Castillos, monasterios y museos en una ruta tras los pasos del rey Alfonso I el Batallador

El castillo de Montearagón alcanzó su época de mayor esplendor en el siglo XIV como importante núcleo económico y político
photo_camera El castillo de Montearagón alcanzó su época de mayor esplendor en el siglo XIV como importante núcleo económico y político

Siresa, Quicena, Huesca, Zaragoza y Fraga son los cinco lugares que conforman la ruta “Tras los pasos del Batallador”, la cual recorre 329 kilómetros dividiéndose en dos etapas. La primera de ellas persigue las huellas de Alfonso I el Batallador en la provincia oscense, donde hay que visitar el Monasterio de San Pedro de Siresa, el Castillo de Montearagón, la localidad de Fraga y, ya en la capital, el Monasterio de San Pedro el Viejo y el Museo de Huesca. La segunda etapa transcurre en la provincia de Zaragoza. Concretamente, la ruta pasa por la capital con paradas en el Palacio de la Aljafería, el Museo Alma Mater y el monumento al Batallador en el Parque Grande.

La magia de esta ruta procede de los pasos que dio Alfonso I el Batallador, uno de los reyes de Aragón más relevantes por la expandir y consolidar el reino. Solo se casó con Urraca y fue una unión sin descendencia, por lo que redactó un peculiar testamento en 1131 en el que repartía su reino entre las órdenes militares del Temple, Santo Sepulcro y San Juan del Hospital. Su muerte, tal y como su nombre indica, no pudo sobrevenir de otra manera que no fuera en la batalla; por lo que el rey Alfonso I fallece a causa de las heridas sufridas en el asedio a Fraga en el año 1134.

El paisaje de la Selva de Oza es uno de los más espectaculares del Pirineo

El Batallador se educó en el Monasterio de San Pedro de Siresa, incluso se cree que fue bautizado allí. La construcción, que data del siglo IX, destaca por sus grandes dimensiones y su localización. Ahora solo queda la iglesia de lo que fue el conjunto monástico y, junto al municipio, conforma uno de los lugares más singulares de la Jacetania. En su entorno se encuentra la Selva de Oza, uno de los más espectaculares paisajes del Pirineo.

La ruta continúa en Quicena, concretamente en el Castillo de Montearagón, el cual está ubicado en un lugar privilegiado por su situación estratégica. La fortaleza data del siglo XI y tuvo gran poder a lo largo de toda la Edad Media y Moderna, con influencia sobre un amplísimo radio. El perímetro amurallado tiene forma hexagonal, irregular, con la iglesia adosada y formando parte de la muralla. Del esplendor de este castillo quedan muestras en Huesca, concretamente el retablo mayor en el museo Diocesano y el sepulcro del rey Alfonso I el Batallador en el claustro de San Pedro el Viejo.

Rumbo a las capitales

A menos de seis kilómetros de Quicena se encuentra la ciudad de Huesca, donde se puede visitar en pleno centro un increíble monasterio románico, el de San Pedro el Viejo. En este lugar, plagado de historia, descansan los restos de Alfonso I el Batallador. Desde el monasterio, callejeando, se llega al Museo de Huesca, ubicado en un impresionante edificio que en un pasado fue el antiguo palacio de los Reyes de Aragón y del cual se conserva, además, la sala de la campana y la de doña Petronila. El resto se corresponde a lo que fue la Antigua Universidad y primera de Aragón.

El Palacio de la Aljafería en Zaragoza es un lugar emblemático de la capital aragonesa

Antes de llegar a Fraga, el Batallador pasó por la ciudad de Zaragoza. La Aljafería es un lugar emblemático de la capital aragonesa y una de las construcciones más sorprendentes. El palacio está considerado como un referente del arte hispano-musulmán, ya que no solo perteneció a los reyes musulmanes, sino también a los reyes cristianos de Aragón y de los Reyes Católicos. Además, la Aljafería es uno de los edificios que estaba en pie cuando Alfonso I el Batallador conquistó la ciudad a los musulmanes.

Todavía en Zaragoza, dentro del museo Alma Mater, se halla el palacio Arzobispal con su torreón conservado en toda su altura. Este palacio proviene de la época en la que el nombrado obispo de Zaragoza, Pedro de Librana, recibió una parte de la muralla para construir un torreón que mejorase las defensas de la ciudad. A raíz de dicho torreón, el cual se conserva aún en perfecto estado, se construyó el palacio.

El Batallador se educó en el Monasterio de San Pedro de Siresa

Otros lugares que hacen referencia al Batallador en la capital aragonesa son la amplia y céntrica calle que lleva su nombre, Alfonso I, y que lleva directamente hasta el Pilar. También el monumento de más de seis metros de altura en su honor en el Parque Grande, que se realizó con motivo del octavo centenario de la reconquista de Zaragoza en 1923.

Para concluir la ruta hay que ir hasta Fraga, municipio donde tuvo lugar la última contienda en la que luchó Alfonso I el Batallador y donde le hirieron provocando, posteriormente, su muerte. Falleció en 1134, fue sepultado en Montearagón y más tarde trasladado al Monasterio de San Pedro el Viejo de Huesca. En su testamento dejó el reino a las órdenes militares. En Fraga merece la pena visitar la iglesia de San Pedro, románica del siglo XIII, y la torre de los Frailes, construida por los templarios en la misma época.

El monasterio de Sijena fue una petición de la reina doña Sancha de Castilla, esposa del monarca aragonés Alfonso II hacia 1188

Recrear este camino que hizo con sus propios pies Alfonso I el Batallador no dejará a nadie indiferente, ya que el recorrido se compone por algunas de las construcciones más emblemáticas e impresionantes de Aragón. Y no solo eso, también merece la pena admirar y perderse en la grandeza del entorno natural que rodea a cada uno de los enclaves de la ruta.