Ruta de cinco días por el Pirineo según LonelyPlanet
Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido

Colores brillantes, naturaleza, paisajes únicos y pueblos con encanto en los que perderse. Todo eso es el Pirineo aragonés, uno de los lugares más bellos de la Comunidad que es todo un atractivo turístico para vecinos y visitantes. El Pirineo aragonés tiene muchos rincones y hoy te proponemos una ruta para recorrerlo en cinco días a través de sus valles y de esos lugares que son parada obligatoria para la guía LonelyPlanet «Lo mejor de Aragón».

Día 1: Benasque

Coronado por el Aneto, Benasque es el centro neurálgico del valle homónimo y la primera parada de esta ruta de cinco días. Un pueblecito lleno de encanto en el que la naturaleza se une con el patrimonio y la cultura. Es uno de los lugares idóneos para ascender al pico Aneto que, por cierto, es el más alto de los Pirineos con 3.404 metros.

Benasque aúna patrimonio y cultura con la Iglesia de Santa María, templo más importante del valle que data del siglo XI y que fue reconstruida tras la Guerra Civil. A su lado, la casa Faure, un edificio renacentista del 1550, es un ejemplo del gran tesoro patrimonial que esconde Benasque.

Y si el municipio llama la atención por un marco incomparable de naturaleza y patrimonio, el valle de Benasque es un lugar con gran riqueza geológica con más de 13 glaciares, un centenar de lagos y numerosas cascadas que convergen en los parques naturales como el de Posets-Maladeta. Un paisaje donde disfrutar de una naturaleza única y asombrosa.

Benasque aúna patrimonio y cultura con la Iglesia de Santa María

 Día 2: Valle de Broto

Bañado por el río Ara, el valle de Broto es algo diferente al resto de los valles pirenaicos pues es una amplia cuenca en la que se encuentran dos de las localidades más pintorescas de los Pirineos: Broto y Torla-Ordesa.

Broto, la capital, es un bonito municipio con grandes paisajes que se embellecen aún más en primavera pues hay mucha vegetación. La ruta de la Cascada del Sorrosal es uno de los grandes reclamos de esta localidad. A lo largo de un paseo de unos 30 minutos de duración, el turista saldrá de Broto y se adentrará en un mágico mundo de pinos y bosques hasta desembocar en una gran cascada.

La Casa del Valle es una de sus construcciones más destacadas. Con su torre defensiva del siglo XVI, sirvió de cárcel durante varios siglos y en sus ennegrecidas paredes todavía se pueden ver los grabados plasmados por los presos.

Broto es un bonito municipio con grandes paisajes

Día 3: Jaca

Hablar de Jaca es hablar de una de las localidades pirenaicas mediáticas y conocidas por excelencia más allá de las fronteras de la Comunidad Autónoma de Aragón. La localidad jaquesa, que fuera la primera capital del Reino de Aragón, resulta idónea tanto en invierno como en verano por su ubicación, ya que permite tener las principales pistas de esquí a escasos kilómetros y también rutas concurridas en el periodo estival para los excursionistas más ávidos.

Callejear por el centro histórico de Jaca supone sumergirte en un baile arquitectónico que va desde el modernismo de la calle Mayor o la avenida del Primer Viernes de Mayo hasta sus edificios de estilo románico, como por ejemplo la Catedral de San Pedro de Jaca. Imperdible también resulta visitar y tomar algo alrededor de la Ciudadela, fotografiando a la familia de ciervos que pastan con calma y tranquilidad para completar un paisaje idílico que perdura desde el siglo XVI.

Ya fuera del Casco Histórico, el puente medieval de San Miguel, con 17 metros de altura en su arco central, es otro de los puntos más visitados. Y para terminar, si quieres observarlo todo a vista de pájaro, el mejor mirador posible se encuentra en el Fuerte de Rapitán, para terminar de enamorarte y prometer un pronto regreso.

La localidad jaquesa resulta idónea tanto en invierno como en verano por su ubicación

Día 4: Canfranc

A escasos 20 minutos de Jaca se encuentra Canfranc, históricamente conocida por su bella e inigualable estación internacional que vive un proceso de renovación para convertirse próximamente en un hotel de lujo. ¿Quién no ha oído hablar de “El Canfranero”? Sin duda, se trata del lugar más fotografiado del entorno y visita obligada para los amantes de la arquitectura. También de la historia, ya que se puede conocer el papel importante con el que contó en plena Segunda Guerra Mundial.

Los alrededores de Canfranc pueblo cuentan con bellos parajes e interesantes caminatas. Por ejemplo, un paseo de unos 15 minutos de duración a lo largo de un sendero en el que conviven diferentes y espectaculares ejemplares botánicos. O la Ruta de los Búnkeres, construidos entre las décadas de los 40 y los 50 como posible defensa ante una invasión militar desde Francia, que finalmente nunca tuvo lugar.

Además, Canfranc, como Jaca, es conocida por la afición al patinaje, que se puede practicar en el pabellón. Y para los apasionados del esquí, las estaciones de Astún y Candanchú se encuentran a tiro de piedra con más de 100 kilómetros esquiables, un centenar de pistas y nieve de alta calidad.

Estación de Canfranc

Día 5: Ordesa y Monte Perdido

Estamos acostumbrados a alucinar con vídeos de paisajes de Islandia y su Círculo Dorado, los salvajes y escarpados acantilados de Islas Feroe o la combinación de vastas llanuras y montañas de Nueva Zelanda recorridas por Frodo como portador del Anillo Único. Pero existen zonas en Aragón que poco o nada tienen que envidiar, sin necesidad de recorrer el mundo en busca de fotografías que bien se pueden encontrar en el Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido.

Con precisamente Monte Perdido dominando el valle con sus 3.348 metros de altura, se cuentan por decenas las excursiones que por sus parajes se pueden realizar y que atraen cada año a cientos de visitantes. Por ejemplo, la ruta de las cascadas de Ordesa, con la Cola de Caballo como protagonista principal, pero teniendo siempre en cuenta también otras como La Cueva, Estrecho o Arripas, menos conocidas pero igualmente disfrutables.

Y no todo es naturaleza. Porque a lo largo de esta zona se pueden ir haciendo diferentes paradas en pueblos de película como Broto, Torla, Fanlo o Bielsa, donde la gastronomía y la cerveza artesana se dan la mano para alcanzar cotas mayúsculas. Si el deporte de aventura es la opción elegida, de nuevo Ordesa y Monte Perdido se erigen como una alternativa inmejorable para disfrutar de la naturaleza sin necesidad de usar el pasaporte.

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