La singularidad de los Mallos se une a la historia de Pedro I de Aragón

Los Mallos con el río Gállego al fondo
photo_camera Los Mallos con el río Gállego al fondo

Ayerbe, Bolea, Agüero y Loarre son las cuatro localidades que conforman la ruta de los Mallos. Con un recorrido de un total de 32 kilómetros, su entorno natural y su patrimonio histórico convierten a estos pueblos en lugares con un encanto especial que no dejarán indiferente a nadie que los visite. La singularidad de este territorio despunta por las formaciones rocosas, aquellas creadas por la naturaleza como los Mallos y aquellas creadas por el hombre, como el Castillo de Loarre.

El Reino de los Mallos tiene su origen en el momento que el rey Pedro I de Aragón entrega a su segunda esposa, Berta, con motivo de sus esponsales celebrados en la catedral de Huesca, una dote conformada por un pequeño territorio en el Prepirineo oscense. Este estaba formado por Agüero, Murillo, Riglos, Marcuello, Ayerbe y algunos bienes en la Hoya de Huesca, a orillas del río Flumen.

Cuando el rey Pedro I muere, el trono aragonés pasa a su hermano Alfonso I el Batallador, ya que él no tuvo descendencia. Entonces podría haber acabado con el Reino de los Mallos, pero no fue así, según Berta en uno de sus escritos “por el amor del cuñado mío”. Alfonso I hacía gala de que dentro del reino de Aragón existía otro pequeño “reino”.

El nombre de esta zona viene de los Mallos, grandes masas de piedra conglomerada en paredes verticales aisladas, que alcanzan una altura de más de 300 metros y que dotan al territorio de una gran riqueza geológica y paisajística. Así pues, la zona es famosa por el rafting o descenso del cañón del río Gállego, la escalada en Riglos y la observación de grullas en el embalse de la Sotonera. Destacan también por su valor histórico y cultural el castillo de Loarre, la colegiata de Bolea o las iglesias y museos de Agüero y Ayerbe.

Este último municipio, Ayerbe, sigue manteniendo hoy la posición que tuvo históricamente como lugar comercial y cruce de caminos e intercambios. Además, es considerado el centro neurálgico del “Reino de los Mallos”.

El Castillo de Loarre visto desde la lejanía

Lo que más destaca en Ayerbe, en cuanto a arquitectura, es el monumental palacio de los Urriés del siglo XV, ubicado en la plaza alta o plaza Aragón. “Es una clara muestra de palacio gótico renacentista aragonés y está declarado Bien de Interés Cultural “, según informa desde la Oficina de Turismo, Cristina Liesa. Es en torno a él que gravita el conjunto urbano de la localidad. También destaca en la plaza la Torre del Reloj, una torre barroca de 30 metros, baluarte civil realizado en 1798. “Llama bastante la atención porque no está adosada a ningún otro edificio, como suele ser a alguna iglesia o edificio civil”, señala Cristina Liesa. Además, en su casco urbano se pueden encontrar otras casas nobiliarias de estilo renacentista aragonés, como la de los Luna o la Casa Normante.

Otro de los puntos fuertes del pueblo, según Cristina Liesa, es la torta de Ayerbe. Esta delicia gastronómica es uno de los atractivos del pueblo y aquellos que lo visitan “se van cargados con tortas de Ayerbe”, afirma la técnico de la Oficina de Turismo.

Una curiosidad sobre Ayerbe es que tiene una iglesia sin torre, una torre sin campanas y un campanario sin reloj. La iglesia de San Pedro, que data de entre los siglos XVI y XIX, cuenta con una bella portada del XVII y, ya casi en la salida del pueblo, se encuentra “el campanario románico de San Pedro”, declarado Monumento Histórico Artístico, que data del siglo XII, “construido por Sancho Ramírez y único vestigio de la colegiata de la localidad”, señala desde la Oficina de Turismo, Cristina Liesa.

El insigne Premio Nobel de Medicina, Ramón y Cajal, residió durante parte de su infancia en Ayerbe, donde actualmente tiene, en una de las calles principales, un centro de interpretación con su nombre.

La colegiata renacentista de Santa María luce en el punto más alto de Bolea

Otros lugares de interés que se pueden descubrir en los alrededores de la localidad son la Fuente de los Tres Caños y el santuario de la Virgen de Casbas, cuyo interior presume de un completo conjunto iconográfico de pinturas murales.

Bolea

A menos de 20 kilómetros de Ayerbe nos encontramos con Bolea, un municipio promontorio que irrumpe en el paisaje dominando el llano. “Calagurris Fibularia” fue el nombre que recibió cuando fue posesión romana y “Buluya” cuando estuvo bajo el poder de los musulmanes, hasta que en 1101 el rey Pedro I lo incorpora al reino de Aragón.

La impresionante colegiata renacentista de Santa María luce en el punto más alto de Bolea y es una de las grandes joyas del patrimonio aragonés, construida en el siglo XVI. El edificio actual fue construido sobre el antiguo templo románico del siglo XII, del cual se conserva la cripta bajo el presbiterio, el muro de cabecera y la torre campanario.

Lo que más destaca de la colegiata es el retablo del altar mayor, considerado uno de los más bonitos de la Comunidad. La obra combina escultura y pintura del siglo XVI en gótico mudéjar y se compone de 20 tablas pintadas al temple y 57 tallas en madera policromada. Llama la atención el colorido, del que todavía se conserva el original, en una gama de rojos y verdes.

