El santoral recuerda hoy, 2 de abril, a San Francisco de Paola, un santo y ermitaño italiano que vivió en el siglo XV. Nació en 1416 en la ciudad italiana de Paola, en Calabria. Fue un niño piadoso y desde joven se dedicó a la vida religiosa. A los 15 años, se retiró a una cueva cerca de su hogar y vivió como ermitaño, dedicado a la oración y a la penitencia.
San Francisco se hizo conocido por su santidad y su capacidad para realizar milagros, y pronto atrajo a seguidores que se unieron a él en su estilo de vida ascético. En 1436, fundó la Orden de los Mínimos, un grupo de religiosos que vivían en la más extrema austeridad y dedicados al servicio de los pobres y necesitados.
La Orden de los Mínimos se extendió rápidamente por Europa y se convirtió en una importante influencia en la vida religiosa y social de la época. San Francisco de Paola murió en Francia en 1507 a los 91 años de edad. Se le venera como santo y patrón de los enfermos, los discapacitados y los pobres, y su legado continúa inspirando a muchos cristianos hoy en día.
Este 2 de abril, el santoral católico recuerda también a Santa María Egipciaca, también conocida como María de Egipto, fue una mártir y santa cristiana que vivió en el siglo V en Egipto. Se la venera en la Iglesia Católica, la Iglesia Ortodoxa y la Iglesia Copta.
Según la tradición cristiana, María era una mujer egipcia que llevaba una vida de pecado y depravación. Un día, durante una peregrinación a Jerusalén, fue atraída a la iglesia del Santo Sepulcro, pero no pudo entrar debido a una fuerza misteriosa que la detuvo en la entrada. Entonces, se arrepintió de sus pecados, se convirtió al cristianismo y se retiró al desierto cerca del río Jordán.
Allí, María pasó los siguientes 47 años en una vida solitaria y de penitencia, dedicada a la oración y el ayuno. Se dice que su piel se oscureció por el sol y la intemperie, y que sobrevivió comiendo hierbas y frutos silvestres.
Un día, el monje Zósimo la descubrió cuando un lugar para pasar la noche en el desierto. María le contó su historia y le pidió que volviera al año siguiente para darle la comunión. Cuando Zósimo regresó al año siguiente, encontró su cuerpo sin vida, pero una inscripción divina en la arena indicaba que ella había muerto en el año 522.
¿POR QUÉ SE CELEBRAN LOS SANTOS?
La celebración de la onomástica es una forma de reconocer y honrar sus logros espirituales y de buscar su guía e inspiración en nuestras propias vidas. Los santos son venerados como líderes espirituales o figuras que han alcanzado un alto nivel de santidad y han vivido su vida al servicio de Dios o de una religión concreta.
Muchos santos tienen un día especial dedicado a ellos, que celebran los fieles de todo el mundo. Para ello, en cada cultura se celebran diferentes ceremonias religiosas, leyendo sus enseñanzas o visitando lugares sagrados asociados a ellos.
