El sector agroalimentario hace su apuesta sostenible reciclando sus desechos

El consejero Olona cita hasta cuatro líneas que ha seguido el Gobierno de Aragón, que contemplan “cambio climático, biodiversidad, gestión de residuos y educación y sensibilización ambiental"
photo_camera El consejero Olona cita hasta cuatro líneas que ha seguido el Gobierno de Aragón, que contemplan “cambio climático, biodiversidad, gestión de residuos y educación y sensibilización ambiental"

La bioeconomía tiene ya más de realidad que de ficción. En un mundo cada vez más globalizado y urbanita, los gobiernos están apostando por transformar el proceso productivo para que sea no contaminante y lo más eficiente posible. Por eso, el sector agroalimentario de Aragón se ha dado cita este miércoles en el Paraninfo en la jornada Food&Future 2019, organizada por la banca cooperativa Cajamar. Allí, una veintena de expertos de toda España han dado a conocer sus propuestas sostenibles centradas en la reutilización de los subproductos o desechos para generar valor.

La economía circular se basa en dos principios básicos: consumir menos recursos y no contaminar con los desechos generados tras la producción. Por eso, además de optimizar la utilización de energía, apostar por renovables o potenciar el ahorro de agua, hay que trabajar en un segundo uso de los residuos que antes se tiraban y que ahora se reutilizan, cerrando así el círculo. El consultor Manuel Laínez, colaborador de Cajamar, enumera algunas de las posibilidades: “Utilizar los purines para fertilización agrícola, residuos vegetales que sirven para construir bandejas donde luego van los vegetales o alimentar insectos con subproductos agrícolas, aumentando su carga proteica, y usarlos en alimentación animal e incluso humana”. Casualmente, esta última es iniciativa de una emprendedora zaragozana, Ana de Diego, que ha credo Isectopia para explotar el potencial de los insectos y sus derivados como alternativa alimenticia.

Las propuestas abarcan un rango muy extenso: desde aprovechar las propiedades antioxidantes del brócoli, hasta las peladuras de la naranja que contienen aceites esenciales y tienen componentes antibacterianos, pasando por el pan rallado de las croquetas para alimentar ganado, las microalgas para nutrición humana o los cosméticos derivados de los hollejos de la uva. Hay empresas en España que se dedican a esto y están invirtiendo en futuro.

España, tercer país de la UE en bioeconomía 

Los datos del Eurobarómetro sobre las pymes europeas y la economía circular de la Comisión Europea, publicado en junio de 2016, reflejan que España es el tercer país en número de empresas que desarrollan actividades de economía circular, solo por detrás de Malta e Irlanda. El informe de la Fundación Cotec apunta a que el cumplimiento de la normativa europea en esta materia podría crear en España hasta 52.000 puestos de trabajo.

Es, por tanto, una cuestión global, dado que se estima que “entre el 70 y el 75% de la población vivirá en las grandes ciudades para 2050”, concreta la vicerrectora para el Campus de Teruel, Alexia Sanz. “A toda esta población habrá que alimentarla, y por eso creo que debemos pasar del concepto de cadena de valor a cadena de demanda”, explica. Considera que la economía del futuro pasa por la convergencia industrial de todos los sectores, los cuales tendrán que apoyarse unos en otros “para generar valor que revierta en la sociedad y en los territorios”. Especialmente, es una oportunidad para la España despoblada y el sector primario, añade.

En Aragón, el Gobierno ha hecho sus particulares esfuerzos por integrar la perspectiva sostenible en las políticas promulgadas desde el Departamento de Desarrollo Rural. El consejero Olona cita hasta cuatro líneas que se han seguido y que contemplan “cambio climático, biodiversidad, gestión de residuos y educación y sensibilización ambiental”. Para él, es necesario “poner especial énfasis en la creación de valor y en la distribución justa de ese valor”.

Y, ¿los plásticos?

Uno de los problemas medioambientales de más calado a día de hoy es el aumento masivo de los plásticos. El sector agroalimentario también trabaja para paliar esta situación, por ejemplo, con “bioplásticos procedentes de subproductos de origen vegetal, bien de biomasas del ámbito forestal, bien biomasas de la producción agroalimentaria que luego se degradan solas porque son materia orgánica que se puede reciclar y compostar y volver a reutilizar por la industria”, apunta Laínez, de Cajamar.

Este foro, Food&Future, que este 2019 hace su parada en Zaragoza, es, además, una estupenda oportunidad, no solo para las pymes que dan a conocer sus iniciativas de emprendimiento, sino para el networking entre ellas y el intercambio de experiencias en pro de una economía más sostenible.