Agüero

Otra de las localidades que conforma esta ruta es Agüero, situado en el desnivelado terreno a los pies de los Mallos y cuya estética transportará a los visitantes a la Edad Media, gracias a sus calles de piedra y los escudos sobre las puertas.

En las afueras del municipio oscense se encuentra la iglesia de Santiago, un magnífico ejemplo del románico en Aragón y de gran valor arquitectónico e histórico. Cuando se construyó, se organizó un importante proyecto que cuando llegó a la mitad, se abandonó. Actualmente existen tres hipótesis para explicarlo. La primera es que era un homenaje que no llegó a acabarse de la reina Berta a su esposo, Pedro I, que había fallecido. La siguiente teoría es que fue construida por los monjes del monasterio de San Juan de la Peña para acercarse al valle, pero que no se terminó por motivos económicos. La última hipótesis es que Ramiro II el Monje tenía intención de retirarse a este lugar después de traspasar el reino a su hija Petronila, pero murió antes de que acabase la obra y, por tanto, no se finalizó.

La iglesia de Santiago en Agüero

Si hay algo que realmente impresiona de Agüero es su entorno natural y su enclave. Los Mallos, como se llama en Aragón a estas increíbles formaciones geológicas de color rojizo, son únicos en Europa y están ya protegidos como Monumento Natural. Se formaron hace 65 millones de años, por la orogenia alpina, cuando se formaron los Pirineos. Sin embargo, ha sido el agua con su erosión la que los ha ido moldeando hasta conseguir las gigantes paredes rocosas que existen hoy en día. En ellas se han marcado unas 200 vías de escalada, solo en Riglos, convirtiéndose en un referente para escaladores de todo el mundo.

En las redondeadas cimas de los Mallos los protagonistas son los buitres y otras aves rapaces, por lo que su avistamiento es otro de los atractivos de la zona. Precisamente, desde el Mirador de los Buitres se puede descubrir una de las más impresionantes vistas panorámicas de los Mallos de Riglos y de la Hoya de Huesca.

Loarre

Po último, uno de los lugares más llamativos de esta zona es el Castillo de Loarre. Si lo que quieren los visitantes es viajar en el tiempo, aquí retrocederán hasta la época del segundo rey de Aragón, Sancho Ramírez. En el siglo XI se mandó construir este imponente castillo románico, considerado el mejor conservado de Europa y recientemente elegido el más bonito de España por Lonely Planet.

La historia que envuelve la construcción del Castillo de Loarre está dividida en dos etapas. El castillo aparecería a principios del siglo XI como una fortaleza dentro de la frontera que crearía Sancho Garcés III como rey de Pamplona pensando en la reconquista de estas tierras. Esta primera parte consta de la torre del homenaje, la torre de la reina y una capilla dedicada a Santa María de Valverde, según explica Lorena Laguna, responsable de la gestión del monumento.

Sería en la época de Sancho Ramírez cuando el castillo tomaría mucho más peso a nivel histórico, ya que este rey peregrinó hasta Roma para conseguir el apoyo del Papa en la reconquista y, fruto de ello, fue la construcción de la capilla real de San Pedro y el resto de la ampliación que sufrió el castillo para albergar a la orden de Canónigos de San Agustín.

El Castillo de Loarre aúna varios estilos, “la parte original es románica lombarda, mientras que la segunda fase de construcción ya es un estilo románico en pleno desarrollo”, ha detallado Lorena Laguna.

En la última fase se construyó la muralla, que “es la zona más deteriorada del monumento y formó parte de la defensa del pueblo de Loarre resistiendo hasta el siglo XV” a los pies de la fortaleza. El castillo era fundamental dentro del sistema defensivo aragonés, debido a su posición estratégica frente a la férrea posición musulmana de Bolea.

El palacio de los Urriés del siglo XV, ubicado en la plaza alta de Ayerbe

Se puede ubicar este majestuoso recinto fortificado a solo 30 kilómetros de Huesca y en las cercanías del pueblo de Loarre. “Lo que más me gusta es la ubicación”, señala Lorena Laguna, “el posicionamiento en lo alto del castillo, asomarte al mirador de la reina, poder controlar y observar toda la Hoya de Huesca. Es algo que te inspira. Abres los pulmones, tomas aire y dices: madre mía…”.

Además, la responsable de la gestión del castillo cuenta que para llegar hasta arriba “has tenido que recorrer toda la fortaleza”, de increíble magnitud, muy bien conservada y construida sobre la roca. “Te sientes como fuera del alcance del resto o en otra dimensión”, declara Lorena.

En numerosas ocasiones, el castillo ha sido elegido escenario de diversas películas y documentales, algunas tan reconocidas como “El Reino de los Cielos” dirigida por Ridley Scott. El principal motivo de su aparición en la gran pantalla es su belleza, singularidad, buena conservación y excelente ubicación.

Desde la gestión del monumento tienen previsto volver a las visitas guiadas diarias a partir de junio, ya que hasta ahora solo lo hacían en días festivos y fines de semana debido a las complicaciones de la pandemia.

La ruta de los Mallos de Riglos dejará a los visitantes sin aliento con su espectacular entorno, diseñado por la naturaleza; su rico patrimonio histórico y arquitectónico, con el que volver atrás en el tiempo y adentrarse en la época medieval y para los más exquisitos, las delicias gastronómicas con sello aragonés que se pueden degustar en este territorio prepireinaico.