El santoral recuerda hoy, 22 de marzo, a San Pablo, obispo de Narbonne y Martir. Fue un obispo y mártir cristiano que vivió en el siglo III en la ciudad de Narbona, en la actual Francia. Se dice que fue uno de los primeros obispos de la ciudad y que realizó numerosas conversiones al cristianismo en la región. Según la tradición, durante la persecución de los cristianos bajo el emperador Diocleciano, San Pablo fue arrestado y sometido a varios tormentos en un intento por hacer que renunciara a su fe. Sin embargo, se mantuvo firme en su creencia y finalmente fue decapitado en el año 303.
Este también se honra a Santa Lea de Roma, una mujer cristiana que vivió en el siglo IV. Fue una de las primeras mujeres en unirse a la vida religiosa en la iglesia primitiva y es conocida por su dedicación a la caridad y el servicio a los pobres. Según la leyenda, Santa Lea era una mujer de la alta sociedad romana que se convirtió al cristianismo y dedicó su vida a servir a los necesitados. Fundó un hospicio y un orfanato en Roma, donde acogía a los enfermos y a los niños abandonados.
Además, se dice que Santa Lea apoyó a los mártires cristianos durante las persecuciones y que visitaba regularmente a los cristianos encarcelados para consolarlos y ayudarlos en lo que pudiera.
¿POR QUÉ SE CELEBRAN LOS SANTOS?
La celebración de la onomástica es una forma de reconocer y honrar sus logros espirituales y de buscar su guía e inspiración en nuestras propias vidas. Los santos son venerados como líderes espirituales o figuras que han alcanzado un alto nivel de santidad y han vivido su vida al servicio de Dios o de una religión concreta.
Muchos santos tienen un día especial dedicado a ellos, que celebran los fieles de todo el mundo. Para ello, en cada cultura se celebran diferentes ceremonias religiosas, leyendo sus enseñanzas o visitando lugares sagrados asociados a ellos.
