Un partido como excusa para el hermanamiento aragonés

Hinchas zaragocistas reciben con bufandas y botes de humo a su equipo
photo_camera Así recibía la afición zaragocista a su equipo a la llegada al estadio

En el fútbol es frecuente encontrar momentos donde el partido es lo de menos. No fue así en el Huesca - Real Zaragoza que se vivió este domingo en El Alcoraz, porque el 1-1 no dejó satisfecho a ninguno de los dos. Eso sí, hubo un hermanamiento de primera categoría entre dos hinchadas que disfrutaron del viaje, de los recibimientos y de la previa más que del encuentro. Los aficionados de ambos conjuntos pasaron un bello día en la capital oscense, recibieron a sus equipos y animaron de principio a fin. Hasta 8.443 personas confluyeron en el estadio, récord de asistencia.

Los primeros coches maños partían a primera hora. Ya desde el momento del almuerzo - y casi desde el café - las banderas zaragocistas se entrelazaban con las azulgranas en las cafeterías más emblemáticas de la ciudad. De ahí al vermú, con los colores blancos tiñendo los del Huesca y siempre con una sonrisa. Unos y otros disfrutaron de esa previa. Alguno más que otro porque había varios que, a las 12 de la mañana, ya se les pegaba la lengua al paladar. Los primeros vinos se empezaban a notar ya.

Dos horas antes del encuentro, caravanas de aficionados del Real Zaragoza y del Huesca llenaban las calles. Mala elección la de aventurarse a acercarse al estadio en coche. Había que recibir al equipo de sus amores como dictaba un evento de estas características. Confluyeron maños y altoaragoneses en la puerta del Alcoraz, y primero eran los locales quienes acudían a su fortín. Entre bufandas, banderas y algún pique zaragocista, el Huesca sentía a los suyos y anotaban el primer tanto de animación en el partido.

Los aficionados del Huesca se han acercado pronto a vivir la fiesta de los aledaños de El Alcoraz

Pero ahí estaba el zaragocismo para hacer el empate de hinchadas. Llegó el Real Zaragoza y esperaban los elementos de animación propios de un equipo más que acostumbrando a los recibimientos. A los cánticos se añadían los botes de humo, que daban un empaque mayor a la calurosa bienvenida del zaragocismo a los hombres de Fran Escribá. También se animaban desde el Huesca a lanzar chinitas, no más fuertes que las recibidas hace apenas unos minutos. En cualquier caso, ambiente sano.

La exaltación de la amistad se dio a continuación. Las barras comenzaron a repartir litros y litros de cerveza, y un DJ ofrecía música a todo volumen. Entre las turbas enloquecidas que pedían subir los decibelios y los que se ponían en la otra punta de los altavoces, lo que había en común era el fútbol y la Ámbar. Suficiente para disfrutar de un partido que, a muchos, casi se le había olvidado cuando apenas faltaba un minuto para entrar.

PARTIDO DE EMOCIONES

El duelo en sí mismo tuvo de protagonista a quien no debe serlo: el colegiado. Decidió igualar una roja evidentísima a Pulido con una inexistente de Zapater. Piques entre ambas partes hubo, algo lógico en un partido donde hubo dos rojas en 45 minutos. También momentos en los que se oyó más a los maños, cuestión meritoria para ser 200 desplazados; y otros que se sintió muy bien ese Alcoraz que tanto gusta al Huesca.

El buen ambiente ha reinado en una soleada jornada en la capital altoaragonesa

Los "Huesca yo te quiero" y el "alé Zaragoza alé" pelearon a viva voz en el estadio. El Alcoraz acogió una fiesta del fútbol aragonés, donde el partido tuvo una segunda parte sosa. A pesar de que en los últimos minutos bajaron los decibelios, lo cierto es que fue una gran jornada futbolera. El Huesca - Real Zaragoza fue la excusa para pasar un día de diversión en la capital oscense y, de paso, dejar a un lado cualquier disputa entre ambos conjuntos.