La sonrisa de Sergio Grau se intuía este jueves a través de la mascarilla y él mismo solo tenía palabras de agradecimiento para el Grupo Social ONCE. Y es que no es para menos ya que el joven firmó en plena pandemia uno de los 87 contratos indefinidos que la organización ejecutó en toda la Comunidad en 2020 y que forman parte de los 545 puestos de trabajo que se crearon.
“En un año tan difícil para los jóvenes y más aún para los que tenemos discapacidad es todo un orgullo tener un trabajo fijo porque te da seguridad para vivir”, ha asegurado Grau acompañado de Blanca, su fiel perra guía que es “el mejor regalo” que podía haberle hecho la ONCE.
De hecho, desde la Fundación entregaron el año pasado 110 nuevos perros guía con un adiestramiento específico adaptado a la pandemia. En Aragón, son 27 los canes que ya pasean con sus dueños por las calles.
Por primera vez en los 83 años de vida de la ONCE, los vendedores tuvieron que cerrar las casetas y abandonar los cupones y las calles en marzo de 2020. Las oficinas también echaron el pestillo y ya ahí desde la fundación tuvieron que “demostrar la capacidad de ser capaces para decirle a nuestros usuarios que seguíamos ahí”, según ha comentado la delegada territorial de la ONCE en Aragón, Raquel Valcarcel.
Entonces se siguió prestando apoyo a las 2.059 afiliados que la Fundación Social ONCE tiene en Aragón, eso sí, a través del teléfono y es que se hicieron más de 300.000 llamadas para atender las necesidades de los usuarios. Sobre todo, quisieron centrarse en los colectivos más vulnerables, como las 355 personas ciegas mayores de 65 años que viven solas en Aragón.
“Queríamos seguir estando en los peores momentos de las personas que son cuando se dan cuenta de que tienen una discapacidad visual que sí o sí les va a cambiar la vida”, ha asegurado Valcarcel. Y es que la ONCE prestó ayuda a 2.139 personas que perdieron la vista durante la pandemia, 46 de ellas en Aragón.
“La ilusión puede con todo”
Con el lema “La ilusión puede con todo” como grito de guerra, la ONCE siguió luchando por la inserción y, también, por la igualdad. Un total de 1.261 personas trabajan para la ONCE en Aragón y casi 70.000 en toda España. De esas cifras totales, el 57,9% son personas con discapacidad y 42.6% mujeres.
Además, la ONCE también se centró en un colectivo invisibilizado y que cada vez sufre más: las mujeres con discapacidad víctimas de violencia de género. Durante 2020, el grupo social atendió a 2.471 mujeres maltratadas a las que se les dio asistencia psicológica además de talleres de formación y orientación laboral.
Y hablando de formación, 62,5 millones de euros se destinaron a proyectos de empleo y aprendizaje. Un aprendizaje que la pandemia cambió radicalmente y convirtió en virtual en un santiamén.
Por ello, y en un esfuerzo por que los 214 estudiantes con discapacidad que cursan estudios superiores en Aragón culminaran el curso con la mejor de las notas, se realizó un despliegue de servicios y materiales facilitando así su formación.
Hacer más con menos
La pandemia supuso el cese del juego, la actividad principal y máxima fuente de beneficios de la ONCE, por lo que la organización registro una caída del 28% en sus ingresos anuales. Lo mismo ocurrió con las empresas sociales Ilunion, que rebajaron un 16,3% su facturación.
A pesar de ello, se destinaron 228,3 millones de euros a la inversión social dirigida a las personas ciegas o con otras discapacidades a través de una lotería responsable y segura.
Además, y para poner de manifiesto esa ilusión con la que se enfrentaron al “año más duro de su historia” la ONCE ha dado un toque de color a su querido Oncelio —el ya conocido monigote que es icono del grupo— llenándolo de amarillo, azul, verde y rojo para demostrar la confianza y el compromiso con los usuarios.
“En un año tremendamente complicado fuimos una familia y actuamos con actúan las familias de verdad, con cariño, comprensión, acompañamiento y mucha ilusión”, han relatado.
