Los primeros sonidos de los tambores ya se empezaban a escuchar a las 9.30 horas de la mañana desde la Iglesia de Santa Isabel de Portugal, también conocida como San Cayetano. Esos primeros cofrades en salir han sido los más madrugadores, pero eso no les ha hecho perder la emoción que supone abrir un día como Jueves Santo. La Cofradía del Prendimiento del Señor y el Dolor de la Madre de Dios era la encargada, junto con la Cofradía de Jesús de la Soledad ante las negaciones de San Pedro y de San Lamberto, de inaugurar esta intensa y emotiva jornada.
Los capirotes azul marino y blancos se unían en una sintonía de tambores y bombos que no dejaría de sonar hasta su llegada a la Iglesia de Santo Tomás de Aquino de los P.P Escolapios y a la Iglesia de San Pablo, respectivamente.
La mañana avanzaba y, un poco antes de las 11.00 horas de la mañana, los cofrades de la Exaltación de la Santa Cruz tenían todo preparado para una de las salidas más esperadas de la jornada ante la atenta mirada de todos los presentes. Entre 140 y 150 cofrades, con la Guardia Civil y la banda de Botorrita, iban a hacer sentir a los asistentes total admiración por lo que estaban a punto de presenciar.
Desde la emblemática Real Maestranza de Caballería esperaba impaciente José Luis, que nos aseguraba que era el primer año en el que su hija participaba y que se mostraba muy emocionado ante “un entorno espectacular” y donde nos desvelaba que “el sonido de los tambores retumba por el eco del lugar en el que nos encontramos”.
Minutos antes de dar paso a que salieran, concedía unas palabras a ARAGÓN PRESS el Hermano Mayor de la Cofradía, Guillermo Carreras. Es una de las más novedosas al ser fundada a finales del Siglo XX. Con un brillo especial en sus ojos, admitía que esta era su procesión más importante. “Salimos con nuestro misterio, que es la Elevación de la cruz y nuestro paso Insignia que va a varal y es portado por 18 cofrades, es una cruz desnuda con una cuerda que simboliza nuestro anagrama”, explicaba el Hermano Mayor.
A esa misma hora, a las 11.00 horas, ya esperaban impacientes los cofrades del Cristo Abrazado a la Cruz y de la Verónica, cuyo punto de partida era la Parroquia de Nuestra Señora del Carmen. Con sus tan reconocibles capirotes morados, recorrían las calles de la ciudad de Zaragoza. Este año, nos traían una novedad y es que sacaban paso nuevo que con mucha honra ha hecho las delicias de todos los que han sido capaces de admirarlo. Durante su recorrido, les esperaba un encuentro muy especial en la Iglesia de Santiago, donde se iban a reunir la cofradía de la Verónica y de la Columna ante la atenta mirada de todos los que allí esperaban su llegada. Su destino final ha sido la Iglesia de San Cayetano alrededor de las 15.20 horas donde ya descansan los pasos hasta la siguiente salida.
Casi al unísono empezaban a sonar los tambores y los bombos de la Cofradía de la Crucifixión del Señor y de la Venerable Orden Tercera de San Francisco de Asís, que las 11.00 horas tenían ya todo preparado en la Iglesia de San Antonio de Padua. El pequeño Álvaro miraba expectante esta cofradía y nos contaba que después le tocaría a él ponerse el hábito, pero que lo que más le gustaba era ver a los mayores cómo hacían los toques, para aprender cosas nuevas. A su lado, su hermano David, también cofrade, y que nos reconocía con mucho ingenio que “para eso somos cofrades, para aprender de otras cofradías”. El recorrido llegaría a su fin para los protagonistas en la Iglesia de San Cayetano.

La guinda del pastel de este emotivo Jueves Santo lo ponía la Cofradía de la Coronación de Espinas. Entre el caos y los nervios previos que se vivían en la Iglesia de San Felipe estaba Pilar. Una cofrade que este año cumplía su 25 aniversario en esta cofradía y que no ha podido contener la lágrimas mientras nos contaba lo que significaba para ella. “La procesión es mucho más que una procesión. Son muchos sentimientos los que están en la calle y lo más importante es poder procesionar todos juntos”, concluía Pilar. Un poco antes de que el reloj marcase las 12.00 horas atendía el Hermano Teniente de la cofradía, Juan Carlos Minguillón, que contaba que se trata de su procesión titular y que desde sus inicios ha sido siempre un vía crucis y que en esta ocasión participan más de 300 hermanos.
A ritmo de trompetas, tambores, bombos y un sinfín de cofrades, se ponía fin a una intensa jornada matinal de procesiones en las que no han faltado la devoción, las lágrimas, la felicidad, la ilusión y algunos sentimientos que no se pueden describir con palabras ente aquellos asistentes que ya esperaban con ansias las de la tarde.
UNA TARDE DE FERVOR
El buen tiempo y el sol acompañaban a la primera procesión de la tarde. La Cofradía de la Institución de la Sagrada Eucaristía salía a las 17.45 horas de la Parroquia de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro. Solo cuarenta y cinco minutos le separaban de La Hermandad de Cristo Despojado de sus Vestiduras y Compasión de Nuestra Señora. A las 18.30 horas comenzaba en la Iglesia de San Juan de los Panetes para acabar en el mismo lugar en el que empezó. Apenas unos minutos antes de salir, uno de sus cofrades, Santiago, contaba que lo que más ilusión le hace es «tocar para la gente de Zaragoza». A su lado, Rodrigo, que forma parte de la hermandad prácticamente desde que nació, agregaba que lo que más le gusta es tocar gusiluz, la que es, dice, su «marcha favorita».

El Hermano Mayor del Cristo Despojado, Oscar José Simón, es uno de los hermanos fundadores y lanzaba un mensaje a la gente para que disfruten de la procesión donde “enseñamos lo mejor de cada uno”. En el otro lado estaban los otros protagonistas, la gente, que llevaban en algunos casos casi una hora esperando como Merche, cuyo marido es uno de los cofrades o Sebastián, que venía a apoyarles en su día grande y recalcaba que lo más espectacular es ver «cuando baja la imagen por la rampa”.
A la misma hora salía desde la Iglesia de Santo Tomás de Aquino, la Real y Calasancia Cofradía del Prendimiento del Señor y el Dolor de la Madre de Dios. Tan solo una hora después, a las 19.15 horas, daba comienzo la Real Cofradía Nuestro Señor en la Oración del Huerto, cuyo recorrido llegaría a su fin en San Cayetano a las 22.30 horas. A punto de dar las 20.00 horas, sonaban los tambores de la Real Hermandad de Cristo Resucitado, y empezaba para ellos una procesión que prácticamente coincidía con la del Descendimiento, que cuando el reloj marcaba en punto, protagonizaba el retumbar de los tambores de la Iglesia de San Cayetano.
La Cofradía de la Coronación de Espinas repetía también por la tarde a las 20.00 horas pero, esta vez, lo hacía desde La Seo aunque, sin duda, una de las procesiones más características de este Jueves Santo es la del Silencio. Un evento que conmemora la pasión y muerte de Cristo. Una manera de luto llevada a cabo por una cofradía con ese mismo nombre en un acto celebrado a las 21.30 horas en la plaza de San Bruno. El Jueves Santo llegaba a su fin y los encargados de finalizarla eran la Cofradía de Nuestra Señora de la Asunción y la Real, Pontificia, Antiquísima, Ilustre, Franciscana y Penitencial Hermandad, con llegada prevista a las 2.00 de la mañana en San Cayetano, la Iglesia que sirve de refugio para los pasos y que los protege hasta el siguiente redoble de tambores.