El paseo de la Independencia es una de las vías más populares de Zaragoza y todo el mundo se ha perdido alguna vez por sus tiendas y bares y callejeando por todos sus rincones. Hay quien, incluso, podría recrear todas sus zonas con los ojos cerrados. Pero, lo que quizás no sabías, es que bajo sus baldosas y suelo empedrado vivió una antigua tribu del norte de África, los Sinhaya.
Allá por el siglo XI comenzó el máximo esplendor y desarrollo de la época musulmana. La ciudad musulmana de Saraqusta empezó a quedarse sin espacio intramuros, por lo que tuvieron que construirse nuevos barrios. Estos reciben el nombre de arrabales y se erigían extramuros justo al lado de la muralla. Algunos de estos arrabales fueron: el arrabal de alfareros, lo que hoy sería la zona de San Pablo o el arrabal de curtidores que lo encontramos en la zona de Sementales.

El arrabal de Sinhaya estaba ubicado entre las actuales plaza de España, Paseo de la Independencia y plaza Salamero. Tras la conquista cristiana en 1118, esta zona de Sinhaya pasó a llamarse la Morería ya que aquí era donde establecieron sus casas los musulmanes una vez fueron expulsados de la medina.
Edificios de tapial de tierra y cantos rodados y la muralla de la ciudad hecha de alabastro se erigían en esta zona, pues cuando llegaron los musulmanes en el año 714 los grandes edificios romanos como el teatro, las termas o el foro ya habían perdido su funcionalidad o habían quedado ocultos tras el aterrazamiento que acometieron los musulmanes.

Por lo tanto, surgieron una serie de espacios libres que propiciaron la construcción de nuevas edificaciones y nuevos trazados. El urbanismo en damero perfectamente constituido y tan establecido en época romana, se perdió en beneficio de un trazado irregular.
Los restos arqueológicos del barrio de Sinhaya comenzaron a salir a la luz en 2001 cuando se propuso hacer un parking bajo el Paseo de la Independencia. El Ayuntamiento encargó esta tarea a los arquitectos municipales, pero estos se negaron a acometer el proyecto ya que eran conocedores o imaginaban que bajo el paseo subyacían restos musulmanes. El proyecto fue adjudicado a un arquitecto externo y, cuando se levantó el paseo, comenzaron a aparecer restos arqueológicos musulmanes de entre los siglos X y XII.

Efectivamente se trataba de los vestigios del barrio de Sinhaya, los materiales eran modestos y poco consistentes que, eso sí, formaban conjuntos estructurados y además era visible el trazado de las calles.
Se decidió estudiar y catalogar los restos sobre el terreno y cubrirlos con una capa de geotextil. Finalmente, en 2011 cuando comenzaron las obras del tranvía, se aseguró que se trabajó a 50 centímetros de la superficie y no se llegó hasta los materiales musulmanes que se hallan a más de 2 metros de profundidad. Igualmente, este arrabal milenario sufre en la actualidad las vibraciones del paso constante del tranvía.