La amenaza de lluvias ha sido una constante esta Semana Santa en Aragón. Sin embargo, a pesar de las funestas predicciones, el resultado ha sido mejor de lo esperado. Es la opinión mayoritaria en la calle. Al menos, de aquellos que han escogido quedarse en casa durante las fiestas. También han querido dar parte algunos turistas -nacionales o extranjeros- que seleccionaron Zaragoza como destino idóneo. Otorgan, de hecho, un notable “muy alto” a sus vacaciones.
No dista mucho la valoración más gentil de la institucional. El balance final del propio presidente de la Junta Coordinadora de Cofradías de Zaragoza, Mariano Julve, se ensambla con el benévolo veredicto de Alain, llegado con su familia desde Francia, o Tony, que ha pasado con su mujer varios días en la capital aragonesa. Para Julve, y valiendo la redundancia, las previsiones más “previas” no resultaban nada alentadoras. Eran más bien “negativas”, porque “casi temíamos que los días centrales iban a ser de cero profesiones”. Sin embargo, considera, que la Semana Santa “se ha podido salvar”.
Cierto es que ha habido “cierta afectación” porque el Jueves Santo por la tarde de 10 cofradías “siete redujeron o modificaron sus recorridos por la posibilidad de lluvia”. Aun así, lo más importante para Julve es que “hemos tenido no solo Jueves Santo, sino Viernes Santo con la maravillosa celebración del Santo Entierro”.
A falta de las “cuentas” que esta semana realizarán los estadistas oficiales de la Junta, por ahora, se mantienen las cifras de la participación de cerca de más de 16.000 cofrades en Zaragoza durante el día grande (Viernes Santo). Concluye así una Semana Santa repleta de incertidumbre, en la que, después de todo, han reinado la serenidad y la fe propias de la época de Cuaresma.
