Sus Majestades de Oriente pueden con el frío y llenan de magia y alegría los hogares aragoneses

Un niño sonríe con sus regalos de Reyes Magos
photo_camera La ilusión de los niños ha llegado en forma de regalos a las casas

Algunos no han dejado pegar ojo a sus padres y a las seis de la mañana ya estaban danzando por el pasillo. No era para menos y es que después de haber visto tres sospechosas sombras entrar en su casa y atisbar una pata de camello a lo lejos cualquiera concilia el sueño de nuevo. Bien es sabido que la noche del 5 de enero no es para dormir, aunque ayer Melchor se lo dijese a todos los niños, sino para imaginar ese Lego, esas muñecas y las Nintendo Switch bajo el árbol. Y dicho y hecho. Los hogares aragoneses se han llenado esta mañana de gritos, caras de ilusión, papeles rasgados y saltos al ver que los Reyes Magos se habían comido el turrón y dejado a cambio esos regalos que tanto anhelaban.

A Hugo su rey favorito, Gaspar, le había dejado unas zapatillas para hacer taekwondo, una camiseta térmica y una sudadera y a su hermana Sara las mismas zapatillas y unos leggins para seguir haciendo su deporte favorito. A Asier, el pequeño de la casa, le había tocado un autobús de Playmobil, una estación para dicho vehículo y unos cuantos coches más. Bajo los árboles había de todo, desde Legos de Star Wars a Harry Potter, relojes digitales, un smartphone y una Nintendo Switch para los adolescentes, anillos, funkos de Animatrónicos, Tamagotchis y anillos y sets de maquillaje para las más presumidas.

Y es que esta mañana en la plaza del Pilar todos los niños aseguraban haberse portado muy bien durante el año ante la afirmación o sorpresa, según cada cual, de sus padres. Unos padres que, con cara de sueño pero con una sonrisa permanente por la alegría de sus pequeños, intentaban combatir el frío con un chocolate caliente y la bufanda hasta las orejas. Porque si algo ha caracterizado esta mañana de Reyes además de la magia, es el frío invernal al que muchos esperaban en Zaragoza y del que otros se lamentaban por el tiempo suave de días atrás.

Pero con más o menos frío, algunos necesitaban estrenar ya parte de sus regalos. Era el caso de Mateo que con, guantes, bufanda y gorro, subía y bajaba las cuestas próximas al mercadillo navideño con su nuevo patinete. Además, los Reyes Magos le habían puesto también una funda para la Nintendo Switch y el libro de "Los forasteros del tiempo" que le "gusta mucho".

Los más mayores también han tenido alguna que otra sorpresa bajo el árbol y mientras a Silvia le caían "accesorios para el baño" de su nueva casa y pendientes y algún collar, a Bea Sus Majestades le traían una "novela gráfica y una colonia" y a Lorena un pijama y un bolso. Había regalos que no eran lo que parecían y es que en el joyero que ha recibido María había ni más ni menos que un viaje a Milán y otros que son un clásico como los calcetines y el "perfume de todos los años" de Pedro.

Y después de dar un paseo por una plaza del Pilar algo vacía y de un vermú para reponer fuerzas tocaba el mejor momento en este día de Reyes: la comida familiar. Los más pequeños querían ver a sus tíos y abuelos, claro, pero también comprobar si Melchor, Gaspar y Baltasar habían pasado también por sus casas. Entre una visita exprés al Belén para despedir la Navidad, un buen gofre y un último viaje al carrusel y a los ponys ecológicos, hoy todo era alegría, felicidad y magia.