Paco Martínez Soria era un hombre serio y taciturno, pero hacía reír como nadie sin ni siquiera abrir la boca. Hizo de abuelo, taxista, cateto, eso sí, entrañable, de empresario e incluso de novio teniendo 79 años. Tenía, sin duda, el don de la risa. Aquel que le llevó a la fama y le hizo convertirse en uno de los actores más queridos y populares en el cine y el teatro de los 60. Él solía decir que no tenía humor baturro pues a pesar de haber nacido en Tarazona era de Barcelona, pero se convirtió en un prodigio en el mundo de la comedia. Este sábado se cumplen 40 años del fallecimiento de Don Paco, como le gustaba que le llamasen, pero su estela sigue más viva que nunca.
Fue en 1933 cuando el turiasonense debutó en el cine con la película «Sereno y Tormenta» y luego vinieron muchas más como «Paquete, el fotógrafo público número uno», en la que fue por primera vez actor protagonista; «El turismo es un gran invento», «El difunto es un vivo» y así hasta completar una filmografía extensa y rica en la que interpretó papeles entrañables que lo llevaron a convertirse en todo un «fenómeno sociológico».
«Traspasa lo que es un actor excepcional, que lo era, pero se convirtió en un fenómeno único en España. A sus 64 años, cuando la gente ya está pensando más en la jubilación, este hombre triunfa de una manera clamorosa. Las películas en las que aparece no son las de Pedro Lazaga o las de otros directores de cine sino que son las películas de Paco Martínez Soria. Cuando decimos acabo de ver una película de Paco Martínez Soria no estamos hablando del filme del director ni del guionista como hacemos ahora. Y esto se sigue haciendo 40 años después», asegura el periodista Javier Lafuente, experto en la figura de Paco Martínez Soria y autor del libro monográfico del actor «El don de la risa».

«La ciudad no es para mí» fue la película que lo rompió absolutamente todo. Fue la más taquillera de la historia del cine con 4,5 millones de espectadores hasta que llegó otra de Alfredo Landa. Aunque, a Paco Martínez Soria el cine no le interesaba mucho y es que a él lo que le hizo vibrar durante unos años fue estar sobre las tablas, en las que se caía como nadie. «Era un maestro resbalándose. A los 75 años interpretaba resbalones con los que se podía haber hecho daño o cualquier cosa y la gente se partía de la risa. Se partía de la risa incluso cuando solo lo veían aparecer sobre el escenario. Fue magistral», reconoce Javier Lafuente.
Hay personas que nacen con una estrella, un don, y Paco Martínez Soria lo tenía. Siempre con el traje impoluto y siempre con serenidad, en esa vida alejada de las cámaras y las tablas no era extremadamente chistoso, pero con su ingenio y perspicacia logró crear una legión de seguidores de todas las edades que le adoraban y admiraban. «Se explotó mucho el fenómeno de Paco Martínez Soria, le rebajaban la edad y le ponían papeles más jóvenes porque los cineastas y directores sabían que era un caso excepcional», comenta el periodista.
Su humor siempre era limpio, nada hiriente, era un humor blanco que se dejaba ver en sus comedias y en obras teatrales tan populares como «La tía de Carlos», «Te casas a los 60… ¿y qué?», «Anacleto se divorcia» y decenas de representaciones más que le hicieron convertirse en uno de los actores más aclamados durante la Dictadura española. «Quizás fuera ese humor sin tacos, sin insultos ni burlas como pasaba en otro tipo de comedias lo que hizo que se convirtiese en un actor tan querido por personas mayores, y hasta por chavales de 18 a 25 años».

«La ciudad no es para mí» en Cine de Barrio
Las películas de Paco Martínez Soria son leyendas que siguen vivas décadas después. Este sábado, con objeto de conmemorar la efeméride de su fallecimiento, «La ciudad no es para mí» llegará hasta el programa Cine de Barrio donde Alaska, Luis Varela y el periodista y autor del libro sobre Paco Martínez Soria, Javier Lafuente, conversarán sobre esta obra maestra que ya es un hito en la historia del cine español.
Lafuente pondrá el toque aragonés en el programa y sobre la mesa alguna de las anécdotas y curiosidades sobre Martínez Soria que ya plasma en esa obra literaria que es «El don de la risa». Allí diferencia entre ese Don Paco actor y aquel que tenía una vida fuera de las cámaras donde era muy diferente e incluso algo antipático, pues «no le gustaba que vocalizaran mal y echaba unas broncas tremendas por eso cuando ejercía de director», ha reconocido Lafuente.
Actor prodigioso y excepcional, con una gran habilidad para hacer reír y transmitir sentimientos al otro lado de la pantalla, Paco Martínez Soria dijo adiós un 26 de febrero de 1982 pero, realmente, nunca se fue.