Foto por el día mundial del Ictus
Más de 3.000 aragoneses sufren ictus cada año y unos 6.000 conviven con la enfermedad. Foto: Gobierno de Aragón

José tiene 71 años. Hace dos, sufrió un ictus que lo dejó 40 días en coma. La tercera causa de muerte en Aragón en hombres, y la primera en mujeres, no lo fue para él. Sobrevivió y se siente afortunado. De los entre ocho y diez aragoneses que se ven golpeados por la enfermedad a diario, dos no viven para contarlo y tres continúan con secuelas. Poner una cafetera o manejar el mando de la televisión se convierten en tareas casi imposibles. Y tampoco es el caso de José.

En cuanto mi hija me vio tirado en el suelo y llamó al 112. A las dos horas ya estaba en el Miguel Servet. Se me había roto una de las arterias más importantes del cerebro. Gracias a esa concienciación de la urgencia y la gravedad, se pudo reparar lo más rápidamente posible y poco a poco fui recuperando la consciencia”, cuenta ahora.

José pone cara y ojos a los cerca de 3.000 aragoneses que lo sufren cada año, más otros 6.000 que conviven con él, en las jornadas previas al Día Mundial del Ictus, que se celebra este domingo, 29 de octubre. En el Hospital Clínico, la Sociedad Aragonesa de Neurología, la Asociación Ictus Aragón y los profesionales del área han llamado este martes a visibilizar las secuelas en la vida cotidiana que aparecen tras abandonar el hospital, al margen de la propia gravedad de la enfermedad. “Es un golpe”, o a la aragonesa, según José. “un estacazo”. Un antes y un después. “Un huracán que lo arrasa todo”, en boca de una de las pacientes de neuropsicóloga Lorena Larios.

Desde el punto de vista de la rehabilitación, el neurólogo del Clínico, Carlos Tejero, ha insistido en abordar el ictus no solo desde el punto de vista de su planta, sino de forma “multidisciplinar”. Porque se trata de una patología tan conocida en algunos aspectos, como oculta en el caso de las secuelas, o amplia en la cantidad de personas que pueden estar expuestas. “Se asocia a mayores pero también pasa con pacientes de 20 o 30 años”, ha declarado Larios. Tras el impacto, una de las tareas pendientes de los profesionales sigue siendo dotar a los pacientes de una vida normal. Especialmente en el mundo laboral, para lo que proponen introducir la figura de los rehabilitadores, o al menos en las principales empresas.

MALOS HÁBITOS Y ATENCIÓN TEMPRANA

Me quedé sin fuerza, sin musculatura. La recuperación fue a base de ejercicios, gracias a los fisios y los médicos. El resultado es que estoy completamente recuperado, salvo algún fallo de memoria, pero eso nos pasa a todos”, ha explicado José, aunque ya está jubilado. En su caso, “tomaba muchísimos cafés, era hipertenso crónico y no demasiado disciplinado con el tema de las pastillas”. “Una serie de condiciones favorables a tener el golpe, aunque a toro pasado todos somos Manolete”, añade.

Y no deja de ser un relato de las advertencias de los sanitarios. Para Tejero, aunque no existe un perfil concreto del ictus, los casos tienen en común los malos hábitos y creer que pueden controlarlos. Por tanto, para los expertos es clave no llegar al “shock” y, en caso de identificar posibles síntomas, acudir a urgencias, ya que los protocolos de atención inmediata del ictus son más efectivos. Mareos, dejar de sentir o mover parte del cuerpo, o los fallos en el habla son algunos de los más reconocibles.

Un 80% de los ictus se pueden prevenir. De lo contrario, el paciente entra en un proceso de rehabilitación con unos tiempos indeterminados. En otras palabras, no hay una línea roja temporal a partir de la que decir si alguien está recuperado o no. “No perder funciones también es ganar”, ha valorado al respecto el presidente de la Asociación Ictus de Aragón (AIDA), Miguel Lierta.

CONCIENCIAR

La historia de José sirve también para explicar la importancia de concienciar. De hecho, ha sumado su testimonio a AIDA para las distintas charlas divulgativas que imparten en el territorio aragonés. Este jueves, 26 de octubre, la asociación celebrará su acto central por el Día del Ictus a las 17.30 en el Patio de la Infanta. En él, reconocerán con el Cerebro de Oro al que fuera gerente del sector sanitario II y médico del Miguel Servet, Luis Callén.

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