a poco ha ido levantando sus salidas. La situación económica que se prevé agresiva deberá seguir buscando fórmulas que ayuden a los más vulnerables, pero siempre de lejos.