Eran las once de la mañana y por el aspecto desangelado de la plaza del Pilar cualquiera diría que se trataba de un día de fiesta. Y no uno cualquiera, pues el día de Reyes es el más mágico y emocionante, aquel en el que los sueños se cumplen en forma de papeles brillantes y paquetes misteriosos bajo el árbol. Pero ni la magia ha podido evitar que Aragón amaneciese cubierta de una capa de niebla que ha congelado a todos aquellos que paseaban por el mercadillo navideño de Zaragoza. Aseguraban ser «valientes» y aunque «ya tocaba que hiciese frío», las mejillas sonrosadas, el vaho en cada palabra y las bufandas hasta las orejas parecían decir lo contrario. Sea como sea, y sin perder la sonrisa provocada por la alegría de los más pequeños, con un buen chocolate caliente entre las manos todo se ve mejor y el frío casi casi ya ni se siente.
La familia de Hugo pasaba unos días por Zaragoza de vacaciones y desde su Cuenca natal, Melchor, Gaspar y Baltasar les han traído todo lo que habían pedido al hotel. «Los nietos se quieren subir al tobogán este de los flotadores e igual patinar así que, oye, que no se hable más», contaba la abuela con una gran sonrisa mientras exclamaba lo «preciosa» que era la basílica.
Y después de una vuelta por el mercadillo navideño y una última visita al Belén (aunque estará abierto hasta este domingo), algunos decidían ir a comer un buen trozo de roscón con chocolate caliente a una de las cafeterías cercanas y otros se iban directamente a casa de los tíos y abuelos para preparar la comida con la correspondiente parada para coger el dulce típico. En pastelerías como La Mallorquina y Fantoba ya ayer las filas eran kilométricas para conseguir el roscón y esta mañana los más madrugadores esperaban tan pacientes como esperanzados para conseguir el aclamado dulce a última hora.
Marta, acompañada de sus hijas Sara y Claudia, aseguraba que «no hay un día de Reyes sin roscón» y recordaba entre risas a las pequeñas que tendrían que pagar el dulce en el caso de que les saliese la sorpresa. Con fortuna o no y con sorpresa o haba, el roscón ha sido protagonista en las mesas aragonesas. Y es que si hay un momento mágico en este día además de la llegada de sus Majestades de Oriente son las reuniones familiares, las búsquedas bajo el árbol de las casas de los primos y tíos y esas sobremesas que se alargan hasta la merienda.
Muchos ya no saldrán de sus casas, pues qué hay mejor que el frío invernal para estrenar ese trivial, el nuevo Pokemón de la Nintendo Switch, montar el Lego de Harry Potter o el de Star Wars o disfrutar del nuevo libro, disco o película en el calor del hogar. Así, en el día de Reyes había planes para todos los gustos para despedir unas fiestas navideñas que, seguro, han sabido a poco.