El CITA finaliza el proyecto de investigación sobre una mala hierba que infestaba campos de maíz

La presencia de una nueva mala hierba que infestaba campos de maíz en el Valle del Ebro fue el origen de un proyecto llevado a cabo por el Centro de Investigación y Tecnología Agroalimentaria de Aragón (CITA) sobre el teosinte.

La presencia de una nueva mala hierba que infestaba campos de maíz en el Valle del Ebro fue el origen de un proyecto llevado a cabo por el Centro de Investigación y Tecnología Agroalimentaria de Aragón (CITA) sobre el teosinte.

Este solo es problemático en cultivo de maíz o sorgo, su erradicación es fácilmente controlable y la principal vía de dispersión es a través de las cosechadoras, por lo que hay que extremar las precauciones de limpieza si se ha trabajado previamente en zonas afectadas. Estas son algunas de las conclusiones a las que ha llegado dicho proyecto por los investigadores Alicia Cirujeda y Gabriel Pardo, una vez ha finalizado la fase experimental.

El proyecto, que ha tenido una duración de tres años, terminó el pasado mes de diciembre y ha contado con la financiación del Instituto Nacional de Investigación y Tecnología Agraria y Alimentaria (INIA).

En el proyecto han participado Ana Isabel Marí, investigadora de la Unidad de Sanidad Vegetal; Margalida Joy e Isabel Casasús, investigadoras de la Unidad de Producción y Sanidad Animal, del CITA; Joaquín Aibar, investigador de la Universidad de Zaragoza; Emilio Betrán y S. Fuertes, del Centro de Sanidad y Certificación Vegetal de Aragón (CSCV), y en el segundo subproyecto, A. Taberner, J.M. Montull y J.M. Llenes, investigadores de la Universidad de Lérida

La presencia de una nueva mala hierba fue el origen de este proyecto cuyos objetivos han sido conocer la extensión de las infestaciones, estudiar el comportamiento biológico de la mala hierba y ensayar métodos de control para frenar su expansión. Gracias a las medidas de control adoptadas por el CSCV, que incluyen la prohibición de siembra de maíz en parcelas con elevada infestación, la superficie afectada se ha reducido notablemente. No obstante, se siguen prospectando las zonas afectadas y todavía se van encontrando campos con nuevas infestaciones, aunque en ningún caso en localidades distintas a las que ya se detectó en 2014.

Afortunadamente los estudios sobre su biología han mostrado que la capacidad de supervivencia de las semillas en el suelo es de aproximadamente 18 meses, independientemente si se riega o no. En este sentido hay que decir que el cultivo de alfalfa, cuyo ciclo se adapta perfectamente a las zonas afectadas, puede ser una buena alternativa a implantar.

En ella pueden emerger plantas de teosinte, pero éstas son segadas antes de producir semillas. La alfalfa es un cultivo que permanece en campo 4-6 años por lo que cualquier semilla de teosinte en el suelo debería haber perdido su viabilidad en ese tiempo. Sin embargo, es muy importante evitar que el teosinte se resiembre durante el periodo de alfalfa, limpiando plantas que pueden aparecer en las estructuras de riego, las acequias y los entornos de la parcela que no se siegan en un corte habitual de alfalfa.

En los muestreos realizados durante el proyecto se ha encontrado que una planta de teosinte creciendo junto al maíz puede albergar entre 200 y 1000 semillas; muchas de ellas son dehiscentes, es decir, se caen de la planta antes de la cosecha y que solo un porcentaje muy bajo acaba junto a los granos de maíz en la tolva de la cosechadora. Por tanto, la casi totalidad de las semillas maduras de teosinte que se han generado en una parcela o bien han caído al suelo ya antes de la cosecha o bien lo hacen en el momento de ésta con las vibraciones que produce la máquina. Sin embargo, más preocupante que los granos que suben a la tolva (que normalmente serán destruidos en un proceso de molienda) son otros que quedan retenidos en diferentes estructuras de las cosechadoras y lamentablemente los estudios confirman que son los principales causantes de las infestaciones secundarias en otras parcelas a las que la cosechadora accede posteriormente.

Aparte de las cosechadoras, el pastoreo también podría dispersar semillas de unas parcelas a otras. En un ensayo durante el cual se alimentaron corderos con semillas y espigas de teosinte, se encontró que excretaron entre 0,1 y 3% de semillas viables. La última semilla viable fue excretada 4 días después de su ingesta y la última semilla de aspecto entero, 6 días después de su ingesta, por lo que las ovejas que hayan pastado rastrojo de maíz que contenga semillas de teosinte deberían estar estabuladas 6 días para evitar que semillas vivas reinfesten el medio.

Otro resultado de los estudios es que las semillas tienen la capacidad de emerger incluso desde profundidades de 26 centímetros, lo cual muestra que el laboreo de volteo es poco eficaz para posicionar las semillas en capas de suelo desde las cuales no puedan emerger.